El común denominador del proceso de paz, es la coincidencia entre la insurgencia, los sectores sociales al margen del poder y el gobierno, con mayor énfasis en el poder ejecutivo, de que ya no habrá la rupturas. No cabe duda, aunque haya incertidumbres, que el proceso terminará con un acuerdo del fin del conflicto armado […]
El común denominador del proceso de paz, es la coincidencia entre la insurgencia, los sectores sociales al margen del poder y el gobierno, con mayor énfasis en el poder ejecutivo, de que ya no habrá la rupturas. No cabe duda, aunque haya incertidumbres, que el proceso terminará con un acuerdo del fin del conflicto armado entre los firmantes. Habrá un pacto de paz entre enemigos en la guerra que en adelante podrán continuar siendo adversarios desarmados en democracia.
Cuando el rompecabezas parece completarse y los temas ir cerrándose sin dar temor a ningún efecto dominó que derrumbe lo construido, quizá sea buen momento para repasar las practicas de algunos conceptos magistralmente tratados por el cine que recuerda el papel de los ojos para disipar la soledad, ponerle palabras al silencio y a no dejar caer las ilusiones en el vacío, ni a perder las esperanzas por un mejor vivir aunque sean tiempos difíciles. Volver a ver, releer y repensar la libertad en sus orígenes, en sus contextos y con las herramientas de lucha adecuadas al momento, alentando conquista humanas, antes de que habláramos de derechos humanos o tuviéramos reglas del DIH, evoca de inmediato al film Corazón Valiente. Los sucesos son del siglo XIV y las imágenes traen las crudas condiciones de la guerra, la lucha a muerte entre enemigos: los detentadores del poder, que imponen a su antojo reglas para someter, hacerse dueños de la tierra, de los hombres, de las mujeres, de las conductas ajenas y los que se niegan a seguir siendo humillados.
La lucha es clases plenamente diferenciadas en sus ejércitos, sus armas, sus estrategias, sus modos de ser, sentir y morir. Los unos reclaman libertad, los otros tranquilidad, a la que llaman paz para mantener intacto su reinado. El valor de los que resisten a seguir siendo sometidos se contrapone a las trampas, engaños y traiciones que logran los poderosos con sobornos, títulos de tierras y poderes delegados en ciertos territorios para mantener la calma e impedir la resistencia.
William Wallace, no es el héroe protagonista de una historia, es un rebelde, un luchador popular que supo enfrentar a la tiranía en una guerra a muerte. Es un nombre franco, que dice la verdad, cuyo nombre esta vigente para los que luchan por libertad. En el juicio de la infamia de ese tiempo, realizado entre engaños y mentiras por sus enemigos, como pudo ser también el de Giordano Bruno y otros, Wallace hubiera salvado su vida y evitado su tortura, descuartizamiento y posterior distribución de sus partes en cada uno de los puntos cardinales de la gran Bretaña, solo si hubiera dicho la palabra: Piedad reconociendo así el poder del Rey al que combatió, pero eso no fue lo que dijo, su ultima palabra de luchador no vencido fue un inconfundible grito de libertad. Su voz se oyó en la plaza y sus verdugos descargaron sobre él con fuerza implacable el hacha criminal que lo decapitó. De su mano cayó el ultimo símbolo de su compromiso con una guerra a muerte, el pañuelo de su amada -Murron-, también asesinada por haberse resistido cuando trataron de violarla.
Wallace enseña dignidad con su ejemplo de lucha en medio de la crueldad medieval donde matar era una potestad de los amos y morir parecía un sacrificio necesario de los sometidos. Su fuerza evocando la libertad anuncia que se puede vivir o morir sin tierra y sin patria, pero no se puede vivir ni morir sin libertad y quien vive libre se entrega a la lucha aunque en ella muera.
Después de varias conquistas Falnkirk es la batalla determinante, porque los irlandeses campesinos enviados por el rey a combatir a sus hermanos escoceses, se ponen de su lado contra los ingleses. Sin embargo los nobles irlandeses que apoyaban a Wallace lo traicionan otra vez y se retiran de la batalla para permitir que venzan los ingleses y puedan tomar posesión de las tierras y negocios que les ha ofrecido el rey. En esta batalla el rey Eduardo en una decisión de absoluta sevicia, indolencia y tiranía ordena disparar e impactar a las tropas en combate incluidas sus propias tropas con el fin de cazar a Wallace, que termina herido. Después vendrá la reorganización de la resistencia y otras batallas, pero tambien la venganza sobre cada uno de los nobles traidores, lo que acrecienta el mito de Wallace, que una ultima vez fue traicionado, invitado a una negociación con el rey. Fue llevado a Londres y condenado por su posición de rebelde como traidor a la autoridad del rey y brutalmente torturado, decapitado y descuartizado, en sesión publica. Las luchas ganadas, poco tiempo después sellaron la libertad de su pueblo en 1314 con la batalla de Bannockburn.
El film que recibió el Oscar a la mejor película, creada en versión de Mel Gibson en 1995 y que recrea la vida de William Wallace, un luchador popular de la primera independencia de Escocia en la que se ponen a prueba innumerables tácticas y estrategias de guerra y de política y en la que las perversiones humanas por el poder no se separan de las traiciones ni las crueldades. Wallace es un rebelde, respetado por su capacidad de lucha para enfrentar al rey Eduardo I de Inglaterra apodado piernas largas. Wallace se educo en el exterior y a su regreso a Escocia encontró el humillante derecho de pernada y la vida sometida a la arbitrariedad de funcionarios y soldados del rey que disponen de los escoceses a su antojo.
El común denominador en Colombia es que con paz, habrá menos heridas y sufrimientos y mas libertades. La percepción mayoritaria del nuevo año, es que ya no es tiempo de batallas y estrategias de guerra, que ahora viene el tiempo del verbo que agita, organiza, moviliza, convence, de la política desarmada entre adversarios, los unos para tratar de completar una liberación que queda a medio camino y los otros para asumir la tarea democratizadora, ambos para cerrar el paso a las tiranías y a que algunos pretendan tener derechos sobre otros y para forjar mil muros de confianza, respeto y esperanza para no dejarle un solo espacio ni a la traición ni la venganza.
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