La presencia de miembros de la Delegación de Paz de las FARC-EP en el corregimiento de Conejo, en el departamento de la Guajira, ha desatado una injustificada polémica levantada por los más connotados voceros de la derecha guerrerista. Se indignan los pregoneros de la continuación de la guerra, porque nuestros voceros llegan desde La Habana […]
La presencia de miembros de la Delegación de Paz de las FARC-EP en el corregimiento de Conejo, en el departamento de la Guajira, ha desatado una injustificada polémica levantada por los más connotados voceros de la derecha guerrerista.
Se indignan los pregoneros de la continuación de la guerra, porque nuestros voceros llegan desde La Habana con un mensaje de paz y reconciliación a uno de los departamentos más castigados por el olvido y la corrupción de las élites gobernantes.
Tras el manido argumento del proselitismo armado, se pretende imponer el aislamiento de nuestra delegación y la prohibición de interactuar con los distintos sectores de la sociedad interesados en conocer los desarrollos del proceso. No se puede argumentar inexistentes compromisos en los protocolos acordados por las partes para el traslado de los delegados de las FARC-EP a Colombia, con el fin de socializar los avances del proceso con los guerrilleros y las masas que históricamente nos han acompañado, para desconocer el derecho a la libre información que asiste a todos los ciudadanos.
El momento actual, en el que la posibilidad de firmar un acuerdo definitivo de paz se hace más cierta, antes que ceder espacios a los enemigos de la paz y la reconciliación, exige de los principales protagonistas del proceso, la firme decisión de sortear de manera concertada cualquier obstáculo que pueda presentarse en el camino de la solución política. En esa dirección invitamos al Gobierno Nacional a trabajar para superar este impase.
Ante la embestida guerrerista lo que se impone es la más amplia movilización del pueblo colombiano en defensa de su derecho a la paz con justicia social, democracia y soberanía.