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Frente al rescate militar de los rehenes en manos de las FARC, sólo se impone el Acuerdo Humanitario

Fuentes: Rebelión

1. Siempre insistir en nombre de la paz Los hechos que derivaron en la operación humanitaria y en la que las FARC de modo unilateral entre el 1 y el 3 de febrero liberaron a cuatro miembros de la Fuerza Pública y también a dos civiles, entre quienes estaban – Alan Jara, exgobernador del Meta […]

1. Siempre insistir en nombre de la paz

Los hechos que derivaron en la operación humanitaria y en la que las FARC de modo unilateral entre el 1 y el 3 de febrero liberaron a cuatro miembros de la Fuerza Pública y también a dos civiles, entre quienes estaban – Alan Jara, exgobernador del Meta y Sigifredo López, Exdiputado de la Asamblea del Valle—, a petición, por cierto, de la singular intervención del Movimiento autodenominado de Colombianos/as por la Paz, organización ésta encabezada por la incansable Piedad Córdoba, Iván Cepeda, Jorge Enrique Botero y una lista importante de otras personalidades, nos han permitido conocer una vez más el avieso, pendenciero y atrabiliario comportamiento del Presidente Álvaro Uribe, ese que dice ser Presidente de Colombia. Razones suficientes tengo y tienen, me imagino, muchos/as colombianos/as para pensar de este modo de quien funge como primera autoridad de la nación.

En este sentido, resulta inadmisible que mientras se estaban dando los preparativos para la liberación de los rehenes, el Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, – me imagino, que con la autorización de la Presidencia, — había autorizado los sobre-vuelos de la zona en donde se produciría el encuentro entre los comisionados de las FARC y la Comisión de Garantes, integrada por la senadora Piedad Córdoba, los periodistas Daniel Samper Pizano y Jorge Enrique Botero, y también por miembros de la Cruz Roja Internacional. Y no solamente fueron los sobre-vuelos, que por cierto empezaron a primeras horas del día primero de febrero, incluso, en presencia de la Comisión de Garantes, sino que fueron los hostigamientos y las órdenes impartidas por partes de altos mando militares quienes pedían identificar por tierra las coordenadas en donde podría estar el helicóptero que el Gobierno de Brasil había facilitado para el éxito de la operación humanitaria.

Ante los constantes sobre-vuelos y por el temor y la desconfianza que de ello se derivara en el seno de las FARC, el periodista Jorge Enrique Botero decide denunciar a través de Tele-sur en vivo y en directo el comportamiento traicionero y obstaculizante del gobierno de Uribe para que se concretizara estas liberaciones. Todo esto resulta más indignante y repudiable, sin duda, como quiera que el Gobierno había garantizado al Comité Internacional de Cruz Roja (CICR), en particular a Christopher Barry, que para facilitar el gesto humanitario del Secretariado de las FARC no se procedería a realizar durante el cumplimiento de la operación ningún sobre-vuelo. Hasta aquí está bien claro que quien rompe con el protocolo de lo acordado y además con premeditada felonía es el gobierno del Presidente Álvaro Uribe, quien parece sentirse más cómodo con el hecho que cientos de colombianos se encuentren en manos de las FARC, que con el hecho de que ésta organización de un gesto de buena voluntad y de modo unilateral decida liberar a varios rehenes.

2. Errores que matan, mentiras que hieren.

Esta maniobra del Presidente Uribe y su burocracia guerrera, léase el Ministro Juan Manuel Santos, General Freddy Padilla y el mismo Comisionado de Paz, no fue un acto fortuito ni un error de buena fe como de modo cínico y miserable quiso presentarlo hace algunos días atrás el Ministro Santos acosado por las explicaciones que sobre el particular le pedían quienes integraban la Comisión de Garantes. Y si las explicaciones de un Error de Buena fe del Ministro Santos resultan insuficientes para justificar tamaño oprobio y traición a lo previamente acordado entre el CICR y el Gobierno – qué se puede esperar de éste gobierno si en un acto de perfidia y con total impunidad utilizó los emblemas de esta organización para propiciar la operación Jaque–, lo expuesto por el mismo Ministro en relación con el comportamiento asumido por el General Freddy Padilla en este caso, y a quien parece echarle la culpa de todo, termina siendo más ruin aún. Al respecto anotó » El general Padilla decidió que por razones de seguridad para la operación de liberación y para controlar pistas clandestinas, era necesario realizar sobre-vuelos de control por encima de 20 mil pies para no romper el límite establecido» [1]

Así, estas declaraciones resultan no sólo un insulto a la inteligencia, sino una falta abrumadora de criterio a la hora de actuar por las consecuencias. Frente a este pueril y engañoso argumento cabría preguntarse si el General Freddy Padilla es tan autónomo como para actuar como cualquier rueda suelta y poner en peligro la vida de un centenar de personas que se suponen que estaban en una misión humanitaria y en donde se habían definido unos acuerdos con organizaciones de carácter internacional, pues es de recordar que el Ministro Santos encabezó las conversaciones con el CICR y que de por medio estaba también el gobierno de Brasil como garante de la operación humanitaria. No es extraño que Juan Manuel Santos y Uribe actúen de este modo, ellos tienen poco apego a la legalidad internacional y han hecho de la mentira, el insulto y la agresión contra los países vecinos -Ecuador, Venezuela-su más emblemática forma de actuar.

3. Violento con el vecino

En relación con Venezuela, es de público conocimiento los insultos proferidos en todo tipo de espacios por parte de Juan Manuel Santo contra el gobierno legítimo de Hugo Chávez, tampoco es mentira el apoyo que brinda y ha brindado éste a Pedro Carmona, Ex presidente de la Cámara de Comercio de Venezuela y quien profirió el golpe de Estado a Hugo Chávez hace ya unos años atrás, ello para no hablar de la cobertura que brinda a todo tipo de antichavista, incluido, por cierto, a militares golpistas. También es justo recordar que del centro de Caracas miembros de los cuerpos de inteligencia de Colombia secuestraron en diciembre de 2005 a Ricardo Granda, miembros de las FARC, y hecho éste que negó el Presidente Uribe hasta más no poder.

Cuando la mentira se hizo insostenible por las abrumadoras pruebas que lo desmentían, entonces como buen ganadero salio al mejor estilo de George Bush ha justificar el secuestro con el argumento que a los «terroristas» había que perseguirlos allá donde se encontraran y que no podía haber santuarios para el terrorismo. Otras agresiones contra Venezuela no se han hecho esperar, pues se sabe hoy que Jorge Noguera, el Exdirector del para-militarizado DAS y defendido en su día a capa y espada por Uribe, tramó operaciones contra el gobierno de Venezuela. Y de Ecuador, ni hablemos, pues sabemos que el binomio guerrerista Uribe y Santos decidieron incursionar en territorio ecuatoriano y bombardear un improvisado campamento de las FARC, lo que ha degenerado en una grave crisis y en donde el gobierno del Presidente Rafael Correa se mantiene reticente a reanudar las conversaciones precisamente por la desconfianza que genera un gobierno como el de Uribe. Otras agresiones se han presentado contra importantes poblaciones indígenas y campesinas del Ecuador, ello producto de la fumigación con glifosato de los cultivos de coca que existen en la frontera entre ambos países.

4. Carrusel de Mentiras .

En el argumento expuesto por Santos acerca de que los sobrevuelos autorizados al parecer por el díscolo y no informado General Padilla se produjeron para garantizar la seguridad de la operación de liberación no es defendible de ningún modo. Y no lo es, sin duda, porque lo único que garantizaba la seguridad de la Comisión de Garantes y la vida de los rehenes que supuestamente tanto le preocupan al patriota Uribe, era el que cumpliera su gobierno con no realizar los sobrevuelos denunciados y menos el que se diera la orden de encontrar por tierra la zona donde se produciría la liberación de los tres policías y un miembro del Ejército el día 1 de febrero. Los sobrevuelo, tal y como se ha demostrado no eran una invención de Jorge Enrique Botero, ni de Piedad Córdoba y mucho menos del resto de los integrantes de la Comisión de Garantes.

Los hostigamientos existieron y producto de ello hubo una escaramuza en donde murió y está desaparecido un miembro de las FARC. En relación con los detalles no vistos de la operación ahora circulan unas importantes imágenes y en ellas se aprecian cómo el Comandante de las FARC, Jairo Martínez, da a conocer a los miembros de la Comisión de Garantes la intercepción de la comunicación al Ejército y en ella se percibe de modo claro que la intención era golpear a las FARC y propiciar que la operación fracasara para luego salir a decir ante la opinión pública que la organización guerrillera no tenía ninguna vocación de cumplir con lo acordado.

Y si la justificación de los sobre-vuelos para garantizar la seguridad de la operación humanitaria es espuria, pues eso no estaba dentro de la agenda, más turbio resulta decir que las operaciones áreas se llevaron a cabo para proteger las pistas clandestinas. De cuando acá y más en unos momentos como ese iban a vigilar tales pistas, si en otros instantes y de eso da buena cuenta la prensa, los paramilitares de la zona sacaban y siguen sacando con la anuencia de sectores del ejércitos ingentes cantidades de Coca. Esta claro que, este pobre argumento del General santos -perdón,- Ministro Santos, es tan pobre como bellaco y tan infantil como criminal.

De este modo, atrapado el gobierno en su carrusel de mentiras y como es su costumbre ya el tratar de empatar una situación cuando le es adversa, Luis Carlos Restrepo, —Alto Comisionado de Paz— empezó a señalar que el periodista Jorge Enrique Botero había roto el protocolo de Garante al informar a Telesur lo que estaba aconteciendo, y no sólo ello, sino que se atrevió a decir que sobre la zona habilitada – del Caquetá– para la entrega de los rehenes no se había producido ningún sobrevuelo. Esta situación hizo que sobre la media tarde del día domingo 1 de febrero Iván Cepeda, miembro impulsor del Movimiento de Colombianos/as por la Paz y Presidente Nacional del Comité de Víctima de Crímenes del Estado, de modo enérgico y categórico le demandara al Comisionado y al Gobierno Nacional el cumplimiento de las garantías otorgadas para el cumplimiento de dicha operación. Cepeda que se encontraba en la ciudad de Villavicencio, lugar definido para que llegaran una vez estuvieran liberado los cuatro integrantes de la fuerza pública, encaró al Comisionado como lo demandaba la situación, quien se reafirmó en el criterio que no habían sobrevuelos y que el periodista Botero había incumplido el protocolo de silencio.

5. Masificar la operación jaque es la lógica de Uribe.

Ante todo ello cabe la pregunta ¿Quién es el que rompe el protocolo frente a la entrega de los rehenes, quién autoriza los sobrevuelos y en un acto demencial llama a buscar a los guerrilleros por tierra – con lo que ello hubiera representado—, o quién decide poner en consideración de la opinión pública un hecho real? A mi juicio, sin lo primero no hay lo segundo, y quizá si llegó a existir una imprudencia por parte de Botero fue para evitar que la entrega de unos rehenes no terminara convertida en un nuevo baño de sangre en donde y como siempre el gobierno se saldría con la suya.

Hasta aquí está claro que el gobierno al autorizar los sobrevuelos perseguía varios objetivos: a) deslegitimar al Movimiento de Colombianos/as por la Paz como interlocutor válido y como expresión de la sociedad civil en la búsqueda a mediano y largo plazo de una resolución al conflicto en Colombia, y, a corto plazo, evitar que dicho movimiento se convierta en un espacio que aglutine a diversas expresiones sociales y que termine presionando el Acuerdo Humanitario, un inamovible al parecer para el actual gobierno. b) Propiciar la no concesión de ningún espacio político en lo real a la insurgencia de las FARC y, por tanto, negarles o evitar al máximo que cualquier actor, nacional o extranjero, pueda contribuir a abrirle espacios interlocución política. c) Evitar que las FARC puedan dar su particular visión del conflicto y que se difunda el contenido programático de su propuesta, d) Enviar un mensaje al grueso de la sociedad y es que frente a la FARC no existe otra salida como no sea la derrota militar, lo que reafirma la Política de Seguridad Democrática y la idea de que sin Uribe ésta no será igual. Finalmente, f) Propiciar que las liberaciones se sigan produciendo a través del mecanismo de las deserciones de miembros de las FARC, de operaciones tipo Jaque o presionando aquellas zonas donde se sabe que puedan estar los rehenes.

Quien mejor define la verdadera intención de Uribe frente a esta parte es sin equívoco alguno, su médium, José Obdulio Gaviria, cuando dice: «No habrá intercambio humanitario (…) Para liberar secuestrado las vías son una Operación Jaque, un cerco humanitario o una mezcla de ellos» [2] . Esta postura si algo refleja y a las claras es el total desprecio que Uribe, su Ministro de Defensa y los militares que el acompañan tienen por la vida de las personas que están aún en manos de las FARC. Su excesivo triunfalismo y la falsa idea de que su gobierno hará implosionar a las FARC a punta de deserciones, sin duda, no es más que un animoso deseo y una forma inhumana y miserable de jugar con la vida de cientos de personas, que quiérase o no, lo único que las podría traer de vuelta a casa es un intercambio humanitario o la voluntad unilateral de las FARC de liberarlas como ha sucedido en esta ocasión y, ello, gracias al concurso y la tenacidad probada de Colombianos/as como Piedad Córdoba, Carlos Lozano, Iván Cepeda y una lista de personas que han hecho posible la liberación de los miembros de la fuerza publica y de Alan Jara y Sigifredo López. Odas a estos Colombianos/as cuya grandeza al ponerse al lado de la Paz dejan al descubierto las miserias políticas y humanas de quien mal gobierna al país en estos momentos y también de quienes sabiéndose uribistas aspiran a sucederle, como no, a costa de presumibles éxitos militares en el futuro contra las FARC.

6. Ataque contra Morris, Botero y el Movimiento de Colombianos/as por la Paz.

Pese a todo, la liberación se produjo y los militares pudieron llegar sanos y salvo ese mismo 1 de febrero por la tarde a Villavicencio. Desde ese momento ya el Gobierno preparaba toda una cruzada contra Jorge Enrique Botero, Hollman Morris – periodista que ya estaba en la zona por su propio trabajo investigativo— y algunos miembros del Movimiento de Colombianos/as por la Paz. El Presidente Uribe y los suyos al enterarse que el periodista Morris, corresponsal de Radio Francia Internacional y del Programa televisivo Contravía estaba de modo previo en la zona de operaciones donde se había producido la liberación, se fue lance en ristre contra el comunicador, al cual empezó a acusarle de connivencia con el terrorismo, hecho que no hacía otra cosa como no fuera recordar o reeditar viejas acusaciones y que le tildaban más o menos de lo siguiente «amigo del terrorismo» de hacerle «apología al terrorismo» y de ser «cómplice del terrorismo».

El único delito que ha cometido este importante periodista es mantener una postura ética frente al conflicto, no asumir una postura servil frente a la fabricación de mentiras oficiales y oficializadas y denunciar y visibilizar desde una postura crítica todas las voces del conflicto. De este tipo de periodistas no gustan efectivamente en la Casa de Nariño, y, por supuesto, tampoco en importantes «empresas noticiosas» que hacen parte del establecimiento informativo, que como sabemos, difunden sin distancia crítica y sin reparo alguno todo lo que se dice desde el poder.

A Morris, desde la Casa de Nariño se le empezó a decir que se había prestado para la manipulación periodística a favor de las FARC y que en este sentido había realizado entrevistas a los militares bajo coacción. Lo curioso de todas estas acusaciones es que Morris no ha hecho ninguna edición del material y no ha dado a conocer nada sobre el particular. Lo único cierto de todo esto es que los militares liberado una vez en la Casa de Nariño el mismo primero de febrero por la noche y como si de un libreto se tratara – dijeron que – habían sido entrevistados por miembros del Semanario Voz, hecho desmentido por Carlos Lozano, pues este periódico no había sido invitado para cubrir este acto humanitario.

Esta manera de propalar acusaciones contra los miembros del Comité de Colombianos/as Por la Paz sería la preparación del terreno para desconocer a este importante grupo de cara a la liberación que se produciría el día lunes 2 y 3 de febrero – es decir, el día de la liberación de Alan Jara y la de Sigifredo López, respectivamente. De hecho, bien pasada las 12 de la noche del día domingo 1 de febrero, el Presidente Uribe y los suyos daban por concluida la labor del Grupo de Colombianos/as por la Paz para seguir con la mediación, hecho que terminó subsanándose, pues los familiares de los rehenes próximos a liberar llamaron a Presidencia inconformes con la decisión, hecho que llevó al Presidente el día lunes 2 de febrero a rectificar la posición y a reconocer que se suspendería todo tipo de vuelos sobre la zona en que se produciría la entrega de Alan Jara y Sigifredo López. Hasta aquí es muy diciente que lo que no quiere Uribe es que la sociedad civil se inmiscuya en los menesteres de la Paz, pues ello no es conveniente a su política de abierta y aviesa guerra con la que pretende él — o su pupilo, si no sucumbe antes a la idea de un tercer periodo-quedarse en el poder presidencial y seguir manejando los asuntos de la paz y la guerra como si éstos fueran patrimonio suyo.

El día lunes dos de febrero, sin embargo, lo que si se conoció fue la detención del periodista Holman Morris, del camarógrafo Leonardo Acevedo y del reportero Camilo Reynoso por parte de miembros de la Brigada XII. La detención se produjo en la zona denominada Unión de Peneya, la cual está ubicada entre el municipio de Paujil y Cartagena de Chairá (Departamento del Caquetá). Este grupo estuvo retenido por espacio de seis horas y su material quiso ser incautado, hecho que configura un delito y una vulneración a la libertad informativa. Pero lo peor contra Hollman Morris y Jorge Enrique Botero vendría el mismo lunes por la noche cuando el presidente desde la Casa del recién liberado Alan Jara acusó a este par de periodistas de que se » se escudan en su condición de periodistas para ser permisivos cómplices del terrorismo» .Además, de forma cínica, les acusó de poner en grave riesgo la integridad de los liberados. Aquí cabría preguntarle al señor presidente ¿Quién ponía en peligro a las personas que iban ser liberadas, el Ejército, quien actuando con orden de gobierno sobrevolaba una zona, o los periodistas que informaban sobre lo que estaba sucediendo? Está claro que el gobierno en su sed de sangre estaba buscando un golpe de mano, a costa, incluso, de la vida de los soldados y policías que dice defender.

7. Qué ética, qué periodismo.

Todo lo sucedido en lo relativo a esta operación humanitaria, además de traer a los liberados a casa, gracias a la voluntad política de las FARC, a la insistencia del Movimiento de Colombianos/as por la Paz, al gobierno de Brasil, a los familiares de los liberados y al cuestionado CICR, también ha dado lugar para conocer una vez más cual es la verdadera posición del Gobierno de Uribe al respecto del Acuerdo Humanitario: está por el rescate y operaciones tipo Jaque. Pero no sólo ello, ésta operación dio lugar igualmente para que algunos estén hablando y con mucha enjundia de la ética y el periodismo.

Al respecto llama la atención que Enrique Santo Calderón, Consejero de Contenidos del Diario El tiempo y Presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa cuestione la conducta de Hollman Morris y Jorge Enrique Botero – aunque no justifica el trato dado por el gobierno y menos por el presidente Uribe a éstos— y se olvide que mientras él fue Director del Diario El Tiempo, Francisco Santos, Vicepresidente de la República y accionista del mismo Diario, decía qué había que titular en su periódico y que no. En alguna ocasión llegó a decir que a la FARC no había que darle cubrimiento noticioso.

¿Donde estaba usted Señor Enrique Santos cuando esto se presentaba? ¿No era acaso usted el Director del Tiempo cuando esto pasaba? ¿Dónde ha estado usted durante todo este tiempo cuando el gobierno de Uribe ha vertido toda suerte de mentiras? ¿No ha contribuido acaso y contribuye el Medio al que usted ha estado vinculado a ocultar las mentiras de éste y otros gobiernos? ¿De qué ética me habla? ¿De qué ética periodística puede hablar Juan Gossaim, la Gurisatti………? Es decir, RCN, Caracol y muchos otros medios cuando ellos contribuyen a la intoxicación permanente y efectiva. Si, hablemos de ética en el periodismo, es necesario, sobre todo para develar qué dicen y hacen las grandes empresas comerciales del periodismo en Colombia, sumisas como sabemos ante Uribe y aduladoras ante los desafueros oficiales. Bienvenido el tema de la ética y el periodismo.


[1] Para comprobar que los sobrevuelos existieron ver la página de la Secretaría de la Presidencia de la República en donde se hace expreso reconocimiento del hecho. Febrero 06-2009. Ver Link http://web.presidencia.gov.co/sp/2009/febrero/06/05062009.html

[2] Sobre el particular puede verse su declaración en el siguiente link. http://www.colombia.com/actualidad/autonoticias/politica/2009/02/08/DetalleNoticia34878.asp