Comunicado del Centro de Estudios Históricos Fernando Mora de Vallecas en torno a los hechos recientes contra Largo Caballero en Madrid
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Francisco Largo Caballero, activista sindical en pro de los intereses de una clase trabajadora española con jornadas y condiciones inhumanas y que carecía de derechos, llegaría a ser uno de los máximos dirigentes sindicales obreros de nuestro país, dirigente de la última revolución proletaria de Europa, y único Ministro y Presidente del Gobierno de clase obrera en toda la Historia de España.
Por lo tanto, desde el Centro de Estudios Históricos Fernando Mora, que tiene por misión atesorar, salvaguardar y difundir la memoria obrera, popular, republicana y antifascista, consideramos una agresión de clase en toda regla las injurias y acciones de desacreditación y atentados varios que se perpetran contra la figura de este activista ejemplar.
Francisco Largo Caballero, nacido en una humilde buhardilla de Chamberí e hijo de un carpintero, desempeñó por oficio el de estuquista, y apenas pudo obtener instrucción escolar alguna, pues se vio obligado a comenzar a trabajar ya desde los siete años de edad. Sin embargo, la propia cultura de clase que se venía fraguando en el seno del activismo obrero, desde los ateneos de barrio hasta las posteriores Casas del Pueblo, fueron proporcionándole, como a otros trabajadores de tiempos anteriores a la Guerra, una cultura extensa, en gran medida autodidacta. Este sindicalista comenzó su labor con apenas veinte años de edad, y ejerció hasta 14 cargos en la Unión General de Trabajadores, de manera totalmente gratuita, lo que demuestra su gran tesón y capacidad de sacrificio personal en pro de los intereses de la clase obrera. Entretanto, fue aficionándose a la lectura de obras marxistas, de clásicos de la Roma antigua, y otros libros que ensancharon su horizonte cultural, histórico, político e ideológico.
Sucesor del fundador Pablo Iglesias al frente del Partido Socialista (entonces el partido por antonomasia de la clase trabajadora española), participó en Ayuntamientos, Diputaciones Provinciales, el Instituto de Reformas Sociales, hasta llegar a colaborar en el Gobierno republicano del primer bienio (1931-1933) como Ministro de Trabajo. Desde este puesto, logró la implantación de medidas como el descanso obligatorio de las obreras por maternidad (lo que redujo exponencialmente la mortandad infantil), así como otros derechos esenciales para los trabajadores del campo y la ciudad, tales como el derecho de huelga o los Jurados Mixtos, solución para la negociación sindical y defensa de los intereses de los trabajadores y para evitar abusos patronales.
Por ello, consideramos que la agresión contra Largo Caballero es la agresión contra la memoria, el orgullo y la conciencia de los derechos sociales de la clase obrera española. Unos derechos que no llegaron, ni entonces ni ahora, por gracia divina o por merced de los gobernantes: se conquistaron tras una ardua y prolongada lucha del proletariado español, con sangre, sudor y mártires. Una memoria, conciencia y sacrificio colectivo que ahora están siendo vejados por los representantes del neoliberalismo, el gran capital, la herencia franquista y el atropello sistemático y cotidiano contra los trabajadores y el pueblo. No debemos permitirlo.
Largo Caballero está siendo calumniosamente acusado de asesino, lo que es una fechoría en toda regla contra la veracidad histórica. Si Largo y otros dirigentes políticos y sindicales de la UGT y el PSOE impulsaron la revolución proletaria de 1934, fue para defender los derechos de la clase obrera y del campesinado, que, con las medidas de retroceso social de la coalición derechista gubernamental de 1933-35, se pretendían borrar de un plumazo, tornando así a los trabajadores a las tinieblas previas en que eran asesinados por acudir a una huelga o arrojados al desempleo por no votar a un cacique rural. Entretanto, se amnistiaba impunemente a los colaboradores de la Dictadura primorriverista de 1923-1930 y a los golpistas de 1932, precursores de la sangrienta rebelión militar de 1936. No hay democracia cuando se lanza a la mayoría trabajadora a unas condiciones de vida inhumanas, ni cuando se favorece y propicia el golpismo desde las instituciones. La revolución era necesaria, y Largo Caballero jamás renunció a sus convicciones democráticas desde su conciencia de clase y su anhelo de hegemonía obrera.
Largo Caballero fue, además, nuestro único presidente obrero. Su valiente ejemplo al encabezar el Gobierno antifascista de la República contra una agresión internacional apoyada por Hitler, Mussolini, Salazar y los mercenarios del Sultanato de Marruecos (además de capital norteamericano y británico) es una guía para nosotros. Ha sido acusado sin fundamento de dar su visto bueno a la Matanza de Paracuellos, cuando no hay la menor prueba documental de ello. Ello no puede constituir un apoyo serio de acusación alguna contra un personaje histórico de tal envergadura.
El despojo de los derechos sociales, el atropello sistemático de los trabajadores, la apología del golpismo, nacional e internacional, pasado y presente, se repiten hoy. Por esta razón, la clase dominante y los herederos del franquismo, la derecha neoliberal, la ultraderecha nueva y vieja, y los representantes del gran capital, odian y temen el ejemplo de Largo Caballero. Si insultan su ejemplo, nos insultan a nosotros como clase. El Centro de Estudios Históricos Fernando Mora protesta enérgicamente contra la agresión y difamación de la figura de este gran dirigente obrero, y exige que se restituya la justicia histórica. Largo Caballero seguirá viviendo, por encima de la violencia y la calumnia, porque su ejemplo nos pertenece a todos, y no debemos permitir que nos lo arrebaten.
Centro de Estudios Históricos Fernando Mora