MENSAJE AL PUEBLO COLOMBIANO
7 de noviembre del 2024
Saludamos al pueblo colombiano, a todos los compatriotas que se encuentran en las diversas latitudes del territorio nacional, extendiendo nuestro mensaje de lucha en la búsqueda por la paz con justicia social y las transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales que se requiere para alcanzar la dignidad con la que soñamos todos y todas.
A continuación, expresaremos nuestras valoraciones acerca de los elementos de la coyuntura nacional que consideramos pertinentes, dado que el cerco de los medios de comunicación oficiales y pagos por la extrema derecha, impiden con sus tergiversaciones, conocer las verdaderas posiciones de nuestra organización con relación al gobierno nacional.
1. La ofensiva que se desarrolla contra las FARC-EP, se hace con fines de lucro, el gobierno nacional actúa en defensa de los negocios minero energéticos con multinacionales. El proyecto de represa del Cañón del Micay y la ofensiva que se cierne sobre el corregimiento de El Plateado, la rapiña de las potencias por controlar la Amazonia junto al mercado de la naturaleza y los saberes de las comunidades que se desarrolló en la COP16, no están fuera de este plan operativo de limpieza social y militar que se requiere para que los negocios funcionen en “Paz Total”. El despliegue de fuerza pública que se ha concentrado en varias regiones de Colombia, corresponde al compromiso del gobierno para garantizar la seguridad e impulsar los megaproyectos acordados con las transnacionales, mientras la soberanía nacional se sigue entregando a costa del desplazamiento, confinamiento y presión contra la población civil. Las FARC-EP hemos actuado conforme a nuestros principios de defensa soberana del territorio, ejerciendo el costoso deber de proteger la riqueza natural que el gobierno ahora entrega al capital internacional, mientras socava los derechos de los pobladores que viven en estas regiones.
2. El proceso de radicalización del jefe de Estado contra nosotros, es el modo en que se expresa el desespero del gobierno por la presión que ejercen sectores militaristas del bloque de poder, que hoy quieren acciones directas de la fuerza pública ante el asomo del fracaso de la política de paz total y la necesidad de configurar un enemigo activo que suponen se pueda golpear fácilmente, a fin de garantizar resultados que tranquilicen a la oposición. Durante dos años, el país ha visto como crece exponencialmente el paramilitarismo, pese a que se niegue en los medios oficiales, que en complicidad con otros actores armados asolan a la población civil. Hemos librado una guerra contra varios enemigos conteniendo el avance paramilitar, mientras el gobierno se preocupa solo del conflicto contra nosotros, omitiendo la situación que se presenta con otros actores armados en diversas regiones del país.
3. Somos la única organización guerrillera revolucionaria activa en el territorio nacional, con capacidad operativa que realmente está en defensa de los bienes comunes de la población, entre ellos los que sirven para generar riqueza, como lo es el agua. Mientras el gobierno desgasta su fuerza contra nosotros, potencia procesos de diálogo con otras organizaciones, con el único fin de garantizar resultados que permitan demostrar la eficacia de la política de la paz total y con ello se pueda aumentar el respaldo electoral que se requiere para la contienda del 2026.
4. El gobierno desgasta recursos humanos y económicos en una guerra contra las FARC-EP, mientras las reformas languidecen en el congreso de la república y la oposición de derecha avanza con paso firme para retomar el poder ejecutivo. Pierde tiempo el presidente Petro en el propósito de la paz total, haciéndole coro a los sectores militaristas y narco paramilitares que azuzan una guerra que solo seguirá aumentando las cifras de muertos, heridos, desplazados, viudas y huérfanos que lamentablemente dejan los cruentos desenlaces de una confrontación que se puede evitar si se actúa con sensatez y se reestablecen los mecanismos y consensos logrados en las etapas de diálogo que se dieron hace poco.
5. Aún se puede recuperar el camino hacia la paz, las reformas y el proceso de transformaciones sociales, políticas y económicas en el país, si el presidente, sus ministros y su coalición política no siguen dilapidando su acumulado político en cortinas de humo y cediendo a las presiones del establecimiento que persiste en el derramamiento de sangre entre colombianos. Ello implica un cambio de método en la esencia del diálogo y un reconocimiento efectivo de las nuevas lógicas del conflicto armado en el país. Qué ganamos para la paz, si el gobierno y su alto comisionado juegan a la política de introducir la división interna, la delación y traición entre las organizaciones que participamos en los diálogos y la promoción de discursos sobre falsas traiciones o infiltraciones sobre nuestra organización -como los que pretenden posicionar algunos comandantes de ELN o Calarcá y sus fraccionalistas contra miembros de nuestra organización-, con todo esto el gobierno pretende que la celeridad del proceso rinda resultados efectivos para lograr la desmovilización y el desarme. Cada equivocación en la dinámica del diálogo lo que hacen es retrasar la eficacia de las mesas y la confianza en la política de la paz total del gobierno.
6. Mientras se insista en la fórmula del sometimiento y el negacionismo de las causas estructurales y se aplique un tipo de diálogo reducido a resolver los aspectos humanitarios del conflicto, sin respetar a la contraparte y valorar sus criterios y horizonte político, dejando de lado los elementos esenciales de la problemática integral del país, los hechos de la paz se verán frustrados por buenas intenciones sin contenido y profundidad para su materialización efectiva en los territorios azotados por el conflicto. Es necesario superar la idea de que la voluntad de paz de los revolucionarios es un signo de debilidad y no la muestra de grandeza histórica que nos caracteriza.
7. Aún estamos a tiempo de retomar el camino avanzado, tomando en cuenta las nuevas circunstancias de los desenlaces de la confrontación por las que lamentablemente el gobierno decidió escalar, sin tener en cuenta que esto aleja cada vez la posibilidad de la solución política al conflicto armado y sobre todo de brindarle a los colombianos que padecen la guerra, un verdadero cambio en paz y con justicia social. Que no nos toque volver a repetir, aquella dura frase del comandante Alfonso Cano cuando se rompieron los diálogos de Caracas y Tlaxcala en los años noventa: «nos vemos en 10.000 muertos». Otra puede ser la realidad en el actual contexto en el que se autoproclama que Colombia es «potencia de la vida». Esperamos que la coherencia permita que así sea.
8. La idea del cambio está llegando a niveles de desencanto que no pueden perderse, solo por el agotamiento de cuatro años de periodo de un gobierno que asumió las banderas sociales y populares de la movilización social, pero que le ha quedado grande sostener el compromiso hecho durante el periodo de campaña. El pueblo no puede seguir disperso e inmovilizado, bajo la espera de la realización de promesas de cambio que se están haciendo imposibles de cumplir en el poco tiempo que le queda al gobierno para ejecutarlas y lograrlas. Todo lo que ha conseguido el movimiento social y popular siempre ha sido producto de la acción movilizadora callejera autónoma e independiente, sin contar con la tutela y subordinación de caudillos del orden institucional.
9. Es hora de retomar la iniciativa para reorganizar los acumulados de lucha del pueblo colombiano y activar de nuevo la movilización por la exigencia de lo que nos pertenece y que no ha sido materializado en las promesas de las reformas, que tanto movieron la esperanza y expectativas del pueblo, y que intentamos resolver por la vía de la solución política en los ejercicios de diálogo que hoy están rotos por cuenta de la reticencia del gobierno a profundizar compromisos que garanticen la voluntad real de paz del establecimiento.
10. La unidad de esfuerzos en la movilización será la única garantía de lograr el verdadero cambio con la fuerza del movimiento social y popular. La historia está demostrando que, sin acción política del pueblo colombiano, ningún gobierno va a resolver las necesidades de la población por más progresista que este se autoproclame, se hace necesario entonces, sentar las bases para impulsar un gobierno revolucionario de construcción popular, capaz de hacer realidad todos los anhelos de transformación del pueblo colombiano.
SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR CENTRAL
FARC-EP
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