Ante la guerra de declaraciones sobre la creación de una nueva Constitución para Chile, El Desconcierto conversó con el historiador y premio nacional sobre cómo enfrentan la discusión los políticos y los movimientos sociales. A raíz de la creciente discusión sobre al construcción de una nueva Constitución, usted señala en su libro «En el nombre […]
Ante la guerra de declaraciones sobre la creación de una nueva Constitución para Chile, El Desconcierto conversó con el historiador y premio nacional sobre cómo enfrentan la discusión los políticos y los movimientos sociales.
A raíz de la creciente discusión sobre al construcción de una nueva Constitución, usted señala en su libro «En el nombre del Poder Popular Constituyente», que la clase dirigente, es decir, los políticos, no admiten el poder popular constituyente, y que la Izquierda Parlamentaria siempre ha aceptado los Estados construidos sin la participación de la ciudadanía. ¿Cómo podríamos definir el «poder popular constituyente»?
Es parte de un principio básico del derecho político, de que la soberanía radica siempre inalienablemente en el pueblo. En este caso podemos llamarle la ciudadanía en general, o si tú quieres la sociedad civil, o en nosotros mismos, constituidos como un colectivo, porque la soberanía no radica en el individuo, radica en los individuos pero en tanto que colectivo. Para que haya soberanía se requiere que los individuos congregados en comunidad, deliberen. Pero la soberanía es una voluntad colectiva, no es individual tampoco, eso lo dice el modelo neoliberal. La gran apuesta que ellos han hecho es eso: componer la sociedad para que voten individuos que no deliberan. Lo practique o no, la soberanía radica en el pueblo, no en la clase política, no en el derecho, no en el Estado. Lo que ha ocurrido en la historia de Chile es que ese poder ha sido denegado una y otra vez a lo largo de 200 años, a tal punto de que hoy no sabemos que tenemos ese poder, no sabemos que somos soberanos, lo que es de una pobreza ciudadana franciscana. Lo que sí sabemos hacer, mecánicamente a esta altura, es pedir. Somos peticionistas, «denos esto, denos lo otro, resuelvan lo otro»…y uno pide y hace peticiones, y si nos nos responden a nuestras peticiones, entonces…protesta. Demanda y protesta, petición y protesta. Eso es pobreza ciudadana. Esa es nuestra realidad, la idea de AC viene de una creciente demanda de los ciudadanos por ejercer soberanía, creciente, pero no definitiva. El proceso de aprendizaje de soberanía en Chile ha sido un proceso lento, yo diría que en el periodo actual este aprendizaje arranca con la toma de La Victoria, cuando el pueblo se aburrió de pedir que le den y pum, se tomó el terreno y construyó su campamento, y defendió su campamento contra los pacos, obligó al gobierno a legalizar lo que era ilegal. Ahí se inicia un proceso de aprendizaje, que pasó por la etapa de poder popular, en tiempos de Frei, y en tiempos de Allende, donde los dos negaron la existencia del poder popular- . ¿Cómo ve hoy la constitución de un poder popular constituyente? Hoy pasa por los movimientos estudiantiles, que rechazan esta educación de mercado y quieren otra cosa, y pasa por las asambleas territoriales de Magallanes, de Aysén, de Calama, de Freirina, que doblaron la mano del gobierno de Piñera. Hay una larga historia que partió el año 57 y estamos todavía con esta duda, estamos planteándonos o no un cambio constitucional de fondo a través de una asamblea constituyente. Lo que revela es que es un proceso lento por el hecho de que fueron 200 años de negación de este poder, razón por la cual estamos recién descubriéndolo y a tientas, a ciegas, incluso se nota en el hecho que los hoy llamados movimientos sociales tienen más de movimiento de masa que de movimiento social. Los estudiantes llevan, desde el 2001, con el «mochilazo» hasta hoy, 13 años marchando por cambiar la educación y lo siguen marchando. Estamos marcando el paso y seguimos en eso, o sea no estamos avanzando, los estudiantes no han ejercido poder, porque no han elaborado una propuesta. El ejercicio del poder consiste en imponer las propuestas que tenemos. Yo creo que el movimiento estudiantil está entre medio, entre que es movimiento social con propuesta o movimiento de masa que pide. Y ahí está trancado. Los estudiantes secundarios van más lejos, pero todavía tienen dificultades para levantar propuestas, por razones obvias. Luego vienen los profesores, que están paralizados por una cúpula sindical, que es el Colegio de Profesores, manejada por partidos con criterios de los años 50, ni siquiera de los 60, sino de los 50. Por tanto todo el movimiento de profesores tiene un cuello de botella que lo tiene trancado. Pero en las bases sociales de los profesores ya están pensando en términos distintos.
Hace poco estuvo en Chiguayante, invitado por la Red Rocial de Profesores que se descolgaron del Colegio de Profesores y están construyendo su propia red, con los apoderados, con los pobladores, con los alumnos y con el municipio porque el alcalde es favorable a este proceso. Ellos están discutiendo precisamente el problema educacional pero para levantar propuestas. Lo mismo está ocurriendo con grupos de trabajadores que se están reuniendo en federaciones distintas a la CUT, la Federación Clotario Blest y hay otras más. He estado en asambleas nacionales de empleados municipales, que quieren actuar por su propia cuenta. La misma historia: están asociándose para descolgarse de la CUT y tienen un movimiento en base a asambleas de base, para tomar decisiones soberanas y ellos están preocupados por el tema de la asamblea constituyente. Lo mismo, las asambleas de Magallanes, Aysén y quieren trabajar en la formación de una nueva constitución.
La Confech no está planteando el tema de la Asamblea Constituyente, siguen con las marchas antiguas, partieron muy bien el 2011 pero se trancaron y están ahí; los trabajadores están trancados por la CUT, los funcionarios públicos por la ANEF, aunque es más avanzada que la CUT, pero también está trancada en lo mismo. Los empleados municipales, también, los portuarios están revisándose a sí mismos, preocupados por la despolitización de sus trabajadores que solamente van a la huelga y se movilizan por una chaucha, la otra vez se fueron a movilizar por 400 pesos. Entonces están preocupados porque quieren re politizarlos en una línea más potente. Los movimientos sociales tienen la asamblea constituyente in mente pero todavía algunos no saben cómo plantearlo. Están atrasados en su desarrollo, y los políticos que saben que hay mar de fondo, que el río suena porque piedras trae, tratan de apoderarse del problema para manejarlo y están muy asustados, porque si hay una asamblea constituyente de ciudadanos, los políticos lo van a pasar mal.
La Constitución de 1925 se da entre medio de una convulsión social y política, donde sectores movilizados consignaban la necesidad de un proceso constituyente. Sin embargo no fueron ni las capas movilizadas, ni los obreros, ni asalariados quienes sellaron el acuerdo, sino que Alessandri fue quien construyó la Constitución. ¿Qué diferencias y similitudes ve en ese proceso en comparación con el actual?
Hay un problema de fondo ahí que hay que discutir hoy: o los movimientos sociales enfrentan la disyuntiva por sí mismos, como sociedad, como clase, o lo hacen por comodidad. Ése es el problema, que por comodidad se lo deleguen a una élite, sus propios dirigentes, o a un caudillo, el líder carismático. O lo hacen ellos, que es trabajoso, es más arriesgado, requiere mayor esfuerzo, mayor aprendizaje, mayor preocupación de los ciudadanos, mayor tiempo para autogobernarse. Yo no entregaría la Asamblea Constituyente al Partido Socialista con Andrade a la cabeza. Menos, a la Democracia Cristiana con Walker a la cabeza y menos al Partido Comunista, que es de un oportunismo, el peor de toda la historia del Partido Comunista de Chile. Es penosa la actitud del Partido Comunista, lo que está haciendo y lo que va a seguir haciendo. La otra alternativa es que sea por comodidad, como dijo Elías Laferte, dirigente comunista, para explicar por qué los trabajadores pampinos, los trabajadores de izquierda, los comunistas votaron al final por Alessandri y no realizaron la revolución preconizada por el propio Luis Emilio Recabarren. Los comunistas además votaron por Alessandri por un instructivo que les llegó desde la Tercera Internacional, por tanto, de Moscú.
Esto es un problema que los sociólogos plantearon desde el siglo 20, la llamada «Ley de Hierro de las oligarquías». Los movimientos tienden a generar oligarquía, un grupito, una vanguardita, una élite, al final con una supuesta representación, va a hacer lo que las masas debieron hacer por si mismas. Esa es una cuestión fundamental en los movimientos sociales, evitar la Ley de Hierro de las oligarquías, porque sino, el movimiento se personaliza en el caudillo. Chavismo, castrismo, peronismo, stalinismo, leninismo, maoismo. Entonces ahí la soberanía se la entregan en bandeja al caudillo y el caudillo después se la entrega a su hijo, o al hijo predilecto, o se le entrega a los amigos que formaron la élite inicial, o a la esposa, Perón se lo entregó a Evita. Cuando la soberanía se convierte en carisma en un caudillo, el carisma se hereda o se transmite entonces ahí se va generando una clase política y esa va negando la soberanía popular.
Ese es el problema de fondo, y tu lo estas viendo en Chile, cuando los cuatro dirigentes de la Confech ahora son diputados y están a la cola de todos los viejos parlamentarios: no van a cambiar nada dentro del parlamento, son cuatro y ahora van a aumentar el número más encima. Ese es el problema de fondo, cómo evitar la oligarquización de los movimientos. Eso pasó el 25.
«La clase media -dijo «Alessandri- va hacer todo», y los engañó, la Constitución del 25 al final la redactó Alessandri con un grupito de amigos y era exactamente lo contrario de lo que querían los movimientos sociales. Se las arregló para que esa constitución quedara después de un plebiscito fulero hasta el 73. Después los dirigentes aceptan la constitución, y el Partido Comunista y los socialistas también, y nos quedamos con la constitución liberal, ilegítima de Alessandri, luego de lo cual pretenden hacer la revolución dentro y desde esa constitución. Como esa constitución los transformó en clase política, al defender la constitución defienden la clase política. Por eso Allende dijo «la revolución la hace el gobierno de la Unidad Popular, no las masas». Ése es el problema de fondo, evitar que el proceso constituyente caiga en manos de los políticos, porque van a crear un sistema tal que ellos sigan dentro, hegemonizando todo, porque la profesionalización de la política es la negación de la representación de la soberanía popular. Ellos se están apurando por llevar el proceso constituyente y tienen abogados, ideólogos que plantean que hay que hacer la asamblea constituyente pronto porque la constitución anterior dice en un artículo tanto que se puede llamar a plebiscito y entonces el proceso va a quedar sujeto al Congreso Nacional, que es lo que quiere Bachelet.
Se ha repetido la historia, ante esto ¿Cuál es una alternativa distinta?
Frente a eso, está la alternativa de la Asamblea Constituyente, que es el ejercicio del poder constituyente popular. Entonces, estamos en una carrera en este momento. O ellos se van a apoderar una vez más del proceso constituyente y nosotros los tontos vamos a creer que sí, lo van a hacer bien, o nosotros nos apuramos en nuestro aprendizaje para producir nuestro propio proceso constitucional.
El proceso de aprendizaje es lento y pasa por cambios profundos que tenemos que hacer. El primero, democratizar la CUT o crear otra CUT, porque en estos momentos es un tapón. Hacer lo mismo con el Colegio de Profesores , lo mismo con los empleados de la salud, lo mismo con la ANEF, y esa cuestión es complicada, es jodida, porque tení que pisarle los callos a la vieja izquierda. Quedan muchísimos izquierdistas viejos metidos en esas estructuras y convencen a algunos jóvenes también y eso es re complicado. Yo creo que estamos en una doble lucha, contra el sistema neoliberal, y contra nuestras propias rémoras que vienen del pasado y es jodido porque uno tiene que combatir con amigos, sin destruirlos tampoco. No se trata de matar a los comunistas, o ser anticomunista, o anti socialista, o anti Bachelet, se trata de superarlo en buena lid desde dentro de la cultura popular, crear mayorías ahí.
En el escenario actual, existe una amplia gama de sectores en la política nacional que proponen la generación de una Asamblea Constituyente, donde sectores al interior de la Nueva Mayoría y también circundantes a ella, señalan que a través de un proceso constitucional se abriría el nuevo ciclo político iniciado por la Nueva Mayoría. ¿Existen esas condiciones para entrar a un nuevo ciclo?
Para empezar, esto de la Nueva Mayoría es un puro nombre, en realidad la misma Concertación es la que sigue funcionando, no hay un cambio de mentalidad, es un cambio de nombre. Tu lo ves por el hecho que Escalona sigue hablando las mismas estupideces de antes, concertacionistas puras. Él se ha pronunciado incluso contra la asamblea constituyente, que es el opio del pueblo, qué se yo, leseras de ese tipo. Tienes a un Zaldivar que dice «no hay que escuchar la calle», que hay que entender la calle pero no hay que escucharla. Lo ha dicho varias veces. Tienes al propio Andrad diciendo lo mismo, que él duda del proceso constituyente. Qué Nueva Mayoría ¡Es la vieja Concertación! Exactamente igual. Eso se demuestra también en las reformas que está planteando la Bachelet. No se sabe qué vas a reformar al final, porque son palabritas, no al lucro, educación de calidad y ¿¡Qué mierda es eso!? No han definido lo que es calidad en la educación porque no son educadores, ni uno. Todos estos ministros en educación son economistas, o bien son expertos en educación que hablan de teoría, de contactos internacionales, hablan del circuito internacional de calidad pero jamás han hecho clases.
Yo no creo que la Nueva Mayoría sea una nueva etapa de la política chilena, es la misma vieja política disfrazada de reformismo o de, como decía Tomás Moulian, de trasvestismo. La clase política, siempre, toda la vida, desde que Chile es Chile, cuando los movimientos sociales, o los jóvenes salen a la calle y plantean reformas, sacan un nuevo lenguaje. ¿Qué hace la clase política?, pesca el lenguaje, lo mete dentro del parlamento, lo convierte en discusión de ley y no cambia nada. Se apoderan del lenguaje, dicen que van a hacer las cosas y no las hacen. Te lo puedo demostrar año por año en 200 años de historia. Lo que están haciendo,no es distinto a lo que han hecho siempre, pero siempre. ¿Por qué razón no van a hacer cambios? Porque al final, ellos van a defender siempre su condición de clase política. No son representantes de soberanía, no son nuestros mandatados, porque para ser un verdadero representante la base social tiene que deliberar, discutir, buscar una solución al problema, convertir la solución del problema en un mandato y después que está establecido el mandato, elijo al perico que tiene que canalizar mi mandato y ése es mi representante. Eso no funciona, habría que hacer una reforma profunda para que nuestros representantes sean nuestros mandatados y ejecuten nuestro instructivo, y si no lo hacen, revocación.
El ministro de Educación, está haciendo agua hace rato, porque no maneja el tema, no maneja el lenguaje profundo de la educación, ni en la problemática, ni en la solucionática. Yo pienso que hay que estar muy atentos a la clase política porque siempre toman las propuestas desde el mundo social, y ellos las van a solucionar desde el Estado y van a llamar a las leyes y qué se yo….y al final no han hecho nada. Yo no entregaría la Asamblea Constituyente al Partido Socialista con Andrade a la cabeza. Menos a la Democracia Cristiana con Walker a la cabeza y menos al Partido Comunista, que es de un oportunismo… el peor de toda la historia del Partido Comunista de Chile. Es penosa su actitud, lo que está haciendo y lo que va a seguir haciendo.
Por eso es que el tema de fondo es, cómo podemos potenciar, apresurar, aumentar la calidad del proceso de aprendizaje y de soberanía en que estamos inmersos desde el año 57 hasta hoy. Estamos en una etapa culminante en que hay que tomar decisiones.