Los estudiantes secundarios pueden culminar su proceso de movilización dando una lección de política que seria muy importante para el futuro de la educación en nuestro país.Si la educación chilena ya ha realizado infinidad de exámenes en que invariablemente sale reprobado, era evidente que ante la inmovilidad de las autoridades esto debía estallar de alguna […]
Los estudiantes secundarios pueden culminar su proceso de movilización dando una lección de política que seria muy importante para el futuro de la educación en nuestro país.
Si la educación chilena ya ha realizado infinidad de exámenes en que invariablemente sale reprobado, era evidente que ante la inmovilidad de las autoridades esto debía estallar de alguna forma. No se puede administrar eternamente la herencia de la dictadura sin pagar los costos. Ha habido muchos avances anteriores, como el de los universitarios el año recién pasado, o el de los profesores en años anteriores, sin embargo ninguno ha sido la chispa que encienda la pradera y logre cambiar la Ley de educación impuesta en tiempos de la dictadura.
Creo que la izquierda debe enfrentar esta gran movilización social con apoyo, solidaridad, participación pero también con una seria reflexión respecto a los cambios sociales y el rol que jugamos en estos.
Sin duda que desde la recuperación de la democracia se ha logrado una mayor cobertura escolar, más infraestructura y mejores condiciones laborales pera los profesores, todo lo cual ha sido gracias a la gestión de los gobiernos de la concertación, sin embargo nunca en dieciséis años estos han enfrentado los cambios profundos que requiere el sistema. Esto es fundamentalmente responsabilidad de la izquierda y todos debemos hacernos cargo.
Efectivamente, ha sido nefasto para las organizaciones sociales el que una importante parte de la izquierda este comprometida con el gobierno, restándose e inhibiendo el accionar de las organizaciones sociales, pero este es a lo más un factor importante y no la causa de nuestra incapacidad para terminar con los enclaves que aún tiene la dictadura en nuestra sociedad.
El que las organizaciones juveniles de los partidos políticos tengan poco peso específico en el actual proceso, en apariencia, no parece ser una desventaja ni una ventaja de nada aún. Aunque comunicacionalmente ha resultado atractiva su independencia, esto ocurre en los marcos de una sociedad en que los políticos están muy desprestigiados. Pero no creo que signifique una mayor ventaja a largo plazo. Más aún, probablemente si se prolonga el proceso pesara en contra la falta de orgánicas políticas que ayuden a sostener el conflicto o a negociar soluciones. Debiera haber un momento, en este camino de movilización, en que se ponga fin a la LOCE, entonces será clave la negociación de lo que vendrá. Negociar solo es real cuando se cuenta con poder, y eso lo entendieron los estudiantes a solo días de salir a la calle.
Lo lamentable es que la izquierda extraparlamentaria y marginada no tiene ni la unidad de propósito necesaria, ni la voluntad unitaria que el momento amerita, perdiéndose así una ocasión preciosa de conducir un proceso que tendrá grandes repercusiones. Es evidente el afán de unos de hegemonizar el modestísimo espacio político que existe, haciendo gala de una falta de generosidad que entrampa el camino, y de otros la búsqueda de mayor protagonismo a costa de diferenciarse dentro de la misma izquierda, como si ambas posturas tuviesen algún peso político más allá de neutralizar su propia marginalidad.
Mientras los estudiantes salen a la calle o se toman los liceos es evidente que la izquierda extraparlamentaria, que tiene participación en el ámbito educacional, esta más preocupada de diferenciarse y destacar su falta de unidad que de consolidar el encuentro capaz de ayudar a los cambios que reclaman los estudiantes. Nada justifica esta falta de unidad.
Ya es un lugar común la clásica idea de transformar este conflicto social en una oportunidad. El tema en realidad es que en una sociedad políticamente madura todos quieren lograr lo mismo, por lo que lo importante debiera ser como a partir de las demandas de los escolares, establecemos cuales son los cambios fundamentales que la sociedad necesita en el ámbito educacional, mas allá de las generalidades que nos imponen las consignas, y generamos las políticas de alianza que colaboren con el triunfo de los estudiantes.
El fin de la LOCE es solo la primera definición de lo que vendrá, y esa es la oportunidad que todos debemos disputar, y en particular la izquierda, para así avanzar hacia el Chile que queremos.
Los estudiantes hacen lo más natural y correspondiente a su edad, responden a su naturaleza, ser joven y no ser revolucionario es una contradicción biológica, decía Allende, y tal parece que, ya que sus padres no lo hemos hecho en estos dieciséis años, son ellos los llamados a detonar los grandes cambios que desde hace años todo el país reclama en el área de la educación.
El autor es miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital