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¿Facilitar o negociar?

Fuentes: Vea

En el conflicto colombiano, la noticia de la semana ha sido el nombramiento de la senadora Piedad Córdoba como «facilitadora» de un acuerdo humanitario, la nominación fue sorpresiva por tratarse de una de las más acérrimas opositoras al presidente Uribe. Por lo que aparecería como un «ablandamiento» del filo fascista presidente vecino, en cambio simplemente […]

En el conflicto colombiano, la noticia de la semana ha sido el nombramiento de la senadora Piedad Córdoba como «facilitadora» de un acuerdo humanitario, la nominación fue sorpresiva por tratarse de una de las más acérrimas opositoras al presidente Uribe. Por lo que aparecería como un «ablandamiento» del filo fascista presidente vecino, en cambio simplemente es otra trampa del imperialismo y de su lacayo, pero lo que es peor una trampa repetida, veamos como son las cosas.

En la VI Cumbre Social Latinoamericana y Caribeña, la senadora de la oposición liberal colombiana reiteró la exigencia a las dos partes del conflicto colombiano por un Acuerdo Humanitario que destrabe la situación de los rehenes militares y civiles en poder de las FARC, y de los presos políticos de la guerrilla en manos del régimen de Uribe. Luego vino el pedido público de Piedad al presidente Chávez, en el Alo Presidente del 5 de agosto, y la respuesta del comandante expresando la disposición de ayudar, previa consulta a Uribe.

Piedad le pidió cita al presidente colombiano, a fin de transmitirle la solicitud de Chávez. La entrevista entre los dos contradictores fue realizada el miércoles 15, entonces la senadora fue cogida fuera de base por un escenario que no había evaluado: Uribe en vez de negarse de frente, le contesto que «dado que ella tenia la disposición y además ascendencia con el presidente venezolano y la guerrilla» la nombraba «facilitadora», para un acuerdo humanitario con las FARC. Esta noticia puede ser novedosa en Venezuela pero es trasnochada en Colombia.

Desde su llegada al poder hace 5 años Uribe ha nombrado una docena de facilitadores, el presidente de la conferencia episcopal Luís Augusto Castro, el ex-candidato Álvaro Leyva, la esposa de uno de los retenidos Lucy Gechen, los gobiernos de Francia, Suiza y España, entre varios otros, en todos los casos Uribe los muestra como evidencia de su supuesta «disposición a negociar» cuando precisamente el nombrar a alguien ajeno a su entorno es la garantía de no compromiso. Merece la referencia específica del antecedente de monseñor Castro, de quien las FARC, con respeto, se declararon «aburridos» por insistir en un rol que no servía para nada, al tiempo que no denunciaba la displicencia del gobierno y el ping-pong que juegan presidente y su consejero de paz, que enredan al país al dilatar lo único que podría hacer avanzar un acuerdo: un encuentro cara a cara con la guerrilla para negociar.

Cuando Uribe cogió a Piedad fuera de base, es claro que ella conocía que existe una directiva de las FARC de recibir personalidades y hablar con todos quienes quieran hablar con ellos, pero sobre el «canje de prisioneros» -que es el término de guerra real para llamar el «intercambio humanitario»- no aceptan ninguna intermediación. Toda Colombia y el mundo saben que lo único viable es la existencia de un espacio despejado, para que ahí se puedan sentar las dos partes del conflicto.

También es publico que las FARC no traga el anzuelo del gobierno de «manejar contactos con prudencia, discreción, reserva, etc.» necesaria supuestamente por ser temas delicados, con lo que el «comisionado de paz» y el presidente justifican la «facilitación». Al contrario también es conocido que las FARC exige que los contactos deben ser públicos y directos con el gobierno e igual todo lo que se hable y se trate debe ser público y abierto, y además no aceptan contactos ni encuentros en el exterior, que por supuestas razones de seguridad se necesite traslado a otro país.

La senadora Piedad y demás entendidos saben que no hay nada «caprichoso» en el tema de área y, o zona de despeje y sitio seguro y estable de conversaciones por 45 días, ya que las FARC se comporta, teóricamente sí se quiere, como un «estado alternativo», es una insurgencia política armada que desafía al estado de derecho y que no ha sido derrotada. Uribe no es un estadista, es un tahúr, con cartas y dados marcados, que invoca: la «majestad del estado y la protección de la patria» que todos los días viola y violenta, y por eso las FARC saben que sus delegados a la negociación, no podrán llegar con salvoconductos del tahúr, así que la única alternativa es que el encuentro se realice dentro de Colombia.

Cuando cogió fuera de base a Piedad, se equivocaba otra vez Uribe, queriendo y creyendo «acorralar» a las FARC. Ante la falta de triunfos en combate el presidente colombiano, se complace con derrotar a la guerrilla en el espacio virtual que le han inventado los medios de comunicación de la oligarquía. Por esto en Colombia se especula que la entrada del comandante venezolano conseguiría ablandar a la guerrilla. Los mitómanos de los medios de desinformación, dicen que Chávez tiene mando sobre las FARC, ahora se han creído su mentira, y esperan que el presidente bolivariano le de la orden a Marulanda. Asimilan a los farianos con el ELN, la guerrilla de diseño que después de 40 años se esta desmontando en La Habana; poco conocen que el origen de las FARC nunca fue el foquismo, que siempre estuvo ligada a la lucha por la tierra, a la resistencia campesina al latifundio.

Terminamos con la pregunta del millón, ¿porqué creer que la facilitación ahora sí y antes no?, aunque existan algunos peritos que le han ofrecido a la senadora Piedad una respuesta «ablandada» de las FARC, la evidencia nos muestra lo contrario. Se habla también de la posibilidad de involucrar a los presidentes Correa, Ortega, Torrijos y Lula, bienvenidos sean, pero si los países hermanos quieren ayudar a apagar el incendio colombiano, el agua en este caso es exigirles a los dos actores del conflicto por igual, que de una vez por todas se sienten a negociar.