A mis amigos y lectores de aquende y de allende, creyentes de cualquier religión o de ninguna, devotos de cualquier dios o de ninguno, con el espíritu solidario de estos días, Feliz Año Nuevo, Paz y Libertad, Salud y República. Que tu nombre no figure jamás en las listas de sospechosos elaboradas por las agencias […]
A mis amigos y lectores de aquende y de allende,
creyentes de cualquier religión o de ninguna,
devotos de cualquier dios o de ninguno,
con el espíritu solidario de estos días,
Feliz Año Nuevo,
Paz y Libertad,
Salud y República.
Que tu nombre no figure jamás en las listas de sospechosos
elaboradas por las agencias de seguridad gringas.
Que los abusos que sufras a manos de la autoridad,
ya sean crueles, degradantes e inhumanos,
nada tengan que ver con las instrucciones
de fundamentalistas cristianos
como Cheney, Rumsfeld y Belcebush.
Que tu país nunca sea «liberado» por los EE.UU. de América ,
ni sus «marines» te lleven la democracia.
Que el uranio empobrecido, las bombas «margarita»,
el fósforo blanco y el napalm que caen en tus tierras sean
tan inofensivos e inexistentes como dice el Pentágono.
Que no caigas enfermo en los EE. UU. de América
si careces de seguro médico,
ni desees ir a ninguna de sus universidades
si no eres rico.
Que las voraces farmacéuticas del Primer Mundo
dejen de ensayar sus medicamentos mortales
en tus niños del Tercero.
Que redescubras lo que los franceses descubrieron
a finales del siglo XVIII, a saber:
que las cabezas de los aristócratas, terratenientes,
tiburones industriales y demás depredadores sociales
pueden separarse mecánicamente de sus hombros
si no se avienen a razones.