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Batalla de ideas

Exclusión política, dictadura mediática y democracia de baja intensidad

Fuentes: El Siglo

El tema de la exclusión se asocia absolutamente a la pregunta ¿es Chile una democracia?. No, Chile no es una democracia. Evidentemente, es un régimen que no es la dictadura militar pero que mantiene con la dictadura militar un tácito consenso y acuerdo para gobernar y administrar el país conforme a la estructura delineada por […]

El tema de la exclusión se asocia absolutamente a la pregunta ¿es Chile una democracia?.

No, Chile no es una democracia.

Evidentemente, es un régimen que no es la dictadura militar pero que mantiene con la dictadura militar un tácito consenso y acuerdo para gobernar y administrar el país conforme a la estructura delineada por la dictadura.

En este sentido, Chile es el país donde el fin de la dictadura no llega, a pesar de que el dictador no está ahí.

El dictador ha muerto

Pinochet no está, después que hizo, como lo manifestó algún ingenioso, un perro muerto, porque se fue sin pagar la cuenta.

Los admiradores, que se mostraron tan agresivos, furiosos e implacables en sus funerales, prosiguen en la tarea de librar una batalla inútil para que en Chile no se hable del dictador, si no del presidente, en circunstancias de que en todo el mundo la palabra Pinochet se asocia a la palabra dictador.

Este país tiene una venda en los ojos, puesta por los medios de comunicación y el pinochetismo, porque Pinochet ha muerto pero lo que no ha muerto es el pinochetismo, y lo tendremos por algún tiempo, porque controla en demasía al país. Tiene el control del poder económico; tiene casi la mitad, que puede ser un empate, en el Parlamento; es poseedor de todos los medios de comunicación más influyentes, empezando por la televisión, y es el único país que yo conozca donde la izquierda, el mundo democrático, el mundo progresista, el mundo libre, no tiene ningún diario para hacer frente a la campaña de envenenamiento cotidiano que realiza el poder monopólico que a través de dos cadenas, El Mercurio y La Tercera, controlan absolutamente los diarios del país y pesan en forma decisiva en la televisión.

Retroceso

Así, Chile ha retrocedido.

Pensar que en este país había movimientos democráticos que permitían llegar al poder, y también alimentar la conciencia libre de las audiencias, porque ahora todo lo que se dice es mentira o una media verdad que siempre le favorece a ellos. Así también ocurre en la televisión, incluso en Televisión Nacional, que empieza todos sus noticiarios con crimen, más crimen y más crimen. Sencillamente, el país no está representado ni está informado sobre el mundo que avanza; de lo que sucede en América Latina casi no hay referencia.

Y eso está impuesto naturalmente, no digamos por los canales que son propiedad directa de Piñera o de Claro, sino por la misma Televisión Nacional que está regida por un directorio empatado: tantos de derecha, tantos de la Concertación, por lo tanto no se puede atacar, no se puede defender y es bastante desastroso ver como la derecha hace rato está a la ofensiva desde el punto de vista comunicacional, y toma el hecho de la corrupción como si ella no fuera la madre de la corrupción y fuera socia de todos estos desmanes.

Creo que estamos en una situación que de alguna manera impresiona al mundo que creyó que con el desplazamiento de Pinochet llegaría la democracia. Se acabó esa aureola de un Chile democrático, y el efecto que tuvo la transmisión de la televisión de los funerales de Pinochet, con todas las provocaciones, hizo que en el mundo entero se manifieste la preocupación por la falta de democracia en Chile, la falta de respeto por los derechos humanos, asunto que corresponde al fondo, a la esencia del sistema.

La exclusión es la coronación del sistema, para no remitirnos a épocas lejanas, por ejemplo, aquella declaración que hizo a fines del siglo XIX el banquero Matte: «somos los dueños del país, tenemos el capital y también el suelo, todo lo demás es masa influenciable y vendible; por lo tanto no tienen derecho a ningún poder». Esta «filosofía» de los patrones, horrible, no desapareció del todo. Ya hay en nuestro país una base de la historia que desde la conquista y la colonia y también del siglo XIX y el siglo XX continúa vigente, la fuerza del imperio del dinero y del mercado, agravada la transformación de la sociedad en muchos países del mundo, en el sentido de renunciar a los valores y hacer del dinero, del consumismo, los valores más importantes de la vida. Ya no son ni la democracia, ni la libertad, ni el respeto por la persona, y esto es absolutamente necesario asumirlo.

Mentira redonda

A Pinochet le gustaban los plebiscitos, porque los fabricaba en el escritorio, y una semana o un mes antes tenía listos los resultados, antes de que se realizara el plebiscito, y alguna vez, -a propósito de alguno de los primeros plebiscitos-, dijo que él había votado tres veces y que incluso la tercera vez lo hizo usando el nombre de su perro. Esas eran farsas grotescas, en que el mismo Pinochet decía «bueno, se acabó la política, no habrá elecciones».

Un día, uno de sus asesores más importantes, Jaime Guzmán, habló sobre el tema con él y le insinuó que deberían hacerse elecciones.

Pinochet se irritó: «para que quiere elecciones, ¿para perderlas?, no las habrá nunca»; no, le dice Guzmán, hay que inventar un sistema que permita en toda circunstancia que siempre ganemos y nunca perdamos, pero hacerlo con la ley. Y no le costaba nada hacerla, porque la ley como ley discutida no existía; bastaba un decreto en cinco minutos, o en un minuto. Así se fabricaba una ley sobre la base de que así lo requería el sistema, el dictador o sus tecnócratas y Chicago boys. También de allí partía esa idea de que nunca podría renunciar, porque se habla incluso, de que Pinochet -según sus parciales-, bueno, fue un dictador, cometió algunos excesos, -le llaman excesos a la hecatombe-, pero le abrió el camino a la democracia y se la entregó al mundo civil, porque él buscaba la democracia.

Eso es una mentira redonda, una más del millón de mentiras.

Su cómplice y compañero de Junta, Mathei, el Comandante en Jefe de la Aviación, ha dicho en un libro recordando esta discusión, de que él -cosa que fue efectiva-, el día del último plebiscito, atravesó La Moneda por el patio y habló con los periodistas que le preguntaban cuál había sido el resultado del plebiscito. Les dijo «hemos perdido», y enseguida entró a la reunión con Pinochet y con la Junta. Allí Pinochet le dijo «tengo todo previsto, voy a decretar el Estado de Sitio, el toque de queda, sacaré tropas a la calle, y hoy los comunistas van a hacer un gran desorden, así es que yo no me iré, no me voy del poder». Y los otros miembros de la Junta, incluyendo a Mathei, sintieron que era ya la locura absoluta, y que el país jamás soportaría esto.

Le dijeron, «eso no es sensato, hay que reconocer que hemos sido derrotados».

Este les dijo «así que me dejan solo a mí, tengo que trabajar solo con el Ejército, y ustedes sencillamente se lavan las manos».

«Nosotros lo apoyamos si se atiene a una respuesta sensata», y él se puso furioso.

Uno de los presentes se desmayó, porque era una reunión muy tensa, Entonces Pinochet dice: «me defenderé con los míos», o sea con el Ejército, cosa que tampoco podía hacer porque se le venía encima el mundo entero.

De manera que esto de presentarlo como una especie de padre de la democracia, es una mentira colosal, desvergonzada.

Tongo con resultado previsible

El problema es que este invento electoral se lo recomendó Guzmán; se procuró esa operación de ingeniería, que consistía en asegurar que siempre se ganara las elecciones y para este efecto se dictó el sistema binominal, de acuerdo con espíritus demócratas más o menos desfallecientes, que ya habían colaborado con la idea de dar el golpe, que habían movilizado todos los organismos representativos empezando por el Senado, la Cámara de Diputados, la Contraloría, la Corte Suprema, para proclamar que el régimen democrático mil por mil de Salvador Allende era una dictadura atroz que precipitaría Chile al infierno, y todavía siguen hablando de eso.

Lo que fue efectivamente la Unidad Popular, con todos sus valores positivos y valores morales, debe ser un tema que se toque más y más, para que, especialmente a las nuevas generaciones, e incluso algunos que vivieron esa época, recuerden ese régimen absolutamente democrático y respetuoso de los derechos humanos.

El régimen electoral de Chile es el más monstruoso y antidemocrático que exista en el mundo y es de un cinismo espantoso.

Algún humorista dijo que han impuesto una revolución en las matemáticas, porque aquella combinación que obtiene un tercio más uno, consigue el mismo número de parlamentarios que aquella que obtenga dos tercios menos uno, o sea, que 33 ó 32 elige igual o es igual a 66 ó 65, y así estas elecciones son una farsa, siempre. Un «tongo», donde los candidatos que van a ser elegidos se pueden prever.

En la dictadura de Carlos Ibáñez él disolvió el Congreso, e ideó o idearon sus asesores, lo que se llamó el Congreso termal, porque Ibáñez funcionaba en las Termas de Chillán. Allí llamó a los jefes de partido de ese tiempo que eran los conservadores, los liberales, los radicales, los demócratas, algún tránsfuga sindical, a fin de repartir los puestos en la Cámara y en el Senado entre todos ellos; de tal manera que lo que tenían que hacer era ir a presentar el número de candidatos que exigía la ley y formar la Cámara, sin que hubiera elecciones, y así se hizo, no hubo elecciones y se designaron entonces esos senadores y diputados termales, como se llamaron. Ahora el resultado es el mismo, porque con esto del sistema llamado binominal, significa que siempre las dos coaliciones eligen uno y uno. Ya se sabe, porque la atribución es generosa, precisa, tiene de antemano nombres y apellidos, nada puede fallar, con un criterio: el pueblo tiene que estar al margen, porque para ellos es una masa vendible, pero influenciable, que en una elección libre puede derrotarlos, sobretodo con el plebiscito.

Así este sistema es antidemocrático de esencia, porque así con estos parlamentos sumisos dóciles, que realmente no establecen una defensa estricta de los derechos humanos, ni del pueblo, que está ausente, que es una especie que lo que en derecho se llama un muerto civil. Tiene el derecho a votar por el Presidente, puede votar por un diputado, pero no lo sacará por un senador, no lo sacará porque como se recordaba aquí los quórum son altos, de tal manera que tampoco, según la ley se puede derogar el sistema, incluso con el Congreso actual. No se puede. Ya Lagos hizo el espectáculo, o quiso salvar su responsabilidad, enviando proyectos de derogación que nunca fueron aprobados, ni siquiera discutidos.

Movilización

Entonces yo me pregunto ¿y qué vamos a hacer?.

Lo que es necesario hacer es realizar todos los esfuerzos, pero sobre todo más que al Congreso, más que a los partidos de la Concertación, con los cuales también se puede, desde luego, conversar, como se puede conversar para una real derogación con otros, que se comprometen y después finalmente no cumplen. Lo que corresponde es la expresión de la calle, o sea la movilización social, que salga la gente, todos los descontentos, los estudiantes, los empleados públicos, los empleados particulares, la gente que sufre por la falta de una adecuada atención médica, que salgan todos a la calle, y a mi me pareció que aquella llamada explosión de los pingüinos, es decir de los estudiantes, de la básica y también de la enseñanza media, es el gran ejemplo que debemos observar a través de las poblaciones, los sindicatos, los trabajadores, uniendo a todos los descontentos, a todos los que no aceptan este régimen, donde no son sólo los comunistas, los miristas, la gente de izquierda, la puesta al margen de la sociedad y que están en condiciones de ciudadanos pasivos, sino que esto afecta a la gran mayoría de la población.

Hemos empezado un nuevo gobierno, nosotros votamos por Michelle Bachelet y vemos que desgraciadamente es más de lo mismo, lo cual lo aprovecha la derecha para pasar a la ofensiva de la manera más tenebrosa, más brutal, como que a ratos recuerda una escena durante el gobierno de Allende.

El golpe de Estado no debe venir nunca más, pero gente como Moreira y muchos otros, dicen «no hay que decir nunca más», sino que admitir una vez más y porque no, si se presentan las condiciones favorables para el golpe, de tal manera que hay que estar alerta.

Chile no es hoy una nota buena.

Con verde esperanza

Hay países que adquieren un sentido de independencia y también de atención social, de respeto por su pueblo, que son grandes ejemplos, y se pretende que Chile continúe con el mercado todopoderoso, con la injusticia absoluta, con la falta de justicia, porque en los últimos día el Poder Judicial ha fallado favoreciendo en algunos procesos a los familiares de Pinochet, y también al albacea de Pinochet; lo presentan como grandes triunfos, porque al fin y al cabo esta lucha atraviesa también todo el país. De alguna manera tiene elementos de apoyo en la justicia, en los Tribunales, en el Parlamento y absolutamente el poder de los medios. Creo que el papel de los medios, es un papel escandalosamente corrupto y negativo de la verdad, y también esas llamadas del programa con consulta colectiva telefónica, siempre son manipulaciones para conseguir que la respuesta sea una respuesta como que si la conciencia social se hubiera perdido.

Es muy importante recuperar la conciencia social.

Solos no conseguiremos derribar esta confabulación, en que ellos se pelean, pero en el momento de mantener las bases del sistema, inamovibles, que es el caso también del sistema neoliberal, se juntan o no dan la votación suficiente como para ser aprobada.

Yo creo que lo que tiene que hacer la gente es salir a la calle, la clase obrera con sus problemas, no van a inventar pretextos; van a hablar de la vida, de sus descontentos, de sus necesidades desconocidas, de la injusticia, y también contra la corrupción, porque la corrupción en este país existe, aunque se haya jactado siempre de ser en América Latina un país relativamente virtuoso, pero fue corrompido en buena parte por la dictadura y los métodos deshonestos también se abrieron sobre la base de que la dictadura había copado toda la administración pública.

El país está maniatado en buena parte, hay que romper las amarras, hay que pasar a una ofensiva y hay que operar con la cabeza, con la inteligencia, con imaginación. Necesitamos robustecer esa esperanza que aparece magnífica, como nunca, en América Latina con los ejemplos de Cuba, de Venezuela, de Bolivia, de Brasil, el ejemplo de Ecuador, de Uruguay. Es decir, la mayor parte de América Latina hoy mira hacia la izquierda. Como se ha dicho, el mapa se pinta de color verde esperanza, y en esa esperanza participamos, pero siempre que lo sepamos hacer en la calle luchando cada día y con todos los aliados que sean necesarios para restablecer en Chile una democracia real, y sea un digno acompañante del resto de esa América Latina de Bolívar, de San Martín, de O’Higgins, de Manuel Rodríguez y de Salvador Allende.

Este texto es la Intervención del ex Secretario General del Partido Comunista de Chile, y Premio Nacional de Literatura, en el Panel Exclusión, Sistema Electoral y Democracia, de la Fiesta de los Abrazos. Título y subtítulos de la redacción.