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Colombia

Ética y Memoria

Fuentes: Rebelión

Cuando pase el tiempo y finalice este penoso lapso en la que la guía de los asuntos colectivos estuvo a cargo de diferentes clanes cuyo únicos títulos para la conducción de los asuntos públicos fueron el uso tenaz de la violencia , desnuda o encubierta , el privilegio de la astucia sin limites , y […]

Cuando pase el tiempo y finalice este penoso lapso en la que la guía de los asuntos colectivos estuvo a cargo de diferentes clanes cuyo únicos títulos para la conducción de los asuntos públicos fueron el uso tenaz de la violencia , desnuda o encubierta , el privilegio de la astucia sin limites , y el sometimiento a los poderes internacionales y nacionales que les autorizaron la ocupación de los espacios públicos , y les apoyaron en el acceso a los mismos a cambio de que una vez en ellos tomaran las decisiones que les beneficiaban, cuando cese por fin esta fase monstruosa, decimos, brillarán con luz propia las mujeres y los hombres que amaron y consagraron sus vidas al cuidado de estos territorios y los pueblos que los habitan, seres más prendados de curar los pavorosos estragos infringidos a las comunidades y sembrar la paz genuina en estas tierras , que en complacer vanidades , halagar soberbias y satisfacer insaciables egos y ambiciones .

Cuando arribe el tiempo, que mas temprano que tarde llegará, se vera con claridad compartida la colosal responsabilidad de los llamados medios de comunicación en la producción del descomunal desastre social que tanto sufrimiento humano suscitó y tanta degradación humana arrojó. Pudiendo aliviar el dolor, evitar la repetición del sufrimiento y elevar la fuerza de nuestros espíritus, optaron por potenciar la maquina de devastación.

La semana pasada los medios de comunicación ignoraron o cubrieron muy superficialmente una acción ética realizada por Iván Cepeda Castro [1] cuya deliberación pública podría aportar mucho en el proceso de cuidar la raíz de dignidad que aun vive en nuestro pueblo y enriquecer esa extraordinaria veta de decoro sin la cual es imposible vivir.

Los medios de comunicación no indagaron por el significado de una Sentencia del Consejo de Estado que catorce años después del asesinato de Manuel Cepeda – último Senador de la Unión Patriótica , que alerto sobre la Operación Golpe de Gracia dirigida a culminar el exterminio sistemático de los representantes de esa formación política nacida en 1985 en el marco de un proceso de paz – no reconoció la responsabilidad directa de altos agentes estatales, como quedó comprobado , en la concepción y la ejecución del crimen. No se preguntaron por las razones de una Sentencia que condenó al Estado por «conductas omisivas» que facilitaron el asesinato de Manuel Cepeda, pero que nada dijo sobre la responsabilidad activa de altos integrantes de ese Estado en el asesinato. En cambio , los medios de comunicación ofrecieron mas fútbol , más pirámides financieras , y más viles ataques a la administración distrital por ser ejercida por una formación política que no forma parte de los grupos de poder que direccionan a la mayor parte de su torrente de palabras e imágenes cotidianas.

Iván Cepeda, hijo del Senador Manuel Cepeda, renunció a los cincuenta millones que le correspondían en la condena al Estado colombianos dictada por el Consejo de Estados y destinó esos recursos a un fondo dedicado a la educación de los hijos de las victimas del genocidio de la Unión Patriótica. Renunció porque la sentencia solo reconoció la responsabilidad por omisión y porque negó la reparación integral que comprende el derecho a saber la verdad de lo ocurrido, los autores materiales e intelectuales del crimen, y la creación de condiciones que eviten la continuidad del exterminio de la diferencia en Colombia.

Una acción ética , como la de Iván Cepeda y la de miles de mujeres y hombres honestos en una atmósfera miasmática en la que prevalece la más aberrante miseria material y espiritual resultante de décadas de dirección de los asuntos colectivos por parte de estirpes no éticas , contiene significados que trascienden el plano de lo singular , suscitan efectos impensados en el tejido social , y pueden alimentar una deliberación pública que nos sustraiga de los limites estrechos a que ha sido contraído el examen de la política en Colombia , reintegrando la ética y la memoria a la deliberación colectiva sobre la misma.

La mayor parte de las niñas y los niños de Colombia hoy crecen en medio de dolorosas necesidades biológicas y afectivas que contrastan con la exhibición repugnante de las híper millonarias compras de armamento y la exhibición impúdica de símbolos de mal gusto de poder material. Su memoria crece alienada de los orígenes de una miseria que contrasta con la riqueza del territorio y la laboriosidad de sus gentes. Instalados en una trampa mortífera que desde temprano les fuerza a la renuncia de lo mejor que habita en ellos para convertirse en depredadores o depredados , el conocimiento del ser ético , de la raíz ética que ha habitado y pervive en nuestro territorio americano y planetario es un hilo de luz para no extraviarse en el laberinto y dilapidar la preciosa vida causando daño o persiguiendo con ferocidad las ilusiones de la felicidad que el clan de los astutos continua ofreciendo en televisiones , radio y prensa.



[1] Hijo de Manuel Cepeda, el que fuera líder comunista, periodista y senador, miembro del partido Unión Patriótica. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) demandó a Colombia por la ejecución extrajudicial en 1994 de Manuel Cepeda Vargas y un tribunal de Colombia condenó al Estado a pagar una indemnización de más de 1.200 millones de pesos (unos 515.000 dólares) por su asesinato, el 10 de diciembre de 2008.