«Que nuestros enemigos no se hagan ilusiones; yo muero mañana y mi influencia puede crecer. Una vez dije que el día que muera de verdad nadie lo iba a creer. Podía andar como el Cid Campeador, que ya muerto lo llevaban a caballo ganando batallas»Fidel Hace un año, el día 2 de diciembre, fecha […]
«Que nuestros enemigos no se hagan ilusiones; yo muero mañana y mi influencia puede crecer. Una vez dije que el día que muera de verdad nadie lo iba a creer. Podía andar como el Cid Campeador, que ya muerto lo llevaban a caballo ganando batallas»
Fidel
Hace un año, el día 2 de diciembre, fecha del 60 aniversario del desembarco del Granma, y mientras ocurría la marcha luctuosa con las cenizas de Fidel hacia Santiago de Cuba, una entrevista telefónica para Radio Ciudad de Buenos Aires, conminaba, a través de varias preguntas, a reflejar mis valoraciones relacionadas con los sucesos en desarrollo y sus posibles repercusiones en el futuro. Fue transmitida el domingo 4, fecha de la inhumación en el cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.
Sintetizando sólo algunos de los aspectos, valdría resaltar algunos juicios que provocaran tales interrogantes.
En cuanto a una cosa esencial que dejaría Fidel como legado al pueblo cubano, opinamos que «habría que mencionar tantas cosas que lo merecerían que ello requeriría muchas páginas. Pero englobándolas todas ellas en una sola cosa, en un todo, diría que le dejó una patria grande, libre, digna, unida y solidaria como la que soñaron sin alcanzarla nunca los patriotas de las épocas pasadas. Y, por supuesto, deja un caudal inmenso de ideas que pueden alimentarlo en lo ideológico y espiritual y constituirán una antorcha de luz para iluminar el futuro.
En lo referente al sentimiento de la gente en la calle ante su deceso, opinábamos que «los sentimientos de la gente pueden ser variados, sabemos que esa parte íntima es mucho más rica que lo que uno pueda imaginar. Pero ese sentimiento fue y ha sido como el de quien pierde un ser muy querido, pero nunca la gente manifestó el desamparo. El dolor sí se compartió en esta hora, pero la fe en la siembra, la obra y los ideales que Fidel cimentó con la participación de cada uno y de todo el pueblo, eso permanece intacto, y quizás sirva en el futuro como un acicate mayor para desarrollar a la nación. La gente se manifiesta con patriotismo y un alto sentido de cariño y lealtad por Fidel. Aunque a veces en mucha gente ha brotado el llanto externo o se presienta el interno, que llega hasta las honduras del corazón.
En relación con la pregunta sobre qué iba a cambiar en Cuba de ahora en adelante, expresamos que «debe quedar claro que no van a cambiar los principios políticos, revolucionarios y éticos de la Revolución, esos que permitieron salir triunfantes después de más de sesenta años, a partir del ataque al cuartel Moncada.
En torno a los cambios, «la Revolución después de su triunfo, fue generando cambios, aquellos necesarios según las realidades nacionales y las circunstancias de la política imperialista generalizada contra Cuba. Estos cambios nunca estuvieron regidos por presiones externas de nadie, y menos por las presiones o amenazas de los Estados Unidos. Así deben comportarse en el presente inmediato y en el futuro.
Si se pudieran analizar esos cambios, que han sido naturales del desarrollo, se podría constatar que durante cada década aproximadamente en Cuba se hicieron cambios sustanciales, pues el socialismo en Cuba y la construcción social y su proyección internacional, nunca tuvieron bases ideológicas dogmáticas y rígidas.
También cambiarán los dirigentes, y quizás en determinados momentos los cubanos tendrán la nostalgia por la ausencia de Fidel, por su modo de hacer y decir, pero el tiempo y la realidad se impondrán como algo natural en la vida de los seres humanos y de los pueblos.
Esta época de diez años en que el país ha vivido bajo el liderazgo de Raúl Castro confirma que la Revolución se ha mantenido incólume, así como su rumbo.»
Sobre los posibles temores de los cubanos al futuro que se acerca, expresamos que «para las personas, para cada una, el futuro, sea más cercano o distante, siempre puede entrañar o significar una inmensa incógnita o pregunta.
Por sus experiencias, los cubanos ya están curados de espantos, y en general ven con optimismo ese porvenir, a pesar de tantos desafíos o amenazas. En tal sentido, puede afirmarse que poseen una vacuna especial, llamémosla optimina, que no es otra cosa que un extracto de buena ideología y altos ideales. Con dicho optimismo innato y adquirido se pueden prevenir todos los miedos y las calamidades capaces de debilitar tanto a los hombres como a los pueblos. El futuro de Cuba está garantizado por su pueblo, así que no habrá derrota. El pueblo espera hacer realidad en el futuro el perfeccionamiento y engrandecimiento de la obra realizada bajo la dirección de la Revolución de Fidel, y seguir concibiendo sueños para ese futuro previsible de Cuba y el mundo.
Un año después, a todo lo largo del país se ha venido tejiendo el más inolvidable tributo del pueblo cubano a su Comandante en Jefe, inaugurando así el primer año de una era mítica, pero real, que jalonarán los venideros años de lucha y construcción en la consecución de sueños viejos y nuevos, y de una felicidad conquistada con sudor y sacrificio, a pesar de cuantas piedras, raíles de punta, bloqueos, fantasmas, agresores, malhechores o asaltantes se interpongan en su camino.
El día 4 de diciembre marcará ese hito del primer año, sin la presencia física pero con la presencia espiritual de Fidel y como compañía, acentuada en estos días, los recuerdos de sus imágenes, sus palabras y sus ideas.
Como Fidel mismo expresara en una entrevista, así nos pasa hoy: «Pasa el tiempo y, a veces, uno sueña con el compañero que murió, y lo ve vivo, conversa con él y, de nuevo, la realidad nos despierta. Hay personas que, para uno, no murieron; poseen una presencia tan fuerte, tan poderosa, tan intensa, que no se consigue concebir su muerte, su desaparición. Principalmente por su continua presencia en los sentimientos y en los recuerdos.»
«Tenemos medidas tomadas y medidas previstas para que no haya sorpresa, y nuestro pueblo debe saber con exactitud qué hacer en cada caso. Que nuestros enemigos no se hagan ilusiones; yo muero mañana y mi influencia puede crecer. Una vez dije que el día que muera de verdad nadie lo iba a creer. Podía andar como el Cid Campeador, que ya muerto lo llevaban a caballo ganando batallas.»
Y en otra, reflejó su convicción con respecto al sentir y estima del pueblo hacia él y su papel como líder, que en la práctica se ha corroborado desde siempre en toda Cuba:
«Yo no tengo la menor duda de que (…), el concepto de la gente y el reconocimiento del pueblo serán realmente altos del papel y del esfuerzo que he realizado en la Revolución, (…); pero estoy seguro del alto concepto que quedará de mis servicios, absolutamente seguro, no tengo la más remota duda sobre eso.»
Y es que el Fidel profundamente martiano, hizo suyas consecuentemente las ideas de Martí y las dejó como un legado también propio y transmisible a las generaciones futuras. Y el pueblo que hoy desfila ante su tumba o le rinde culto en los más insospechados lugares, guarda en su ser este tesoro material y espiritual:
«Pero estas tumbas son lugares de cita, y como jubileo de decoro, adonde los pueblos, que suelen aturdirse y desfallecer, acuden a renovar ante las virtudes, que brillan más hermosas en la muerte, la determinación y la fuerza de imitarlas.»
«Del semillero de las tumbas, levántase impalpable, como los vados del amanecer, la virtud inmortal, orea la tierra tímida, azota los rostros viles, empuja el aire, entra triunfante en los corazones de los vivos: la muerte da jefes, la muerte da lecciones y ejemplos, la muerte nos lleva el dedo por sobre el libro de la vida»..
«Mis compatriotas son mis dueños. Toda mi vida ha sido empleada y seguirá siéndolo, en su bien. Les debo cuenta de todos mis actos, hasta de los más generales: todo hombre está obligado a honrar con su conducta privada, tanto como con la pública, a su patria.»
«Unos ven para ahora, y son los más, y cuya vista alcanza menos. Otros ven para ahora y para luego, que es como se debe ver en las cosas de los pueblos, para quienes lo presente no es más que la manera de ir al porvenir. Estos que ven para ahora y para el mañana, estos que ven lo que está debajo y oyen lo que no se dice; estos que no tienen en su sangre generosa espacio para el odio, y si abaten en guerra a un adversario, se apean de su montura, con riesgo de la vida, a restañar la sangre a que han abierto paso; éstos que no guerrean para desolar, sino para fundar; para encender, sino para redimir; para excluir, sino para incluir; para aterrar, sino para juntar; éstos son los únicos que merecen triunfar…»
«No hay más medio de vivir después de muerto, haber sido un hombre de todos los tiempos, o un hombre de su tiempo.»
«Se ha de vivir y morir abrazado a la verdad. Y así, si se cae, se cae en una hermosa compañía…».
«Morir no es nada, morir es vivir, morir es sembrar. El que muere, si muere donde debe, sirve. Vale y vivirás. Sirve y vivirás. Ama, y vivirás. Despídete de ti mismo y vivirás. Cae bien y te levantarás.»
«Cuando se muere en brazos de la patria agradecida, la muerte acaba, la prisión se rompe: ¡Empieza, al fin, con el morir la vida!»
«La vida del combate es mi vida».
En conclusión, se ha conmemorado e inaugurado así el primer año de una era mítica, pero real, presidida por la vida del combate y la virtud de Fidel, que jalonará los venideros años de lucha y construcción en la consecución de sueños viejos y nuevos en Cuba.
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