“Debe ser una norma de todos los funcionarios del Gobierno, trabajar siempre con el pueblo, explicarle al pueblo… que la victoria de la Revolución son sus victorias y que los defectos de la Revolución son sus defectos.
Fidel, 1961.
Existen fenómenos sociales vinculados con la economía, el comercio, el comportamiento social, la justicia o el derecho, la ética y la política, que se manifiestan como un ciempiés de cien patas y mil cabezas, que emergen y se reproducen como llagas sociales que de no remediarse a tiempo pueden podrir a segmentos o a toda la sociedad, con un alto costo para los individuos y la sanidad de sus vidas.
La especulación y la usura son unos de tales fenómenos emparentados. Para una mejor caracterización de tales es conveniente sus definiciones.
La especulación a la que nos referimos es la operación comercial que se practica con mercancías, valores o efectos públicos, con ánimo de obtener lucro. Efectuar operaciones comerciales o financieras con la esperanza de obtener beneficios aprovechando las variaciones de los precios o de los cambios. También significa procurar provecho o ganancia fuera del tráfico mercantil.
La usura, a su vez, es la ganancia, fruto, utilidad o aumento que se saca de algo, especialmente cuando es excesivo.
La Cuba de hoy vive un repunte acentuado de dichos fenómenos, escudados no siempre justificables en el actual proceso de los cambios concebidos en el reordenamiento de nuestra economía.
Durante más de sesenta años la Revolución y el Gobierno Revolucionario han debido enfrentar situaciones económicas y sociales complejas derivadas del acoso ancestral del imperialismo yanqui y sus aliados en América Latina y el mundo, en todo o en parte de este periodo histórico, y se ha mantenido siempre una armonía socio-política milagrosa. Los actuales cambios constituyen un reto para el gobierno y el pueblo de manera que se mantenga esa mutua confianza y la certeza de que la óptica y prioridad de la Revolución será siempre mantener una política distintiva que defienda los intereses legítimos del pueblo y combata las manifestaciones de sus enemigos, conscientes o inconscientes, y en que el discurso económico sea coherente con el discurso político inherente al socialismo cubano.
Pienso que si bien no son iguales las circunstancias prevalecientes al principio de la revolución y las medidas revolucionarias implantadas en aquel periodo en comparación con otras situaciones vividas en años posteriores y, en particular, las que se vivirán a partir del 1 de enero del 2021, vale la pena recordar las ideas contenidas en el discurso de Fidel el 13 de marzo de 1961, conmemoración del asalto al Palacio Presidencial, en el abordaje de un asunto tan negativo, espontáneo y la vez inducido o provocado por el egoísmo, la avaricia, la ilegalidad e inmoralidad individual o colectiva de sectores que son capaces de vender “su alma al diablo”.
Decía Fidel entonces con claridad meridiana muchas cosas que conservan su vigencia para este ahora y para siempre:
No le echamos de menos a nada y, además, debemos prepararnos para resolver con inteligencia nuestros problemas, debemos combatir ciertas manifestaciones inciviles que a veces se observan.
Cuando se habla de la escasez de algún artículo, inmediatamente sale mucha gente a comprar ese artículo y produce una escasez artificial, los acaparadores que se llevan esos artículos, los “guardadores” que quieren guardar para ellos. Y así ha pasado con algunos artículos, entre ellos el jabón, y entre ellos el “Fab” y otros artículos. Si un artículo va a faltar que falte, pero que el artículo no falte porque vaya una plaga de especuladores a comprar esos artículos para venderlos más caros. (APLAUSOS). Y el pueblo debe ser el principal encargado de combatir esas actividades, y los agentes del orden público deben colaborar con el pueblo en combatir esas actividades.
Antes teníamos la especulación de los almacenistas, la especulación de los grandes negociantes, cómo vamos a caer ahora bajo la especulación de una serie de gente que se dedica a estar comprando esos artículos para después venderlos en el mercado. Debe desaparecer el comercio ilegal de todos esos artículos indispensables (APLAUSOS).
Hay una plaga de gente que corre detrás del carro, y virtualmente asalta las bodegas. Y ese espectáculo no debemos permitirlo nosotros; si falta, que falte, pero esos hechos inciviles no deben ocurrir, y el pueblo no debe permitir que salga por ahí el lumpen al peculado; ya ha desaparecido la especulación de los grandes agiotistas, y no debe aparecerse la especulación de esa gente que actuando como delincuentes se ponen a estar robándole al pueblo (APLAUSOS).
Son manifestaciones de incivilidad, de falta de honradez y de falta de conciencia que el pueblo debe combatir.
Nosotros creemos que el pueblo es capaz de colaborar lo indecible y de hacer lo indecible, y que solo hace falta que se le explique. Y debe ser una norma de todos nosotros nunca dictar medida sin explicar el porqué; debe ser una norma de todos los funcionarios del Gobierno, trabajar siempre con el pueblo, explicarle al pueblo, que nosotros estamos seguros de que el pueblo siempre cooperará; el verdadero pueblo, el que defiende la Revolución como cosa suya, el que sabe que los reveses de la Revolución son sus reveses, que el prestigio de la Revolución es su prestigio, que la victoria de la Revolución son sus victorias y que los defectos de la Revolución son sus defectos (APLAUSOS).
Y, por lo tanto, debemos siempre buscar soluciones prácticas en todas las actividades, en cualquier orden, incluso cuando nos vemos obligados a tomar medidas…”
En conclusión, estas ideas pueden servir de referencias para soluciones definitivas a fenómenos que se han instalados repentinamente y han venido irrumpiendo en forma desenfrenada incluso antes de la fecha de implantación del reordenamiento en la economía.
Existen actores legales e ilegales del comercio de mercancías y servicios que han visto “crecer sus alas” y se han permitido volar a las alturas desafiando los límites oficiales o naturales de sus funciones porque piensan equivocadamente que la impunidad será su aliada sempiterna. Se equivocan, pero es necesario recordarles eso en forma disuasiva o punitiva, que ambas han de ser necesarias por su naturaleza.