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Respuesta a una opinión suya sobre el Che

Federico Krutwig, ¿provocador de la reflexión o individuo impresentable?

Fuentes: Rebelión

El pasado lunes, 2 de diciembre, desayuné con el diario Gara abierto sobre la mesa. A través de dos de sus páginas, el periodista Ramón Sola -autor de interesantes trabajos periodísticos- ponía en conocimiento de los lectores la próxima aparición de un libro póstumo de Federico Krutwig, político, escritor y académico de la lengua vasca […]

El pasado lunes, 2 de diciembre, desayuné con el diario Gara abierto sobre la mesa. A través de dos de sus páginas, el periodista Ramón Sola -autor de interesantes trabajos periodísticos- ponía en conocimiento de los lectores la próxima aparición de un libro póstumo de Federico Krutwig, político, escritor y académico de la lengua vasca fallecido hace dieciséis años. El título de la obra es «Años de peregrinación y lucha», y va a ser publicado en breve por la editorial Txalaparta.

Ramón Sola dice en el titular de su trabajo que «Federico Krutwig ya no está, pero sigue provocando (a la reflexión)» -el paréntesis es del periodista-, y anuncia que «la obra no deja títere con cabeza, ni en lo colectivo ni en lo individual». Los editores, por su parte, dicen que el testimonio póstumo de Krutwig es «ameno como un relato de viajes, reflexivo y visionario, mordaz en extremo, irritante a veces, brutal incluso en algunos pasajes, sorprendente siempre».

Como botón de muestra, el periodista extrae unos fragmentos del libro y los publica en el periódico bajo tres títulos. En el tercero de ellos -sobre personas- aparece un extracto dedicado a Ernesto Che Guevara que no tiene desperdicio.

Leamos lo que dice Krutwig del Guerrillero Heroico -por su relativa brevedad, lo mostraré tal y como aparece en el periódico-: «La causa de la derrota y el fin de Che Guevara -y con él además el fin de la guerrilla castrista sudamericana- está en el hecho de que la ´teoría´ de Che Guevara no tenía ni pies ni cabeza. Iba contra todo conocimiento militar. A Che Guevara le pasó, como es norma general en todos los sudamericanos, que pecaba de falta de cultura, de falta de conocimientos de todo, en todo. Era pues un tipo sudamericano, un latino. Así fue a probar la realidad de su teoría… y la demostró por la negativa. Confundía lo que es estrategia con táctica, y pensó que la estrategia y la política debían depender de la táctica, es decir, del grupo guerrillero (…) Y esta fue la razón por la que Che Guevara perdió y cayó, como un héroe, como un santo varón si se quiere, pero idiotamente».

El señor Krutwig se despachó a gusto cuando escribió estás líneas. Casi nada, un «estratega de la lucha armada», que probablemente nunca disparó un tiro, cuestionando de manera insultante a un individuo que participó en tres guerras y que, obviamente, tuvo mucha más experiencia en lo militar -también en lo político, sin duda- que un intelectual que nunca salió de su despacho y nunca se expuso ni al impacto de una bala de juguete, por mucho que probara el sabor amargo del exilio.

Muy al contrario que Kruwitg, Fidel Castro, que conoció muy bien al argentino, siempre reconoció al Che como a un buen estratega militar. De hecho, el 21 de julio de 1957 le otorgó el grado de Comandante, máxima graduación del Ejército Rebelde. He aquí unas palabras de Fidel a ese respecto: «Che era un insuperable soldado; Che era un insuperable jefe; Che era, desde el punto de vista militar, un hombre extraordinariamente capaz, extraordinariamente valeroso, extraordinariamente agresivo. […] ¡Che era un maestro de la guerra, Che era un artista de la lucha guerrillera! Y lo demostró infinidad de veces, pero lo demostró sobre todo en dos extraordinarias proezas, como fue una de ellas la invasión al frente de una columna, perseguida esa columna por miles de soldados, por territorio absolutamente llano y desconocido, realizando -junto a Camilo – una formidable hazaña militar. Pero, además, lo demostró en su fulminante campaña en Las Villas; y lo demostró, sobre todo, en su audaz ataque a la ciudad de Santa Clara, penetrando con una columna de apenas 300 hombres en una ciudad defendida por tanques, artillería y varios miles de soldados de infantería.

Esas dos hazañas lo consagran como un jefe extraordinariamente capaz, como un maestro, como un artista de la guerra revolucionaria […]. Se equivocan los que creen que su muerte es la derrota de sus ideas, de su concepción, de sus tácticas, de sus concepciones guerrilleras».

Estas palabras de Fidel, pronunciadas el 18 de octubre de 1967 en la habanera Plaza de la Revolución, contradicen contundentemente al señor Kruwitg. En otra ocasión, refiriéndose al conocido conflicto surgido entre Mario Monje -secretario general del Partido Comunista Boliviano por aquel entonces- y Ernesto Guevara, sobre quién debía dirigir la lucha, Fidel expresó que «realmente para dirigir aquella empresa, que rebasaba las fronteras de Bolivia, no había mejor cuadro, ni persona más preparada que Che».

Pronunciadas por un individuo sin duda infinitamente más experimentado en el arte político y militar, estas palabras también contradicen a Kruwitg, que acusa en su escrito al Che de confundir «lo que es estrategia con táctica…», afirmación tan ridícula como falsa. Lo que sucede es que, así lo explicó Fidel, «Mario Monje […] esgrimiendo el título de Secretario del Partido Comunista de Bolivia, pretendió discutirle al Che la jefatura política y militar del movimiento. Y puesto que alegó, además, el propósito de renunciar previamente para ello a su cargo partidista, a su juicio, por lo visto, le bastaba el título de haberlo sido para reclamar tal prerrogativa».

Monje «no tenía ninguna experiencia guerrillera ni había librado jamás un combate, sin que por otro lado su autoconcepción de comunista lo obligase siquiera a prescindir del grosero y mundano chovinismo que ya habían logrado superar los próceres que lucharon por la primera independencia».

Al propio Che, que de ingenuo no tenía nada, tampoco le sorprendió la actitud de Monje: «Como había pensado, la actitud de Monje fue evasiva y traicionera».

Es erróneo pensar que el éxito o el fracaso de una empresa es lo que indica el acierto o desacierto de la línea seguida, porque son muchos los factores que influyen en el desarrollo de la misma. En Cuba -donde, por cierto, el mando militar y el político estaban en manos del Movimiento Revolucionario 26 de Julio- la guerrilla estuvo a punto de ser aniquilada en varias ocasiones. Si esto hubiera pasado, mucha gente, seguro, hubiese opinado que estaban equivocados.

Fidel siempre estuvo de acuerdo con la estrategia del Che, y sobra decir que Guevara contó con todo el apoyo de Cuba. «[…] creíamos en lo que estaba haciendo, y creíamos que podía hacer lo que se proponía». […] No habríamos podido ayudar algo imposible, algo en que no creyéramos, porque habría sido nuestro deber decirle: no es posible, no podemos hacer esto, no se pueden sacrificar compañeros en esa tarea. Pero fue así lo que él hizo. Y yo comparto lo que hizo, lo creo».

El líder histórico de la Revolución solo hubiese cambiado una cosa: que el Che esperara en Cuba hasta que sus compañeros hubiesen establecido en Bolivia un frente desarrollado. Se trataba de que un cuadro de su calidad y de su importancia estratégica no se expusiera al elevado riesgo que supone la etapa inicial y, ya superada ésta, se incorporara al movimiento como jefe político y militar. Pero aquel asumió el citado riesgo y Cuba respetó su decisión.

Con conocimiento de causa o sin él, Kruwitg tenía todo el derecho a opinar lo que quisiera. Lo inaceptable -y llamativo- es el tono de superioridad y hasta racista que utilizó para defender su teoría: «A Che Guevara le pasó, como es norma general en todos los sudamericanos, que pecaba de falta de cultura, de falta de conocimientos de todo, en todo. Era pues un tipo sudamericano, un latino.»

Para Kruwitg -cualquier cosa menos humilde- los sudamericanos en general son unos incultos. ¡Qué afirmación más gratuita para fluir de un individuo que en principio parece justo lo contrario!

Derrocado Batista -el primero de enero de 1959-, el Che desempeñó diferentes cargos de suma importancia. Fue presidente del Banco Nacional de Cuba y titular del Ministerio de Industrias. También representó a Cuba en diferentes eventos internacionales; en 1961, por ejemplo, en la Reunión en Punta del Este, Uruguay, y en la Asamblea General de la ONU. Como todo el mundo sabe y ya ha quedado dicho, Ernesto Che Guevara era sudamericano, concretamente argentino. ¿Puede acaso un «inculto» ejercer, con éxito, tamañas responsabilidades? En Cuba, con una población culta, sin duda, el Che siempre está muy presente, y no precisamente como elemento ornamental.

Unas líneas más arriba he comentado que, entre otras cosas, los editores calificaron al testimonio póstumo de Kruwitg de visionario. Desconozco si es acertado o no ese calificativo para el conjunto del libro, ya que todavía no está publicado y, obviamente, no lo he leído. En cualquier caso, para el apartado dedicado al Che Guevara está claro que de visionario nada de nada.

Y es que Kruwitg tachó de incultos a los sudamericanos pero, tremenda paradoja, a día de hoy muchos de los «incultos» podrían impartirnos clases de cómo hacer una revolución -a nosotros, sí, los inteligentes-. Ahí están los procesos revolucionarios en marcha de Venezuela, Ecuador o Bolivia, donde Kruwitg dice que el Che cayó «idiotamente». Por cierto, tanto Maduro -antes Chávez-, Correa y Morales siempre han reconocido y agradecido la positiva influencia que el «inculto» Ernesto Che Guevara ejerció y ejerce en ellos.

Otra muy distinta es la realidad que se vive a este lado del Atlántico, donde, a pesar de ser tan «cultos», seguimos soportando las nefastas consecuencias del neoliberalismo más casposo y rancio de todo el continente europeo, con los herederos del franquismo a la cabeza.

Terminaré diciendo que creo interesante, e incluso necesaria, la provocación como herramienta para agitar pensamientos aletargados o dormidos. Pero, cuando para provocar se incurre en la mentira y en el insulto, el provocador deja de invocar a la reflexión y se convierte en individuo impresentable.

Blog del autor: https://baragua.wordpress.com

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.