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La verdadera razón de la firma de los acuerdos de La Habana

Farcicon valley, la fábrica tropical de computadoras mágicas e indestructibles, un cuento de terrorismo estatal y mediático

Fuentes: Rebelión

Reproducimos nuevamente este artículo de Renán Vega Cantor, en el 10º aniversario de la masacre de Sucumbíos

«Si desean computadoras mágicas e indestructibles, contacten con las FARC».

Disponible en http://jmalvarezblog.blogspot.com.co/2011/11/si-desean-computadoras-magicas-e.html

 

«[…] mientras escribo esto voy tomando la decisión de […] comprarme uno de esos estuches de laptops que – según declaraciones del Ministro de Defensa de Colombia – parece compró Reyes, el segundo de las FARC recién asesinado por el ejército colombiano en territorio ecuatoriano. Evidentemente, estábamos todos equivocados: no es la marca de la computadora lo que interesa, sino el estuche con acolchonamiento especial que soportó el bombardeo, las ondas expansivas, la masacre y los ajetreos en medio de la noche y de la selva. Quienes sepan dónde se consiguen, por favor pásenme el dato».

Rosa María Torres, Si el ejército colombiano llega a encontrar mi computadora…, marzo 8 de 2008, disponible en http://www.alainet.org/es/active/22684

Muchas cosas se han dicho sobre las razones que explican que en la Habana hubieran llegado a buen término las conversaciones de paz. Sin embargo, nunca se ha mencionado la razón fundamental que llevó al gobierno de Juan Manuel Santos a firmar un histórico acuerdo con los rebeldes. Ahora, después de correr tanta agua bajo los puentes, por fin develamos la causa verdadera que explica la firma de ese acuerdo. Para el gobierno colombiano se trata de apropiarse de la fábrica tropical de computadoras mágicas e indestructibles que habían construido las FARC-EP en las selvas de Colombia, pero no para que este país se vuelva un nuevo gigante de la emergente revolución informática, sino todo lo contrario, para que nunca lo sea.

Sí, aunque suene extraño, en lo profundo de la manigua de este país se reprodujo una especie de Silicon Valley (Valle de Silicio), por la calidad de computadoras que allí se generaban. Por esta razón, los grandes capitalistas del mundo, junto con sus respectivos gobiernos, empezando por los Estados Unidos, se dieron a la tarea de develar el secreto que explica la existencia de Farcicon Valley (Valle de las FARC), como empezaron a llamar sin mucha originalidad al lugar donde se producían esas misteriosas laptops, mágicas e indestructibles.

Los grandes gurúes de la informática, ingenieros, emprendedores, negociantes y teóricos del mundo virtual, se encontraban alarmados porque en Colombia, un país tropical y siempre subdesarrollado, en una forma milagrosa y sin contar con antecedentes en la materia, se pudieran diseñar tan fantásticas máquinas, que causan el asombro y la envidia -de la buena y de la mala- en todo el orbe. ¿De dónde y cómo surgió ese espíritu emprendedor con barniz tecnológico en ciertos humildes colombianos, de las FARC-EP para ser más precisos, propio de los innovadores que han revolucionado el mundo con sus inventos, como se viene haciendo desde hace décadas en Silicon Valley?

A raíz de estos hallazgos, el catalán Manuel Castells, la estrella teórica de la Sociedad de la Información, se ha visto obligado a reformular sus tesis sobre los lugares y condiciones adecuadas para que un país pueda dar el salto hacia la sociedad informatizada. Queda eclipsada su teoría, que reproducen los cultores de la informática, según la cual para ser competitivos en el mercado mundial de computadores y de tecnología informática se requieren unas condiciones especiales, como las existentes en California, Estados Unidos, donde se fundieron en una forma creativa innovación, libertad de empresa, sed de ganancias, conocimientos aplicados, universidades abiertas a los negocios, y un entorno institucional favorable.

El descubrimiento de los computadores mágicos se hizo en forma repentina, en una especie de serindipia -para utilizar ese término tan elaborado que se refiere a descubrimientos afortunados e inesperados, que se puede traducir a nuestro lenguaje cotidiano como simple chiripa– cuando en la noche del primero de marzo de 2008, aviones de las Fuerzas Armadas de Colombia, pero piloteados por aviadores de los Estados Unidos, invadieron el territorio del Ecuador y, con premeditación, alevosía y ventaja, bombardearon un campamento de las FARC-EP, masacrando a 26 personas, entre ellos a Raúl Reyes, comandante de ese grupo insurgente. Utilizaron «bombas inteligentes», de esas que solo matan a seres humanos y animales pero que dejan en perfecto estado a las cosas inanimadas. Se usaron por lo menos media tonelada de explosivos, que arrasaron con las formas de vida que se encontraban en un radio de unos 300 metros.

Entre los muertos estaban cuatro estudiantes mexicanos y un ciudadano ecuatoriano, y los restantes eran colombianos. Tras el bombardeo nocturno sobre personas indefensas que dormían, tropas de asalto descendieron sobre los escombros humeantes para secuestrar el cadáver de Raúl Reyes y, quedaron estupefactos al encontrar en medio de la destrucción y la muerte unos pequeños aparatos que desprendían una luz desconocida para ellos y que de inmediato les llamó la atención. Su sorpresa aumentó al comprobar que, a lo largo y ancho de lo que hasta hacía pocos momentos era un campamento guerrillero, se encontraban esas mismas luces que iluminaban la oscuridad de la tenebrosa noche, que olía a muerte y odio. Esas luces procedían de unos computadores que estaban indemnes y, como si tuviera vida propia y alma, estaban funcionando a pesar de que ningún ser humano los estuviera accionando.

El hecho generó expectativas entre las tropas de asalto, porque nunca hasta ese momento se sabía de computadores portátiles que resistieran bombas de gran poder y siguieran funcionando normalmente. Pero allí estaban esas laptops en plena selva, ante el asombro de los agresores, que entendieron, por aquello de la inteligencia que caracteriza a los militares, que estaban descubriendo algo extraordinario, que debía ser contado al mundo. A los asaltantes e invasores de Colombia no les importaban los muertos y la destrucción que habían causado en territorio del Ecuador, sino que, embriagados ante la tecnología, se maravillaban de las computadoras que aparecían ante sus ojos, con luz enceguecedora en medio de la selva y procesando información en forma automática. El asombro fue aumentando al comprobar que, además, eses portátiles tenían una fuente de energía casi misteriosa, puesto que sus baterías siguieron trabajando sin interrupción durante varios días, luego del bombardeo. Aparte de haberse encontrado con unos computadores indestructibles, también sorprendía que estos funcionaran con una batería inagotable.

Era como estar viendo la laptop de Nicolas Negroponte, un gurú mundial de la informática, quien llevaba varios años anunciando que él era capaz de sacar al mercado un computador portátil para niños, que requería un mínimo consumo de energía, hasta el punto que el cargador de batería funcionaba con una manivela que suministraba diez minutos de alimentación eléctrica por cada minuto que se le diera cuerda.

Atrajo la atención de los asaltantes, entre los cuales se encontraban militares de Israel y de los Estados Unidos con conocimientos de sistemas, que las computadoras estuvieran revestidas con un tejido especial, a manera de maleta protectora, de un material que resistió tanto a las bombas como al fuego, lo que ponía de presente la magnitud del descubrimiento que se estaba haciendo en ese momento. Era un material tan resistente como el de las cajas negras de los aviones, más aún las computadoras presentaban un extraño aspecto de nave especial en miniatura, como si hubieran sido hechas por marcianos.

Cuando las computadoras fueron traídas a Bogotá causaran una extraordinaria sensación, la que sólo se puede producir cuando se tiene conciencia de estar en presencia de algo novedoso, que va a cambiar la historia de la humanidad. Rápidamente, las expectativas fueron rebasadas por la realidad, ya que las computadoras encontradas en el campamento de Sucumbíos, como en los cuentos fantásticos, parecían contar con un hada mágica que revelaba nuevos e intrincados secretos, a medida que pasaban los días. Es bueno recordar algunos de esos secretos.

En una sola de las computadoras, como luego lo corroboró la Interpol, se encontraba la fabulosa cantidad de 39 millones de páginas de Word, lo que indicaba, aparte de una gran capacidad de almacenar información, que los líderes de las FARC-EP eran eximios digitadores o tenían a su servicio robots que tecleaban de día y de noche, durante las 24 horas, sin descansar nunca.

Esos digitadores habían desafiado el tiempo y al parecer tenían como secreto adicional el de la eterna juventud, que tanto ha desvelado a la humanidad desde épocas inmemoriales. En efecto, si se contabilizaran unas cien páginas digitadas por día, se puede concluir que la suma de años de la labor de digitación de Raúl Reyes y los suyos era de 10 mil años. Como quien dice el líder guerrillero era en realidad un personaje que había nacido durante la revolución neolítica (que sucedió hace unos diez milenios), pero cuya alma había transmigrado a muchos cuerpos durante unas 200 generaciones, lo que haría las delicias de Pitágoras y su Metempsicosis (espíritu que peregrina a través de varios seres y no solo humanos), y no había hecho otra cosa que digitar y teclear en una eterna computadora, que de seguro era diabólica o tenía algún pacto con el diablo, al estilo de Fausto.

Eso indicaba que Raúl Reyes no había estado en realidad peleando con un fusil sino que administraba una sofisticada fábrica de computadoras mágicas, eternas e indestructibles, con la finalidad de destruir Silicon Valley y los parques tecnológicos de los Estados Unidos y de las grandes potencias.

En esa computadora se registraban noticias sobre el mundo, en pasado, presente y futuro, con nombres propios y con datos de una precisión asombrosa, que la convirtió en una fuente única y excepcional para la historia de Colombia y del mundo. Gracias a esa computadora nos enteramos de sucesos extraordinarios del presente y el futuro inmediato: Colombia es el país más feliz del mundo, Estados Unidos es el mejor amigo de la humanidad, Alemania iba a golear 7 a 1 a Brasil en el mundial del 2014 y de mil cosas trascendentales por el estilo.

A través de las computadoras se pudo establecer que las FARC-EP poseían un notable sistema de contabilidad, de administración y de manejo de personal, porque guardaban con esmero hasta la más mínima información que tuviera que ver con esa organización. Estaban, como se dice en la jerga, vinculados a un sistema informático, lo que los diferenciaba del comportamiento de Al Qaeda, al que Osama bin Laden, su ideólogo y jefe máximo, había ordenado después del 11 de septiembre de 2001 que suprimiera la utilización de cualquier medio tecnológico de comunicación -incluyendo al simple teléfono fijo- y usara las formas de comunicación de hace varios siglos (como mensajes escritos a mano y en papel) porque no había otra forma de mantener una guerra contra el poderoso imperio de los Estados Unidos desde una caverna situada en Afganistán o Pakistán.

Esos computadores mágicos son una ilimitada fuente de información que causa sensación entre los policías, políticos de extrema derecha y entre los medios masivos de incomunicación. Por eso, no sorprende que El Tiempo, El Espectador, Semana, RCN, Caracol e incluso medios internacionales como El País, de España, desde el mismo día del descubrimiento de la computadora mágica, hayan encontrado a un Aladino posmoderno, que les suministra una información de ensueño. Por ejemplo, el general Osvaldo Manzano, quien dirigía la Policía Nacional en el momento de incautar los computadores de Raúl Reyes, informó el 2 de marzo de 2008, es decir a escasas 24 horas de su hallazgo esos computadores hablaban por sí solos y botaban impresionantes noticias. Ese día se reveló que, según esas laptops, las FARC-EP eran financiadas por poderes intergalácticos, ya que los correos electrónicos cruzados entre uno de sus comandantes y los presidentes de Marte, Venus y Júpiter, confirmaban que esos planetas son redomadamente castro-chavistas.

Por la computadora indestructible de Raúl Reyes nos enteramos que las FARC-EP tenían una gran capacidad tecnológica y científica, hasta el punto que la información consignada en la memoria dura de ese artefacto reveló que estaban preparando una bomba atómica en el trópico, ya que habían negociado unos 50 kilos de uranio con traficantes de ese peligroso mineral radioactivo. A partir de esa información se puede afirmar con certeza, que miembros de ese grupo insurgente han asesorado a Corea del Norte en sus recientes desarrollos con armas atómicas, que tanto alarman a la pacífica y nada agresiva Comunidad Internacional, a la cabeza de la cual se encuentra ese país, un ejemplo de paz y respeto hacia los demás, que se llama Estados Unidos.

De ahí en adelante, la computadora de Raúl Reyes le reveló al mundo, a través de los medios de manipulación masiva, sucesos y hechos de diversa índole. En internet circula información extraída de esos computadores, que recoge la historia de la izquierda y los revolucionarios del mundo desde hace varios siglos, y además se anticiparon a los grandes acontecimientos que sobrevendrán en las próximas décadas o siglos. Entre las revelaciones filtradas se sabe que revolucionarios y políticos del mundo entero, y de otras galaxias, no actuaban por sus propios medios e intereses sino que eran unas simples fichas de las FARC-EP. También se anunciaba el deshielo polar y la pronta extinción de los osos que allí medran. Se pronosticaba el cambio climático, la invención de carros voladores, y mil cosas por el estilo.

Por el material hallado en la computadora demostró que Raúl Reyes era un maniático de la información virtual y de los correos electrónicos, puesto que se encontraron millones de comunicaciones entre el líder guerrillero y miles de colombianos y extranjeros. Esto comprobó que el comandante guerrillero era una especie de lo que hoy llaman un twitero o un wasapero, pues en forma obsesiva no hacia otra cosa sino enviar correos y mensajes en forma indiscriminada a Raimundo y todo el mundo, olvidándose de su función de hacerle la guerra al estado colombiano. Aparte de correos con información confidencial en la que revelaba sin la menor prudencia, en un conspirador neto como lo era él, datos internos de la organización, Reyes enviaba fotos, videos, películas y cuanto material virtual nos podamos imaginar. Era un compulsivo de la informática, lo que demostraba de paso que nunca había empuñado un fusil, sino que siempre disparaba con una computadora. Esos mensajes se constituyeron en la base de memorables procesos de una increíble sapiencia judicial que se adelantaron contra profesores y políticos colombianos, así como contra ciudadanos de otros países, a los que se les endilgaba haber hecho parte de la infinita lista de correos y de contactos que manejó durante su milenaria existencia Raúl Reyes.

Podría pensarse que los descubrimientos informáticos del 1 de marzo de 2008 se constituían en una excepción, y como tal no se le debería conceder tanta importancia. En otros términos, unos dos o tres computadores no eran suficiente prueba de que Colombia y la humanidad hubieran descubierto nuevos y poderosos artefactos, que ni en Silicon Valley se habían construido. Pero las dudas se disiparon en los meses y en los años siguientes, porque cada vez que el Ejército y la Policía bombardeaban los campamentos guerrilleros con explosivos de gran poder, siempre emergían en medio de la destrucción computadores a prueba de bombas, no solo en perfecto estado sino además ofreciendo un impresionante volumen de información sobre las actividades de las FARC-EP y sus nexos con el resto del mundo.

Una cosa que llamaba la atención, aparte de la resistencia de las computadoras y de sus empaques a los bombardeos, era que la información allí existente nunca estaba encriptada, y era fácil de extraer como el niño que compra un merengue a la salida del colegio, lo que se explicaba porque Raúl Reyes, que aparte de todo era un teórico de la información, se encontraba sugestionado por el sistema PIPI, que significa, no se piense mal, Planetario, Inmediato, Permanente e Inmaterial, una auténtico paradigma comunicacional que tanto revuelo mundial ha producido, y es aplicado por periodistas de los cinco continentes. Descifremos el sentido profundo de tal sistema. Planetario, porque Reyes andaba comunicado de día y de noche hasta con los marcianos, porque en Marte también hay revolucionarios. Inmediato, debido a que de los computadores mágicos se expulsan miles o millones de documentos por segundo que circulaban por las redes del planeta a la velocidad de la luz y en tiempo real. Permanente, porque aquél nunca dormía y se había adelantado al proyecto que se lleva a cabo en las Estados Unidos por parte del Departamento de Defensa que busca crear al «soldado insomne», ese que es capaz de estar en alerta durante días enteros sin soportar el deterioro cognitivo y la desatención que origina la falta de sueño. Eso se hace en Estados Unidos mediante el estudio del gorrión de corona blanca, una extraordinaria ave migratoria que puede volar sin dormir durante siete días seguidos en su viaje de Alaska al norte de México. Pues Reyes ya se había adelantado a tal proyecto, era el ejemplo del soldado insomne, que puede trabajar durante varios días en sus computadores sin que nada lo interrumpiera, ni el fragor de las balas y de los combates. E Inmaterial, porque pese a usar una computadora de unos materiales desconocidos, de allí salían mensajes virtuales hacia los confines intergalácticos, lo que por lo demás es una clara muestra de la consolidación de esa nueva sociedad de servicios, de tercera ola, que tanto alaban Alvin Tofler y otros gurúes de la informática, en donde poco importa lo material. El paradigma PIPI demostraba que Raúl Reyes era un hombre moderno y actualizado, como esos que andan en las ciudades pegados a los celulares, tabletas y wasapts y todo el tiempo parlotean y teclean como zombis, sin importar lo que sucede a su alrededor.

Aunque no existen cifras oficiales, registros de prensa dejan entrever que después de la masacre de Sucumbíos el estado colombiano recuperó más de medio centenar de laptops, mágicas e indestructibles, incluyendo el ataque en el que fue masacrado el Mono Jojoy, cuando según las versiones oficiales, unos cien aviones y helicópteros lanzaron siete tonelada de explosivos, hasta el punto que los escondites subterráneos de ese jefe insurgente fueron literalmente demolidos. Nuevamente, se encontraron computadores en perfecto estado, como prueba reina de que había algo fuera de lo común en esas máquinas informáticas que se encontraban en la manigua, lejos de cualquier ciudad o lugar civilizado.

Con esas evidencias materiales quedaba claro que las FARC-EP tenían en su poder misteriosas computadoras, de las que no existían registros en otros lugares del mundo. Eso llevaba a hacerse preguntas, que no dejabas tranquilos a los militares colombianos ni a sus amos de los Estados Unidos: ¿de dónde procedían esas máquinas inteligentes y resistentes, de las que incluso se sospecha que son como las cucarachas, ya que hasta podrían sobrevivir a un ataque nuclear? ¿Sería una extraña aleación entre engranajes informáticos y animales?

El computador mágico de Raúl Reyes había logrado solucionar, no se sabe con qué sofisticada forma técnica, uno de las limitaciones que enfrentan las grandes fábricas de computadores y celulares y que hoy es uno de los graves problemas de los ¡Phone: cómo mantener una carga permanente y no pasar por la aburrida labor de estarlos enchufando constantemente a una fuente de energía eléctrica. Al parecer, en la selva las FARC-EP pudieron construir paneles que canalizaban energía solar en forma permanente -dadas las condiciones climáticas de la selva tropical, con una constante oferta solar, perdón por la jerga de los economistas- hacia los portátiles, a los que se les colocó unos paneles fotoeléctricos y a los cuales mantenían unidos sus computadores portátiles. Es tan revolucionario ese método, que los productores de smarphone viven anunciando, en forma mentirosa, que sus nuevos artefactos no van a ser cargados con energía eléctrica sino que funcionaran con la luz del sol.

Sabemos que, aparte de ser propaganda corporativa, las grandes empresas de marca no están en capacidad de hacerlo, ni ahora ni nunca, por la sencilla razón que la energía solar no es una alternativa que pueda librar a los seres humanos de la esclavitud del cargador, porque si se colocan celdas en los teléfonos se necesitarían 40 horas para cargar completamente un móvil. Pero, en forma inexplicable, las FARC-EP, en plena selva y sin disponer de ninguna fuente de energía eléctrica, mantenían alimentados de manera permanente a las baterías de sus computadoras. Debieron haber descubierto un revolucionario método de conseguir energía directamente del sol, o por medios que para nosotros resultan imposibles de imaginar. Seguramente, conocían las teorías del serbio Nicolo Tesla quien en repetidas ocasiones anunció que había encontrado la fórmula para transmitir energía eléctrica sin necesidad de usar cables y que se basaba en la conductividad eléctrica de la tierra. Los que han estudiado la obra de Tesla sostienen que ese medio de transmisión eléctrica funcionaria «mediante la transmisión de energía por varios medios naturales y el uso subsiguiente de la corriente trasmitida entre los dos puntos para alimentar dispositivos eléctricos». Las FARC-EP hicieron posible el sueño de Tesla de obtener energía libre, gratuita y limpia, aunque no sabemos cómo y quizá nunca lo podremos descubrir, con lo que se han convertido en precursores de la generación de energía por medios no convencionales. Seguramente, como le suele suceder a los grandes precursores e inventores de todos los tiempos, de los cuales el propio Tesla es un ejemplo, nunca se les reconozca ese gran aporte.

Steve Jobs, Nicolas Negroponte y Bill Gates al enterarse de la existencia de esas computadoras mágicas e indestructibles viajaron a Colombia en repetidas ocasiones, la mayor parte de veces en secreto. Su objetivo era descubrir no sólo el lugar sino la forma en que se producían esas computadoras. Incluso, los chismes de las revistas de los famosos dan a entender que la muerte de Steve Jobs, en 2011, estuvo en gran parte motivada por una doble frustración que amargó los últimos años de la vida de tan afamado gurú del mundo informático: no haber podido lograr que los profesores aceptaran dictar clase con computadores y no haber descubierto de dónde procedían las computadores de las FARC-EP.

Nicolas Negroponte -hermano de John Negroponte, un criminal de guerra de los Estados Unidos, que ensangrentó a Honduras en la década de 1980 y a Irak a comienzos del siglo XXI- estaba preocupado por el futuro de la industria informática, la cual podría quebrar si se generalizaba la construcción de esos computadores indestructibles. Por eso, propuso que, mientras en Colombia, se lanzaban bombas sobre los computadores, o mejor sobre los seres humanos que los usaban, se lanzaran laptops en paracaídas en el territorio de los países pobres. No se crea que se está exagerando. De ningún modo, porque en el Open Mobile Summit del 2011, que se realizó en la ciudad de San Francisco, Negroponte aseguró que los equipos arrojados en paracaídas «tendrían características muy diferentes a los equipos que se utilizan normalmente», porque «las computadoras ‘voladoras’, tendrían una batería adosada a la parte trasera, que se recargaría mediante exposición a la luz solar. Asimismo, se trabaja en un modelo cuyas baterías se pueden cargar a manivela, como los antiguos aparatos telefónicos. Negroponte agregó que estos laptops serían resistentes al agua y las inclemencias climáticas, y podrían sobrevivir a una caída libre de hasta diez metros». Estos artefactos estarían destinados a niños analfabetos, que podrían salir de esa condición al tener contacto con esos «computadores voladores», y así se solucionarían los problemas de analfabetismo a nivel mundial.

Lo que en otro momento hubiera aparecido como una extraordinaria propuesta, en el instante que la formuló Negroponte se nos antoja como una medida desesperada, para tratar de contrarrestar los efectos mediáticos que a nivel mundial generaban las noticias procedentes de lo profundo de la manigua colombiana. De tanto ver y saber, por boca de su hermano, que recordemos es un afamado criminal de guerra al servicio de Estados Unidos, sobre los bombardeos indiscriminados del Ejército colombiano contra las FARC-EP y constatar que en cada caso emergían, como el ave fénix, de las cenizas los dichosos laptops, Negroponte, con poca imaginación, también hablaba de usar aviones para lanzar computadores en las aldeas pobres y analfabetas del mundo, es decir, también quería bombardear pero con «sabiduría» a los pobres del planeta. Poca imaginación la de este gurú, ante lo que se ha vivido en Colombia, en donde los bombardeos estimularon la inventiva tecnológica, en una clara demostración de que el economista austriaco Josep Shumpeter no estaba equivocado cuando hablaba de la «destrucción creadora».

Ante la imposibilidad de encontrar el secreto de fábrica de los computadores Made in Colombia Jungle, los empresarios de la informática presionaron al gobierno de los Estados Unidos para que a su vez presionara al gobierno de Juan Manuel Santos de negociar con las FARC-EP con la esperanza de que por ese medio se pudiera ubicar esa fábrica tropical y, sobre todo, liquidarla. Para los grandes poderes de la informática no era posible aceptar la existencia de esa factoría porque ponía en riesgo una rentable industria, cuya característica principal no es producir mercancías que perduren durante mucho tiempo, sino generar productos de existencia efímera, para que los consumidores se vean obligados a comprar nuevos modelos, cada vez que uno de esos sea ofrecido en el mercado. Era evidente la preocupación de los dueños de las multinacionales, al tener que enfrentarse a un producto tan sofisticado, que salía de la jungla colombiana, donde se suponía que sus diseñadores no debían contar con la experticia, capacidad de innovación y de emprendimiento que caracteriza a los gurúes de Silicon Valley. Que la computadora fuera indestructible se convertía en un peligro latente para las empresas productoras de computadoras, porque podía acabar con el negocio de producir computadoras de corta vida o casi desechables.

Además, en Estados Unidos se hacían otra pregunta: si en la selva amazónica había fracasado Henry Ford, con su proyecto FORDLANDIA (no FARLANDIA) en la década de 1930, cómo era posible que existiera una fábrica que producía computadores indestructibles. Recordemos que el mismísimo Henry Ford ideó un pueblo en plena selva amazónica del Brasil con el objetivo de producir caucho para sus automóviles, con el fin de quebrar el monopolio británico y holandés. Ese fue un rotundo fracaso, el único de un triunfador nato del capitalismo, que perdió en esa operación unos veinte millones de dólares de la época. No podía ser que si Henry Ford había fracasado en el intento de incorporar la selva a la producción en serie de sus automóviles, unos campesinos e indígenas poco civilizados, que se habían alzado en armas se hubieran incorporado a la Tercera Revolución Industrial y hubieran podido mantener la producción de computadores mágicos, en plena selva húmeda tropical.

Ante los hallazgos que maravillaron a propios y extraños se entendió que el verdadero nombre de sus constructores era el de Fuerzas Armadas con Redes y Computadores, Ejercito de los Portátiles (FARC-EP), un nombre mucho más adecuado para quienes construían y usaban esos portentos de tecnología. La sorpresa, por supuesto, era mayúscula, si se recuerda que antes de esos hallazgos entre los violentologos criollos y extranjeros predominaba la visión que las FARC-EP eran un grupo de bandidos y forajidos atrabiliarios y atrasados, de campesinos analfabetos, muchos de los cuales, como su propio fundador Pedro Antonio Marín, nunca habían visitado una gran ciudad. Se suponía que eran bárbaros y salvajes que no tenían la más mínima idea de la civilización y sus grandes logros tecnológicos, pero el uso monopólico de computadoras mágicas echaba por la borda una de las teorías que tantos dividendos económicos y académicos había generado entre el nicho de violentologos.

Lo único cierto era que había que hacer algo para quebrar ese negocio y eso se ha logrado mediante los acuerdos de paz de La Habana, porque sencillamente el gobierno de Juan Manuel Santos, con la lógica neoliberal y desindustrializadora que caracteriza a las clases dominantes de este país desde mediados de la década de 1980, y para satisfacer a sus amos de los Estados Unidos, ha logrado que las FARC-EP dejen de producir sus computadores mágicos y abandonen Farcicon Valley, un lugar al parecer cercano a los Llanos del Yarí, sitio donde se efectúo la X y última conferencia guerrillera. Al fin y al cabo, se trata de aplicar el principio del economista inglés David Ricardo de las ventajas comparativas, según el cual nunca debemos producir bienes industriales ni bienes de capital, sino solamente debemos ofrecer al mundo bienes primarios, agrícolas o minerales. Nunca sabremos cómo funcionaba Farcicon Valley y de qué materiales se hacían esos mágicos computadores, que tanto han maravillado al mundo, pero cuya forma de producción quedará en secreto por siempre, para el bien de los capitalistas del mundo, y en especial de los mercachifles de la informática.

Los pocos que accedieron tangencialmente al Valle de las FARC (Farcicon Valley) -e invitados por ellas mismas- quedaron asombrados ante lo que vieron, que ni siquiera un escritor fantástico como Jorge Luis Borges habría podido imaginar. Cuentan alucinados que en un paraje oculto por árboles frondosos y circundado por ríos y quebradas, se encontraban perfectamente organizadas oficinas, compartimientos y locales en los que había máquinas de un raro aspecto, paneles solares y extraños instrumentos. Allí se procesaban materiales y minerales de la selva, desconocidos en el resto del mundo, con los que se fabricaban los computadores mágicos e indestructibles. Alrededor del campo central se hallaban alineados decenas de pequeños aparatos que parecían drones, o eso parece, por las pistas de aterrizaje que se veían a lado y lado, seguramente para enviar computadores por toda la selva y hacia las regiones donde hacían presencia los insurgentes.

En esos lugares casi no había seres humanos, lo que llevó a esos visitantes a pensar que estaban en una fábrica toyotizada del Japón, en la que no se ven trabajadores de carne y hueso sino robots. Esa impresión se disipaba rápidamente, porque en otra parte del complejo informático-industrial se encontraban centenares de hombres y mujeres jóvenes, que hablaban en varias lenguas (entre ellas en neerlandés, francés e inglés), lo que hace suponer que allí se encontraban ingenieros, másteres y doctores nacidos en Europa y otros continentes. Todos departían alegremente y comentaban los sucesos del día. Esos debían ser los ingenieros, diseñadores y operarios de esa factoría, que se distinguían porque portaban alrededor de su brazo izquierdo un brazalete con la sigla FARC-EP, y todos indistintamente llevaban en sus manos una laptop mágica e inteligente, se notaban enérgicos y alegres, como si nada hiciera suponer que no lejos de allí, los bombardeos mataban a sus camaradas, y solo quedaban los computadores a prueba de bombas que ellos fabricaban con sus propias manos, aplicando su inventiva y creatividad.

Por secretos militares, a esos visitantes nunca se les dijo cómo funcionaba el Farcicon Valley. Se les sacó del lugar en la misma forma sigilosa como se les había traído. Nadie más pudo acceder a ese sitio, por lo que no se sabe cómo ha podido ser destruido, si los computadores que allí se fabricaban eran indestructibles. Lo cierto del caso es que, como parte de los acuerdos, Farcicon Valley ya no existe, para satisfacción de los Estados Unidos y sus empresas productoras de computadoras, cuyos propietarios podrán dormir tranquilos, porque ya no soportan la competencia desleal de un país tropical. Habría que agregar que el Tratado de Libre Comercio que entró en vigencia por esa misma época exigía la destrucción de los restos de la industria nacional y obligaba a Colombia a especializarse en exportar materias primas y no bienes industriales, por lo que estaba claro que, en tiempos en que se silencien los fusiles, ya no puede seguir existiendo una producción en serie de computadoras mágicas e indestructibles.

A pesar de que los Estados Unidos y sus poderosas empresas de informática lograron desmontar la fábrica de computadoras mágicas que funcionó en Colombia, mediante la firma del acuerdo que puso fin al conflicto entre el Estado colombiano y las FARP-EP, las virtudes de las laptops tropicales se preservaran por siglos. Esta no es una afirmación pretenciosa, ni mucho menos cultora de un falso chovinismo tropical, puesto que casi una década después del ataque del primero de marzo de 2008, cuando salió a la luz el primer computador, el de Raúl Reyes, de este sigue fluyendo información a diestra y siniestra, que causa las delicias de los funcionarios del estado colombiano y de los grandes medios de desinformación. Así, la Revista Semana informaba con regocijo en uno de sus titulares del 7 de julio de 2016 que se había encontrado en Costa Rica la suma de 480 mil dólares pertenecientes a las FARC-EP y se agregaba que «el dinero fue hallado en una caleta gracias a la información obtenida en los computadores encontrados en el campamento del jefe guerrillero Raúl Reyes». Aún más, como para rubricar la veracidad de la información el artículo venía acompañado de una foto en la que Raúl Reyes escribía en su computadora mágica, como si todavía estuviera vivo y nos siguiera acechando con su impresionante capacidad de digitación y procesamiento de información, que de seguro lo convierten en uno de los héroes de la era de la información. Un héroe de Farcicon Valley para el mundo, que creció y murió en las selvas tropicales de Colombia, y al que todavía el país no le ha reconocido sus revolucionarios aportes a la informática mundial. Entre sus grandes inventos -frente a los cuales Bill Gates o Steve Jobs aparecen como unos vulgares aprendices- sobresale su famosa laptop mágica e indestructible, una obra que, por su ingenio y creatividad, perdurará a través de los siglos y seguirá causando admiración entre propios y extraños.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.