Hay fotos que matan. La de Bush, Blair y Aznar en las Azores aún cosecha, años después, cadáveres en Irak. Su última copia, con la muerte de nuevo como protagonista, estará lista en breve. Bush, Brown y Zapatero, misil en mano. Las Fuerzas Armadas españolas van a comprar este verano sus primeros misiles Tomahawk. […]
Hay fotos que matan. La de Bush, Blair y Aznar en las Azores aún cosecha, años después, cadáveres en Irak. Su última copia, con la muerte de nuevo como protagonista, estará lista en breve. Bush, Brown y Zapatero, misil en mano. Las Fuerzas Armadas españolas van a comprar este verano sus primeros misiles Tomahawk. Sólo Estados Unidos, Reino Unido, y ahora el Estado español, dispondrán en todo el mundo de esta letal arma. El Trío del Mal vuelve a la carga.
Bombas listas. El Tomahawk es el asesino estrella de la industria militar estadounidense. Su precisión maravilla: hace blanco a 1.600 kilómetros de distancia con un margen de error de diez metros. Su precio enamora: cada misil cuesta cerca de un millón de euros. De momento, el Gobierno adquirirá 24. Eso sí, sólo podrá utilizarlos cuando y donde diga EEUU. Los Tomahawk, que localizan su objetivo volando a baja altura, necesitan el apoyo de una red de satélites de comunicación y observación que las tropas españoles no tienen. Estados Unidos apunta. El Estado español paga y dispara. ¡Para que luego digan que no existen bombas inteligentes!
Militares colaterales. El Ministerio Defensa acaba de elevar del 7% al 9% el cupo máximo de extranjeros en el Ejército. Justifican la medida por «el incremento del colectivo de extranjeros en la sociedad española» y para «facilitar su presencia e integración». En realidad, escasean los reclutas. Ahora, cualquier inmigrante puede ser soldado, basta con que sea originario de un país iberoamericano (de las Indias) o de Guinea Ecuatorial. Ninguno terminará la carrera militar. En la Armada, tienen vetado el acceso a los submarinos, y en el Ejército del Aire, a la especialidad de Mando y Control, al Estado Mayor y a la mayoría de los cuarteles generales.
En el nombre del padre. El tomahawk era un hacha-pipa originario de los indios nativos norteamericanos. Curioso artilugio. Por un extremo, hacha de guerra. Por el otro, pipa de la paz (tenía un orificio para fumar tabaco desde la empuñadura hasta la cabeza de piedra). ¡Cuánto hemos evolucionado! ¡En la dirección contraria!