Recomiendo:
0

ETA vuelve a atentar contra el estado español

Fuentes: Rebelión

Si lo que ha perseguido la organización armada ETA con sus ekintzas durante los últimos 30 años es atacar y hacer daño a la sinrazón política y jurídica del estado español como forma de avanzar hacia la autodeterminación, la soberanía y la independencia de Euskal Herria, no me cabe la menor duda que los dos […]

Si lo que ha perseguido la organización armada ETA con sus ekintzas durante los últimos 30 años es atacar y hacer daño a la sinrazón política y jurídica del estado español como forma de avanzar hacia la autodeterminación, la soberanía y la independencia de Euskal Herria, no me cabe la menor duda que los dos últimos comunicados emitidos por dicha organización son los dos atentados más exitosos que han realizado durante dicho periodo.

No hace falta más que ver la reacción que están teniendo al unísono todas las fuerzas vivas del españolismo para entenderlo. Si hay algo que produce verdadero pánico al estado español y sus secuaces, especialmente a los herederos, en un espectro y en otro del bipartidismo estatal, de esa España una, grande y libre que nunca llegó a morir del todo, es mirar al horizonte político de Euskal Herria y no encontrar la sombra de ETA tras las bellas montañas vascas. Sólo pensar en un escenario semejante, les produce auténticas pesadillas.

Debemos dar por hecho, por tanto, que el estado y sus secuaces van a hacer todo lo posible para boicotear el proceso de paz que tanto ETA como, sobre todo, la actitud valiente y decidida de la Izquierda Abertzale, han puesto en marcha. La vinculación de este nuevo escenario político a la declaración de Bruselas, y el compromiso tanto de la organización armada como de la Izquierda Abertzale de ajustarse a los términos democráticos impulsados por aquella, son toda una garantía de futuro, un camino de largo recorrido que todos los agentes implicados en el conflicto, mejor dicho, que todos los agentes deseosos de resolver de una vez y para siempre el conflicto, deberían saber transitar con verdadera altura de miras.

Si ETA acepta, como parece que va a ser el caso, un alto el fuego permanente con verificación internacional, ajustado, pues, a los términos expuestos en la declaración de Bruselas, todos los ojos de la comunidad internacional quedarán puestos sobre el estado español. La calidad ética y profesional de los firmantes de la mencionada declaración, así como su compromiso con la paz, elevan este nuevo proceso de paz a un rango hasta ahora desconocido, especialmente por el carácter internacional que asumiría el proceso. Todo paso en falso, de cualquiera de las partes implicadas, tendrá una repercusión internacional como no la había podido tener hasta la fecha, con todas las consecuencias que ello implica para la credibilidad futura de los implicados.

Me cuesta creer que ETA, durante tantos años empeñada por todos los medios en internacionalizar lo máximo posible un conflicto que dura ya demasiado tiempo, esté dispuesta a poner en riesgo, no ya su credibilidad, si no la credibilidad, de cara a la comunidad internacional, de toda la Izquierda Abertzale en su conjunto, simplemente por llevar a cabo una estrategia a corto plazo con vistas a las elecciones municipales del próximo año, tal cual argumentan los españolistas empeñados por todos los medios en sabotear el proceso. Tal actitud únicamente podría desencadenar en el suicidio político del movimiento de liberación nacional vasco.

Muchas personas de reconocido prestigio, incluidas entre ellas diversas personalidades de la Izquierda Abertzale, están poniendo encima de la mesa su propia reputación política, sin más intención que la de crear un escenario democrático y pacífico donde los vascos y vascas puedan resolver sus diferencias encima de una mesa de negociaciones. Una vuelta de ETA a la vía armada, no sólo dejaría en mal lugar a los firmantes de la declaración de Bruselas, sino que pondría a la Izquierda Abertzale entre la espada y la pared: entre la opción de desmarcarse definitivamente de ETA y su acción armada, o la opción de perder toda su credibilidad de cara a todas esas importantes personalidades internacionales que han decidido apostar su merecido prestigio personal a un proceso de paz que debe ser irreversible.

Apostar definitivamente por el camino único y exclusivo de la vía política, tal cual recogen en sus últimos documentos programáticos, es la única opción que, ante tal panorama, le queda a la Izquierda Abertzale. Confiar en la fuerza del pueblo vasco y en su capacidad para presionar políticamente al estado hasta que, como exigían en su última convocatoria ilegalizada, todos los derechos, de todas las personas, se vean reconocidos en Euskal Herria, es la mejor de las alternativas posibles. El estado español podrá resistir con sus artimañas antidemocráticas por un tiempo, pero no le quedará más remedio que acabar cediendo ante las demandas democráticas y pacíficas del pueblo vasco y de sus legítimos representantes institucionales. Los ojos del mundo estarían mirando a España y, en un escenario así, no podrían esconder más su demosfacia tras la máscara de ETA, como vienen haciendo hasta la fecha.

De momento, los herederos ideológicos del franquismo, representados a un lado y al otro del parlamento español, ya están temblando de miedo ante la simple posibilidad, todavía lejana, de que ETA anuncie un cese definitivo de la lucha armada. El día que eso llegue a ocurrir de verdad, que espero sea pronto, el olor a diarrea que emanará de las catacumbas del estado llegará hasta Bruselas. Lo españolistas sienten un miedo atroz a la democracia, es decir, un miedo atroz ante lo desconocido, porque eso es hasta ahora la democracia para el estado español: una gran desconocida.

Pero lo que no saben aún estos españolistas es que a la lucha democrática de un pueblo por su liberación nacional no hay que temerle, sino rendirle honores y abrirle todos los caminos posibles. Comprobarlo es tan sencillo como hacer de verdad irreversible lo que debe ser irreversible: la vía exclusivamente política y el marco democrático para Euskal Herria.

En definitiva, espero que, esta vez sí, todo el independentismo vasco apueste sin miedo a caballo ganador, porque la vía política, el proceso de paz, es, convencido estoy, el camino directo hacia la independencia. Tiempo al tiempo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.