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Filosofía Libertad

Fuentes: Rebelión

Aunque no logres realizar tus sueños, lucha a muerte por tu libertad Todo hombre es sincero a solas; en cuanto aparece una segunda persona empieza la hipocresía. R.W. Emerson   Muchas personas son adoctrinadas o, lo que es peor, se autoadoctrinan injertando en su espíritu ideas ajenas a su naturaleza original. Y, tras esculpirse a […]

Aunque no logres realizar tus sueños, lucha a muerte por tu libertad

Todo hombre es sincero a solas; en cuanto aparece una segunda persona empieza la hipocresía.

R.W. Emerson

 

Muchas personas son adoctrinadas o, lo que es peor, se autoadoctrinan injertando en su espíritu ideas ajenas a su naturaleza original. Y, tras esculpirse a sí mismas siguiendo los dictados de la «Academia» o de los profetas de una época, dejan de escuchar la voz de su «daimón».

Quizás lo más importante de esta vida es el encuentro con uno mismo, lo que empieza con un viaje interior lleno de obstáculos, y atreverse a ser tú mismo, a pesar del rechazo social que ello puede implicar. Es condición sine qua non romper las cadenas, unas de oro, otras de hierro, porque la meta es que el hombre sea Hombre y la mujer, Mujer, en plenitud y libertad.

En uno de los libros sobre el príncipe Siddarta Gaumata, -que leí hace décadas en el Extremo Oriente-, me sorprendió este consejo que daba un sabio: Si encuentras a tu amigo en tu camino, mátale; si encuentras a tu maestro en tu camino, mátale, si encuentras a tu padre en tu camino, mátale y si encuentras a Buda en tu camino, mátale. Como es lógico el monje no hablaba de asesinar a nadie, sino de todos los muros y alambradas que impiden «el estallido» del Big Bang en el centro del corazón.

Para intentar salir del actual humus tóxico, voy a hablar un poco de «la filosofía de la libertad» (concepto que coincide con el título de una de las obras fundamentales de Rudolf Steiner). Esa rama del conocimiento propone la destrucción de todos los ídolos, incluso los más sagrados, tanto religiosos como laicos, y nos invita a que aprendamos a ver el mundo con nuestros propios ojos, no con ojos prestados; a sentir con nuestro corazón, no a través de códigos éticos de laboratorio; a pensar con nuestro cerebro, no a través de las mentes de «gigantes», muchas veces sobrevalorados, que «nos conminan» intelectualmente a seguir «El Camino».

Aquí viene al pelo, en línea con lo que quiero expresar, una de las sentencias de Nietzsche: «He visto desnudos al hombre más grande y al hombre más pequeño, y no he notado mucha diferencia».

Uno de los referentes del profesor de Basilea fue R.W. Emerson, quien, en agosto de 1837, dijo en discurso titulado El intelectual americano:

Los pensantes (de profesión), -no los Hombres que piensan-, son hombres de talento que empiezan mal, ya que parten de dogmas aceptados y no de sus propios principios (…). Así, en lugar del Hombre Que Piensa, tenemos a la rata de biblioteca.

Antes de que Emerson (1803-1882), autor del poema Brahma (1) y del ensayo «Confianza en uno mismo», nos regalara esta inolvidable sentencia: «El amigo es la persona con la que se puede pensar en voz alta»; Arthur Schopenhauer (1788-1860), escribía en su monumental obra El mundo como voluntad y representación:

El exceso de lectura limita la capacidad creativa del pensamiento y resta flexibilidad al espíritu. El saber hace a la mayoría de los hombres todavía más estúpidos de lo que son por naturaleza (2).

Para Schopenhauer, «el pensamiento debe ser natural, como la respiración» (La imagen de Rodin sería la de un hombre que no puede pensar). Para el maestro del pesimismo «el pensador genuino se distingue por su claridad, seriedad y espontaneidad, mientras que el filósofo (devorador de libros) trabaja con las ideas de otros, y sólo utiliza expresiones o pensamientos de segunda mano. Los primeros son los verdaderos filósofos, los segundos son los sofistas, que tan solo buscan brillar y conseguir un beneficio material».

Asimismo, «el hombre que pensaba hasta el final» (muy admirado por Nietzsche y Wagner), consideraba que «los letrados son los que han leído en los libros; pero los pensadores, los genios, los trabajadores de la raza humana, son los que han leído directamente del Libro del Universo».

Como colofón citaré a Rudolf Steiner (1861-1925), el padre de la antroposofía, quien, entre otras muchas cosas, escribió:

Ser libre es ser capaz de pensar nuestros propios pensamientos, no los pensamientos de la sociedad, sino pensamientos generados por nuestro ser interno profundo más original, más esencial y espiritual.

Notas

-1- En la mitología hindú Brahma es el dios creador, Visnú, el dios conservador y Shiva, el destructor. Forman la Sagrada Trimurti y representan los ciclos por lo pasa todo, desde lo más pequeño al Universo.

(2) Las reflexiones de Schopenhauer están sacadas de dos ensayos de su obra El mundo como voluntad y representación, a saber: Sobre el lenguaje y las palabras y La personalidad literaria (Ed. Centellas, 2013).

Blog del autor:http://www.nilo-homerico.es/

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