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A modo de apunte biográfico

Francisco Fernández Buey, un marxista sin ismos que amó a Simone Weil, Antonio Gramsci, Ernesto Guevara y Manuel Sacristán

Fuentes: Novas Pensatas

Discípulo y amigo del filósofo Manuel Sacristán, destacado (y repesaliado) luchador antifranquista, comunista democrático con explícitas aristas libertarias, filósofo de la cabeza a los pies, reconocido estudioso de la obra praxeológica de Bartolomé de Las Casas, amante del cine del autor de «La mirada de Ulises», gran brechtiano, Francisco Fernández Buey [FFB], de padre gallego […]

Discípulo y amigo del filósofo Manuel Sacristán, destacado (y repesaliado) luchador antifranquista, comunista democrático con explícitas aristas libertarias, filósofo de la cabeza a los pies, reconocido estudioso de la obra praxeológica de Bartolomé de Las Casas, amante del cine del autor de «La mirada de Ulises», gran brechtiano, Francisco Fernández Buey [FFB], de padre gallego y madre castellana, nació en Palencia en 1943.

Entre 1952 y 1960 estudió los bachilleratos elemental y superior en el Instituto Jorge Manrique de su ciudad natal. Allí conoció a dos profesores, que nunca olvidó, que le marcaron profundamente y sobre los que escribió páginas imborrables: José Rodríguez Martínez (de filosofía) y Xesús Alonso Montero (en literatura).

Entre 1961 y 1966, estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona. Fue entonces cuando conoció a Manuel Sacristán y se convirtió en un líder destacado, querido y admirado del movimiento universitario antifranquista. Las dos primeras manifestaciones a las que asistió resumen a la perfección los ejes esenciales de su trayectoria política. La primera, en 1962, fue en solidaridad con la lucha de los mineros asturianos; la segunda, un año después, para protestar por el asesinato de Julián Grimau, un activista comunista salvajemente torturado por el fascismo español.

En ese mismo año de 1963, inició su militancia en la organización universitaria del PSUC («Eloy» fue uno de sus nombres clandestinos) y, entre 1965 y 1966, contribuyó a la creación del Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona (SDEUB). FFB, Paco para sus amigos, nuestro Paco, fue delegado del sindicato clandestino y ayudó a organizar la Capuchinada, un encierro de estudiantes revolucionarios duramente reprimido por la policía barcelonesa del Régimen fascista.

FFB fue detenido en tres ocasiones en 1966 y estuvo preso varias semanas en la cárcel Modelo de Barcelona. Se le abrió expediente disciplinario por tres años siendo rector el farmacólogo fascista García Valdecasas; le quitaron la beca con la que había podido estudiar desde el bachillerato, y le obligaron a hacer el servicio militar en el Sáhara, entonces colonia española. En África estuvo, sin poder volver a la península, desde enero de 1967 hasta mayo de 1968. Aprovechó el tiempo desde luego: una biblioteca popular tuvo a Joaquim Boix y a él mismo como promotores y creadores. Octavillas del PSUC llegaron acaso por vez primera a tierras africanas.

Tras su vuelta a Barcelona, en agosto de 1968, se casó por lo civil con la historiadora y luchadora Neus Porta. El profesor, ensayista y reconocido escritor Eloy Fernández Porta es hijo de ambos. FFB volvió a ser detenido el 11 de septiembre de 1968, también en una manifestación, acusado de soltar palomas con banderas rojas y cuatribarradas (la bandera no independentista de Cataluña). Volvió otra temporada a la cárcel Modelo de Barcelona. Mientras tanto, algunos líderes nacionalistas catalanas, se dedicaban a sus estudios y a cuidar sus negocios.

Anduvo huido FFB casi todo el año 1969 por el estado de excepción impuesto por el régimen franquista y bajo la acusación de haber organizado -con Sacristán y otros camaradas- la comisión de formación del PSUC. Se salvó de la cárcel esta vez gracias a la gran habilidad del abogado Josep Solé Barberá, otro gran luchador antifranquista catalán. Durante ese año y los siguientes, se ganó la vida traduciendo para Ariel, Península, Destino y Grijalbo, principalmente del francés y el italiano. En 1970 colaboró en la organización del encierro de intelectuales catalanes en el Monasterio de Montserrat con motivo del Consejo de Guerra de Burgos contra un grupo de revolucionarios vascos, causa de movilizaciones solidarias en toda España, no sólo en Euskadi.

En el curso 1971-72 pudo terminar finamente Filosofía y Letras con Premio extraordinario de Licenciatura. En 1973, empezó a dar clases en el Departamento de Historia de la Filosofía de la UB como ayudante del profesor Emilio Lledó.

Durante el curso 1974-75, colaboró en la organización del movimiento de PNNs, fue miembro de su Coordinadora Estatal, y organizó, junto con sus compañeros, una de las huelgas más largas de la enseñanza universitaria bajo el franquismo. Como consecuencia de ello, junto a su amigo y camarada Miguel Candel, fue expulsado otra vez de la Universidad, siendo readmitido poco después tras la muerte del general asesino Francisco Franco, fallecido en noviembre de 1975.

En 1976, pasó a trabajar en la Facultad de Económicas de la UB como ayudante de su amigo y maestro Manuel Sacristán. Simultáneamente dio clases en la Escuela de Sociología de la Diputación de Barcelona (el que suscribe fue alumno suyo aquí por vez primera) y fue entonces cuando empezó a escribir sus primeros ensayos publicados –Escritos sobre Gramsci y Conocer a Lenin y su obra– sin abandonar su compromiso poliético y colaborando en la fundación de las Comisiones Obreras de la Enseñanza.

En 1977, con Sacristán, Jacobo Muñoz, Rafael Argullol y otros compañeros, fundó la revista Materiales y empezó a colaborar en El viejo topo. Ese mismo año, descubrió -tomando un término por él usado- el ecologismo social y se afilió al Comité Antinuclear de Catalunya (CANC), ayudando a convocar las primeras manifestaciones ecologistas y antinucleares en Barcelona.

En 1979, también con Sacristán y otros compañeros, fundó la revista mientras tanto. Durante 1980 y 1982 colaboró frecuentemente en esa publicación y acabó de redactar su tesis doctoral, dirigida por José María Valverde, sobre el marxismo italiano de los años sesenta (Contribución a la crítica del marxismo cientificista), vinculándose al Instituto Gramsci de Roma a través del gran filósofo marxista Valentino Gerratana, a quien había traducido anteriormente para la colección Hipótesis de Grijalbo que él mismo codirigió con Manuel Sacristán.

Entre 1983 y 1989 tuvo una cátedra interina en la Universidad de Valladolid y vivió allí, con frecuentes viajes de Barcelona, durante unos seis años. En ese período, con sus propias palabras: «1) crucé el Ebro, en los dos sentidos, cientos de veces; 2) me hice pacifista y entré en los Comités Anti-OTAN; 3) fundé un Centro para el Estudio de los Problemas de la Paz y del Desarme, vinculado a la UNESCO; 4) fui delegado por Castilla y León en la I Asamblea de Izquierda Unida; 5) me convertí en uno de los primeros objetores fiscales a los gastos militares y trabajé en favor de la objeción de conciencia; 6) me vinculé a la revista de poesía y literatura Un ángel más (con Antonio Gamoneda, Martín Garzo, Jiménez Lozano, Olvido García Valdés, Miguel Casado y otros); 7) participé en varios congresos gramscianos en los que conocí y traté a la familia de Antonio Gramsci».

En 1990 volvió a Barcelona y consiguió, tras superar algún acto de barbarie político-cultural, la cátedra de Metodología de las Ciencias Sociales, la que había ocupado anteriormente Manuel Sacristán, en la Facultad de Económicas de la UB. Siguió escribiendo, prioritariamente sobre movimientos sociales alternativos, para mientras tanto y trabajó con su amigo y compañero Octavi Pellissa en el CTD (Centre de Treball y Documentació) de Barcelona.

En 1993 estuvo enseñando («y aprendiendo») unos meses en El Salvador y en Ecuador con una ONG de docentes catalanes solidarios. Fue entonces cuando le ofrecieron una cátedra de Ética y Filosofía Política en la entonces nueva Facultad de Humanidades de la UPF. En ella permaneció hasta el final de sus días. Allí fue director también de una cátedra UNESCO para el estudio de las relaciones interculturales. En estos años colaboró como independiente en actividades culturales y político-culturales con IU, y desde 1998 dirigió -junto con el poeta, profesor y ecosocialista, y gran amigo suyo, Jorge Riechmann- una colección de «Clásicos del pensamiento crítico» para la editorial Los Libros de la Catarata. En esta colección, publicó ediciones de (e introducciones a): Antonio Gramsci, Ernesto «Che» Guevara, Bartolomé de las Casas y Girolamo Savonarola. Igualmente, en la editorial «El viejo topo» editó y escribió la introducción del Manifiesto comunista y de los poemas románticos juveniles de Karl Marx, su Marx sin ismos.

Desde 1975, FFB trabajó académicamente en asuntos bastante diversas: en historia de la filosofía, en filosofía de la ciencia, en filosofía de las ciencias sociales, en historia de las ideas, en historia de la ciencia, y, especialmente, en ética y filosofía política, e incluso en crítica literaria. Fue miembro de importantes instituciones académicas como la International Gramsci Society o la New York Academy of Sciences.

FFB publicó en vida unos quince libros y un sinnúmero de prólogos, ensayos y artículos, algunos de ellos traducidos a otras lenguas como el francés, el catalán, el gallego, el euskera, el italiano, el inglés, el alemán, el portugués, el polaco, el ruso o el chino. Entre esos ensayos, cabe destacar: Discursos para insumisos discretos [Escritos: 1976-1992], 1993; La barbarie: de ellos y de los nuestros, 1995; La gran perturbación. Discurso del indio metropolitano, 1995; Ni tribunos. Ideas y materiales para un programa ecosocialista, 1996 [en colaboración con Jorge Riechmann, al igual que Redes que dan libertad]; Marx (sin ismos), 1998 (2ª edición corregida, 1999); Ética y filosofía política, Asuntos públicos controvertidos, 2000; Leyendo a Gramsci, 2001; Poliética, 2003; Guía para una globalización alternativa. Otro mundo es posible, 2004; Albert Einstein. Ciencia y conciencia, 2005; Utopías e ilusiones naturales, 2007; Por una universidad democrática., 2009.

La Editorial El Viejo Topo está a punto de publicar un libro póstumo: Humanismo y tercera cultura, en edición de Jordi Mir, Jorge Riechmann, Alicia Duran y el firmante de esta nota. Y los Libros de la Catarata, una Antología de sus escritos a cargo de su gran y principal discípulo Jordi Mir y de Víctor Ríos, el historiador, el activista, el militante revolucionario con el que Francisco Fernández Buey más conexiones y afinidades políticas mantuvo a lo largo de su vida.

Al internacionalista y ecopacifista Francisco Fernández Buey, fallecido prematuramente en agosto de 2012, un año después de la muerte de su esposa y compañera Neus Porta, el turismo le parecía la peste de la sociedad posmoderna, una de las concreciones más infames de la civilización del Capital y el mal.

PS. Un texto de 2011, escrito en homenaje a un amigo fallecido, a un compañero del alma, Ramón Fernández Durán, ecologista como él, y publicado como separata en la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, dice mucho del humanismo ecosocialista de este gran filósofo que también amó la poesía de Claudio Rodríguez:

Querido Ramón:

Tengo unas pocas cosas que decirte en este emotivo acto que hemos organizado aquí en Barcelona, en el barrio de Sants, para estar contigo, para acompañarte.

Son unas pocas cosas, pero sentidas; cosas, creo, de las que de verdad importan.

Lo primero que quiero decirte es que conservo muy vivo el recuerdo de la última vez que nos vimos, en un curso de verano, en El Escorial, organizado hace unos meses por amigos comunes de la revista «Papeles»..

Escuché allí tus palabras, la contundente, seria y documentada crítica del capitalismo global y de la sociedad hipertecnológica realmente existentes, que vienes desarrollando en tus últimos libros.

Y las escuché con la afinidad moral e intelectual de tantas otras veces. La verdad es que no habíamos coincidido físicamente tú y yo en muchas ocasiones durante estos años, pero puedo y quiero decirte ahora que siempre he seguido lo que decías en tus libros y lo que hacías durante los últimos años en Ecologistas en acción con gran identificación intelectual y moral.

Quiero que lo sepas. Y que sepas también cómo apreciamos todos, en aquel curso, tu valentía y tu decisión; cómo aprecié el cariño con que acogieron tus palabras y tu presencia los jóvenes asistentes; y cómo valoré las muestras de identificación y de solidaridad que allí recibiste, los abrazos de todos aquellos amigos comunes que te han querido y que te quieren. Este recuerdo nos acompañará ya siempre.

La segunda cosa que quiero decirte hoy es que he leído tu carta de despedida y que me ha conmovido en lo más hondo. Te diré por qué. Me ha conmovido tu carta por la lucidez, por la serenidad y tranquilidad con que nos hablas en ella de lo que más importa, de lo que apenas se suele hablar, de lo que más nos cuesta hablar: de la enfermedad, del hospital, de los cuidados necesarios, de lo que se siente en tales circunstancias.

Tu carta me ha llegado al alma sobre todo por el equilibrio y por la alegría que has logrado comunicarnos a todos en la despedida, por esa forma que tienes de abordar el más difícil de los momentos; por la manera alegre y serena en que nos convocas a todos los que te hemos querido a la fiesta, que no funeral, de Pelegrina. En suma, por la lección que nos estás dando. Una lección, Ramón, de las que no se pueden olvidar.

Y la tercera y última de estas pocas cosas que quiero comunicarte es que esta conmovedora carta tuya, tu lucidez, tu serenidad y tu alegría, pero también los sueños no realizados de los que hablas en ella, me han traído a la memoria unos versos del poeta Claudio Rodríguez que me permito ofrecerte, compañero del alma, porque creo que te harán compañía. Es un poema que se titula «Lo que no es sueño» y dice así:

Déjame que te hable en esta hora

de dolor con alegres

palabras. Ya se sabe

que el escorpión, la sanguijuela, el piojo,

curan a veces. Pero tú oye, déjame

decirte que, a pesar

de tanta vida deplorable, sí,

a pesar y aun ahora

que estamos en derrota, nunca en doma,

el dolor es la nube,

la alegría, el espacio,

el dolor es el huésped;

la alegría, la casa.

Que el dolor es la miel,

símbolo de la muerte, y la alegría

es agria, seca, nueva,

lo único que tiene

verdadero sentido.

Déjame que con vieja

sabiduría, diga: a pesar, a pesar

de todos los pesares

y aunque sea muy dolorosa y aunque

sea a veces inmunda, siempre, siempre

la más honda verdad es la alegría.

La que de un río turbio

hace aguas limpias,

la que hace que te diga

estas palabras tan indignas ahora,

la que nos llega como

llega la noche y llega la mañana,

como llega a la orilla la ola:

irremediablemente

Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)

Fuente: http://novaspensatas.blogspot.com.es/2013/05/francisco-fernandez-buey-um-marxista.html