Un reportaje emitido por Canal 13 sobre el vínculo, levantado como un hecho, entre las alumnas de un Liceo de Santiago y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), el grupo armado que combatió a la dictadura de Pinochet, ha develado una vez más el sesgo informativo de los grandes medios chilenos al convertir un producto […]
Un reportaje emitido por Canal 13 sobre el vínculo, levantado como un hecho, entre las alumnas de un Liceo de Santiago y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), el grupo armado que combatió a la dictadura de Pinochet, ha develado una vez más el sesgo informativo de los grandes medios chilenos al convertir un producto audiovisual informativo en una pieza de propaganda.
El espacio, en uso de su alta audiencia apoyada por la capacidad financiera del grupo Luksic, el mayor consorcio empresarial chileno dueño de la televisora, fue lanzado en medio de la discusión del proyecto del gobierno de Sebastián Piñera Aula Segura, que intenta castigar con la expulsión a los alumnos comprometidos en acciones de protestas.
Las imágenes empleadas por el Canal 13 se licuaron a las pocas horas: Correspondían a una obra de teatro, pieza de ficción tan real como el reportaje televisivo. Entre los estudiantes y algunos observadores agudos el montaje quedó en evidencia, en tanto el canal, tras esbozar unas disculpas bajo cuerdas, arropaba a sus periodistas y creadores de la pieza publicitaria.
Los medios de comunicación escalan a convertirse en la maquinaria más eficiente para el control y el adoctrinamiento social. Unas tecnologías disputadas durante el siglo pasado entre el capital y las fuerzas sociales y políticas, hoy, apropiadas por las corporaciones y el capital financiero en connivencia con el poder político, son herramientas cotidianas para el reforzamiento del statu quo y estructuras normativas favorables.
Los medios de comunicación de masas, desde los impresos a los audiovisuales, con la radio en un lugar destacado durante gran parte del siglo pasado, fueron poderosas fuentes de difusión de mensajes cuyos emisores mantuvieron un relativo equilibrio como representantes de los diferentes discursos políticos y sociales. Las grandes cadenas estatales europeas fueron un ejemplo de esta tradición política hacia los medios de comunicación, lo mismo que normas hacia los grandes medios privados para su necesario equilibrio en la representación mediática de las diversas fuerzas sociales, económicas y políticas.
Este equilibrio, que mantuvo durante largos años una percepción, aun cuando generalmente artificial, de objetividad de los productos informativos, se ha roto con la penetración en todos los espacios del paradigma mercantil. El mercado y sus relaciones, elevado como falaz expresión de la naturaleza en todos los ámbitos de la vida humana, también ha absorbido a no sólo los medios de comunicación, sino también a las mismas comunicaciones, canalizadas a través de tecnologías privadas. El espacio del mercado es hoy la escena de las comunicaciones. Desde aquí se levanta su razón de ser y sus reglamentos, que en el lugar neoliberal es simplemente la ley del más fuerte, la ley impuesta por el capital.
Durante gran parte del siglo pasado el enorme poder de los medios fue amortiguado por las fuerzas políticas. Hoy, con un poder extendido a través de nuevas tecnologías, son una herramienta exclusivamente en manos del capital. Un arma con efectos absolutos, totalitarios, sobre la población receptora.
El auge neoliberal en América Latina corre en el mismo carril de los medios hegemónicos. La restauración y profundización hasta nuevos extremos del modelo en diversas latitudes tiene sus explicaciones en los discursos excluyentes y sesgados sembrados día a día por la maquinaria mediática.
La apropiación de las nuevas tecnologías por el gran capital y su uso desembozado para imponer comportamientos y torcer el pensamiento alcanza nuevas fronteras. No sólo son los medios, sino también la intervención a través de todas las mediadas comunicaciones humanas. Una línea cada día más clara une a los grandes medios con los mensajes que circulan a través de las redes sociales. Finalmente, el ciudadano se mantiene como simple receptor, abierto a los mensajes producidos por las grandes cadenas, los que reproduce y amplifica, a modo de postverdad, por sus redes sociales.
El control del capital sobre los medios y las comunicaciones tiene otros efectos aún más perversos. El poder panorámico que ejercen penetra a todas las instituciones y al aparato político, andamiaje teñido y comprometido con sus sesgadas verdades.
El caso de Canal 13, del magnate Andrónico Luksic, es paradigma del nuevo vuelo de los grandes medios corporativos. De la supuesta objetividad a las fake news y a la postverdad. Canal 13 no ha tenido límites en su tendencia conservadora, acaso militante, para difundir sus propias verdades. Una tendencia mediática con nuevos adeptos y que en nuestras latitudes ha sido modelo con raíces históricas. La prensa hegemónica y totalitaria chilena ha sido militante desde sus orígenes y es una causa y explicación de nuestro encierro circular neoliberal. La demonización por los medios durante toda la posdictadura del FPMR es un caso palmario.
*Periodista y escritor chileno. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)