La crisis que afecta a las fuerzas políticas tradicionales ha abierto la puerta a nuevas opciones, que son miradas con interés o escepticismo por la ciudadanía, en la perspectiva de las elecciones que este año concluirán con un nuevo morador en La Moneda y con la renovación de la mayoría del Congreso Nacional. Entre estas […]
La crisis que afecta a las fuerzas políticas tradicionales ha abierto la puerta a nuevas opciones, que son miradas con interés o escepticismo por la ciudadanía, en la perspectiva de las elecciones que este año concluirán con un nuevo morador en La Moneda y con la renovación de la mayoría del Congreso Nacional. Entre estas fuerzas emergentes está el Frente Amplio (FA), compuesto por once organizaciones políticas que intenta levantar una alternativa, con una crítica frontal al modelo neoliberal y un rechazo a la influencia corruptora del dinero en la política. El diputado y militante del Movimiento Autonomista, Gabriel Boric, es uno de los voceros de este nuevo referente y asume su tarea en medio de un torbellino de invitaciones para presentar al naciente conglomerado.
¿Cómo ha sido su experiencia en el Congreso?
«El Congreso actual está disociado de la realidad. Su sede está rodeada de rejas, con jardines hermosos por los que nadie transita. Es un ejemplo muy claro de cómo proyecta el Parlamento su imagen hacia la comunidad. En la transición hubo una intención deliberada de separar la política de la sociedad, para formar una casta de políticos profesionales que estuvieran ajenos a las luchas populares. Uno de los desafíos que tenemos como FA es convocar a la gente que no se interesa por la política. Ello nos obliga a entender nuestra acción como una construcción colectiva más allá del espacio electoral y vinculada al conjunto de la vida social. Bajo esa concepción, el Congreso es para nosotros un bastión por conquistar.
Transparentar el actual modelo de financiamiento de la política es fundamental para sanear el sistema electoral. El que haya terminado el binominal abre una puerta para que fuerzas no tradicionales puedan tener representación parlamentaria. Pero todavía queda mucho por hacer para democratizar la política. Este cambio cultural debe originarse al interior de las organizaciones; partiendo del hecho que hoy los partidos, al igual que el Congreso, están desarraigados de las luchas sociales. Eso lo vivimos cuando fuimos parte del movimiento estudiantil y constatamos que los partidos tradicionales, salvo excepciones como el PC, no tienen capacidad de ser parte de esas luchas, simplemente porque las abandonaron para dedicarse a la administración burocrática del Estado.
Las organizaciones nuevas no podemos estar solo en función de la disputa electoral, porque la institucionalidad reproduce el modelo capitalista neoliberal y cuando uno es parte de esa institucionalidad termina capturado por su lógica. Un desafío indispensable para las fuerzas de Izquierda es no ser absorbidos por el carácter capitalista del Estado. Chile es un país institucionalista donde se ve la política solamente en función del Parlamento o del gobierno. Desde el FA tenemos que dar un debate profundo, para convertirnos en un canal de expresión de aquellos que no se sienten representados por las instituciones, en la perspectiva que las luchas incidan en el cambio material de sus vidas.
Estuve con vecinos de La Higuera, que rechazan el proyecto de la minera Dominga en la Región de Coquimbo. Antes hemos conocido el caso de Freirina, de Chiloé, de Magallanes o de Aysén. Hay una serie de luchas que no tienen expresión política formal y una de las próximas metas del FA es estar presente en esos conflictos.
El gran empresariado ha terminado incidiendo por vía no democrática en el Congreso Nacional, en defensa de sus intereses. Los aportes de las pesqueras en su mayoría fueron reservados; pero hubo también aportes ilegales, como los que se hicieron al ex diputado y ex ministro Jorge Insunza o a los senadores Orpis y Rossi. Las grandes empresas no hacen caridad, invierten en comprar políticos. Siempre ellos van a decir que no les compraron las conciencias, ¿pero para que les pasaron plata? Todo eso tiene un costo político respecto al debilitamiento de la democracia. Que unos pocos pesen más que muchos, en función del dinero que tienen, lo tenemos que combatir con mucha fuerza».
DEBATE EN EL FRENTE AMPLIO
La gente dice que todos los políticos son ladrones .
«Ese es un gran triunfo de la derecha, que estimula la despolitización para mantener el statu quo . No todos los políticos somos iguales y hay que hacer distinciones, incluso dentro de las coaliciones hegemónicas. En el FA vamos a establecer una muralla infranqueable entre dinero y política. No nos financiarán los empresarios y eso marcará la diferencia en la percepción que tenga la gente sobre nosotros.
La mitad de la política actual funciona en torno a los medios de comunicación y por lo tanto, en torno a imágenes construidas por la manipulación mediática. Las redes sociales han servido en alguna medida para democratizar el acceso a la información; pero los medios del capital siguen siendo dominantes y están en nuestra contra. Tenemos que forjar nuestras propias maneras de comunicarnos con la gente. Eso va a tener mucho que ver con el despliegue territorial de nuestras campañas y con tomar conciencia de que los grandes medios están jugando para intereses que no son los nuestros».
El FA es diverso y heterogéneo. ¿Cómo debieran resolverse eventuales diferencias?
«La conformación del FA exige terminar con prácticas heredadas de la política tradicional. Tenemos que cultivar una cultura de fraternidad para la discusión política y dar nuestros debates de manera pública; pero sin desconocer que hay episodios en los que vamos a tener diferentes opiniones. Estas situaciones van a exigirnos una conciencia muy clara de que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Espero que el FA, con toda su diversidad, sea capaz de proyectarse más allá de los plazos de una elección.
Como la mayoría de las fuerzas del FA nacen después de 2006 y 2011, hay entre nosotros una cultura política muy universitaria. Quienes venimos de ese mundo tenemos que entender que debe existir una síntesis virtuosa entre la generación que yo represento con quienes vienen luchando desde hace mucho más tiempo que nosotros. Pude verlo en mi campaña en Magallanes, donde intervino gente que votaba por primera vez y viejos militantes socialistas o comunistas decepcionados de sus partidos. Decidieron unir sus fuerzas con nosotros para ganar la elección. Esa sinergia no tiene recetas, pero requiere humildad. El mundo no nace con nuestra generación, ni el ser joven constituye una virtud en sí misma. La diversidad etaria es indispensable para conseguir logros y construir un proyecto de largo plazo».
¿Hay intención en el FA de disputar el espacio político en esta elección?
«En un escenario electoral restringido a un tercio de los votantes, tenemos que disputar ese tercio, pero también invitar a mucha más gente que no vota. Tenemos un tremendo potencial para impulsar transformaciones desde la movilización y la organización en la base. El Movimiento No+AFP, el estudiantil, el socioambiental o los regionales, son tremendamente potentes y no tienen una expresión electoral propia. El FA tiene que dar cabida en su interior a todas esas manifestaciones de lucha.
Quien encabece el proyecto de una candidatura presidencial nuestra, sea mujer u hombre, debe asumirse como parte de un proceso colectivo y representar una diversidad que vaya más allá de lo reconocido como la ‘Izquierda extraparlamentaria’. Ese 5% nos deja tranquilos con nuestra identidad, pero sin incidir en política. Quien encabece nuestro proyecto no debe tener conflictos de interés con el dinero y debe estar dispuesto a trabajar con ética, humildad y compromiso en nuestra causa colectiva.
El nombre debiera definirse a través de una primaria, ciudadana o legal, con un compromiso de debate fraterno para el cual debemos hacer todos un esfuerzo que logre que después de la primaria salgamos más unidos. Destaco la generosidad que han tenido el Partido Humanista y Revolución Democrática, Igualdad y el Partido Ecologista Verde, de poner sus institucionalidades legales a disposición del FA. Milito en una organización política que está en construcción y no tenemos disposición de convertirnos todavía en partido político, pero estamos dispuestos a colaborar para que estos partidos puedan servir de base institucional para nuestras campañas. En Magallanes vamos a ayudar a la reinscripción del PH y lo mismo estamos haciendo con RD en Temuco».
HACIA UN PARTIDO
¿Hay condiciones para que el FA se constituya como partido legal?
«De todas maneras, pero lo digo en potencial. La Concertación partió como una coalición de diecisiete partidos y terminó en cinco. La política es dinámica y en el FA existen muchas organización que tenemos gran sintonía y no se justifica nuestra existencia separada; pero los procesos unitarios demoran un tiempo en cuajar. El despercudirse de las identidades particulares requerirá de mucha claridad táctica y humildad de parte de todos.
Aunque tenemos gente muy valiosa y con grandes méritos personales, es difícil que se conozcan individualmente todas las candidaturas del FA y, por lo tanto, tenemos que lograr que la gente nos reconozca sobre todo por las propuestas programáticas que nos representan como una alternativa real de poder en los territorios. Nuestra corriente se opone a los proyectos personalistas de la política tradicional y podemos garantizar que nuestros candidatos y candidatas defenderán nuestro proyecto.
Estos debates se están dando de manera incipiente en el FA y como la mayoría de las organizaciones que lo integran no tiene experiencia electoral, para nosotros es descubrir un mundo nuevo. En ese sentido nos ayuda mucho la experiencia de quienes han vivido antes estos procesos. El mundo no lo inventamos nosotros y tenemos que recoger también experiencias pasadas de la Izquierda. Se están creando grupos de apoyo programático, con una convocatoria de más de 50 mil personas. Es un desafío importante que nos ayudará a consolidar el FA en el largo plazo, más allá de las elecciones».
DERECHOS DE LA MUJER
Junto al diputado Jackson presentó un proyecto de ley para igualar derechos de hombres y mujeres desde una perspectiva feminista .
«Nosotros ponemos la firma, pero esta es una elaboración colectiva, en la que han participado diversas organizaciones del Frente Amplio. Han dado un debate sobre cómo la legislación chilena en diversos aspectos reproduce y profundiza el machismo que existe en la sociedad chilena. En función de eso, decidimos presentar un proyecto de ley integral en áreas como educación y trabajo; sabiendo que faltan otras, como salud.
La propuesta va en la línea de que se haga obligatoria la educación de género en las carreras de pedagogía, que se terminen los liceos diferenciados por sexos o que se potencie en los colegios la educación de género. En materia laboral, la moción propone recurrir judicialmente ante diferencias de salarios entre mujeres y hombres bajo iguales condiciones laborales, que en las empresas existan salas cunas indistintamente para hombre y mujeres, y busca reconocer el trabajo doméstico de la mujer.
El proyecto quiere generar un debate nacional sobre la necesidad de estos cambios, que tienen que ir de la mano de una lucha social que hace mucho tiempo viene dando el movimiento feminista. Con esta propuesta vamos corriendo el cerco. La primera ley de divorcio la presentó en 1990 la diputada Laura Rodríguez, y la ley recién vio la luz en el 2000. Son procesos que duran años».
¿Cuáles son los desafíos que visualiza a corto plazo?
«Para ser desarrollado, Chile tiene que ser un país descentralizado. Hoy la política se ve como el conventilleo entre Santiago y Valparaíso; pero creo que las regiones tienen mucho que decir y que en Maule, O’Higgins, Magallanes, Atacama o en Arica están sucediendo cosas importantes que debieran conocerse. Es indispensable tener una visión más amplia para entender lo que pasa en todo el territorio.
También es necesaria una mirada del escenario internacional. Me admira, por ejemplo, que partidos tradicionales de Izquierda, con gran trayectoria, como el PT de Brasil, terminaran abandonando a las clases trabajadoras y sumidos en la corrupción. Este es un debate que tenemos que poner sobre la mesa, porque este abandono de los principios lo termina capitalizando una derecha de tinte fascista.
También me preocupa saber dónde radica la soberanía en la actual sociedad neoliberal. En Grecia el pueblo dijo no a las medidas de austeridad impuestas por la troika económica, y finalmente terminaron imponiéndose los criterios de la banca internacional por sobre la soberanía del pueblo. Para actuar de manera responsable, tenemos que saber cuáles son los límites posibles de los cambios que queremos impulsar y cómo podemos sobrepasarlos, evitando que el Banco Mundial venga a imponernos sus términos».
Publicado en «Punto Final», edición Nº 872, 31 de marzo 2017.