«El hombre no puede renunciar nunca a los sueños, el hombre no puede renunciar nunca a las utopías. Es que luchar por una utopía es, en parte, construirla». Fidel Castro. En Un grano de maíz.
Ante fechas significativas para las personas y sobre hechos trascendentes del mundo el género humano siempre se ha aferrado a mantenerlos perdurables en la memoria como un asidero que lo ampare frente a todos los abismos de los destinos azarosos.
La ineluctable pérdida física de todos los seres humanos y, en especial, de aquellos seres humanos que encarnan lo mejor de los pueblos y de la humanidad toda, genera en forma instintiva y natural una rebelión sentimental para salvarlos del olvido y preservarlos en un estado sempiterno que desde hace años he llamado siemprevida. Esta misión generalmente corresponde a los coetáneos, pero sería efímera y hasta traicionada si no fuera compartida y heredada por las generaciones futuras. Pienso que los pueblos deben ser los guardianes fieles de este legado histórico, ya que salvando esos recuerdos, a la vez se salvan.
El 13 de agosto de 1926 marca el inicio de la vida de Fidel que se prolongó durante 90 años, con el final el 25 de noviembre de 2016. Desde ese día hasta acá cabe hacernos muchas preguntas. Cómo ha sido la vida del pueblo y la nuestra desde entonces en esa relación íntima y amable de los días y los años. Cómo se ha conservado la fidelidad con su presencia ausente como patrimonio personal y colectivo. Cómo se mantiene la cosecha de doctrinas, ideas y espíritu de lucha en este estado de siemprevida.
Así que caben muchas meditaciones en este día en homenaje a Fidel, que todavía nos sigue acompañando desde su monolito en el cementerio de Santa Ifigenia de Santa Ifigenia.
En esta ocasión y a modo de recordarle en su proyección para el hoy y el mañana, les transmito estas ideas que nos legara en 1992 hace ya 32 años, en su conversación con Tomás Borge titulada Un grano de maíz.
“No tenemos otra alternativa que soñar, seguir soñando, y soñar, además, con la esperanza de que ese mundo mejor tiene que ser realidad, y será realidad si luchamos por él. El hombre no puede renunciar nunca a los sueños, el hombre no puede renunciar nunca a las utopías. Es que luchar por una utopía es, en parte, construirla”.
Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Premio al Mérito Científico del MINSAP por la obra de toda vida.
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