Estamos ante un hombre que ha sido noticia constantemente en los medios de prensa cubanos, en los últimos meses. La publicación de una novela, y de otra. La nominación a un premio, y a otro. Sus últimos libros Viudas de Sangre y Una pica en Flandes acaban de ser grandes éxitos de librería en todo […]
Estamos ante un hombre que ha sido noticia constantemente en los medios de prensa cubanos, en los últimos meses. La publicación de una novela, y de otra. La nominación a un premio, y a otro. Sus últimos libros Viudas de Sangre y Una pica en Flandes acaban de ser grandes éxitos de librería en todo el país. Con su simpática y original novela Príapos, gano hace muy poco en España el Premio Camilo José Cela. Recibió en La Habana el Premio de los Bibliotecarios por ser sus novelas las más demandadas por los lectores en el pasado año. Y recibió también el Premio de la Crítica. Es decir, que público y especialistas lo valoran por igual. Es el único latinoamericano que ha recibido el prestigioso Premio Edgar Allan Poe norteamericano por su novela Adiós Muchachos. Ha sido también el único escritor que ha merecido el premio cubano a la mejor novela policiaca (Joy) de toda una década. Es un hombrón alto, mejor dicho, grandote, ingeniosísimo, inteligente, agudo y muy buena persona; tan complaciente que, a pesar de no ser éste el momento más oportuno para acceder a una entrevista, aquí lo tengo hoy, contestando mis preguntas. .
Progreso Semanal (PS): ¿Que motivó al profesor de lenguas clásicas a escribir novelas policíacas?
Daniel Chavarría (DCH): Mi profesorado de letras clásicas ha sido la culminación de un proceso iniciado en la adolescencia. Si en algo fui precoz, fue en saber que el latín y el griego me propiciarían el escribir un día en español, con claridad y elegancia. Y cuando hacía mis primeros pininos autodidactas en latín, no me interesaba tanto acercarme al conocimiento de la Antigüedad, como preparar mi futuro de plumífero moderno.
En cuanto a mi interés por lo policíaco, no existió nunca. Lo que a mí me sedujo, fue la novela política de aventuras, tal como la cultivaban los soviéticos en las décadas del 70 y 80; y un día me di cuenta de la excepcionalidad que me brindaba la Revolución Cubana. Era el único país de Occidente enfrentado a brazo partido con los Estados Unidos. Todos los demás eran sus aliados más o menos sumisos, o vergonzosos vasallos. Pero como ese enfrentamiento Cuba-USA se expresaba también en la pugna entre la CIA y la Seguridad del Estado cubano, un día descubrí que tenía vía libre para concebir un héroe cubano, negro, blanco, mulato, indio; que hablara en español, oyera nuestra música, celebrara nuestros chistes, nuestra comida; y que podía ponerlo a fajarse en un callejón de Yakarta o El Cairo, en cumplimiento de una misión. Así surgió el mayor Alba, de mi novela Joy, miembro de la contrainteligencia científica, graduado como biólogo en la URSS, karateca, culto, políglota, que desbarata una covert action de la CIA destinada a arruinar la citricultura cubana. Y tanto el personaje como sus circunstancias son, no sólo posibles, sino en gran parte documentales.
PS: ¿Por qué?
DCH: Es sabido que los EEUU llevan casi 50 años atacando y saboteando los esfuerzos de Cuba por salir del subdesarrollo, y han introducido varias plagas en el país.
Y así me di el gusto, por primera vez, de romper el monopolio anglosajón sobre el género, y publicar una primera novela de espionaje en lengua española. Luego siguieron otras, donde los protagonistas son cubanos o latinos o ciudadanos del mundo solidarios con Cuba; y me di el gusto de desechar los modelos por la ficción de habla inglesa.
Cuba fue también el primer país latinoamericano que permitió concebir una ficción novelística cosmopolita; porque es sabido que la Inteligencia cubana ha operado y opera a escala planetaria y en el propio territorio del enemigo. Eso sería tema imposible en una novela de cualquier otro país del área. Un Mayor Alba argentino, mexicano, brasileño, o incluso español, sería ridículo. Nadie se lo creería; porque ninguno de esos países se enfrenta a los EEUU; y sus órganos de seguridad están de rodillas, o sirven de alcahuetes y colaboran desvergonzadamente con Washington en reprimir a los patriotas y desconformes del Tercer Mundo.
Y aunque el ejercicio de la docencia clásica fue en mi caso una vocación muy temprana y definida, también lo fue, desde el 59, la causa de la Revolución. De modo que al avizorar un día esa mina de oro literario que es el género de la novela política de aventuras, y la posibilidad de inaugurarlo en lengua española con la verdadera historia de la Cuba contemporánea, zambullí de cabeza. Luego, con los años, me he ampliado, y hoy escribo también novela histórica y una picaresca cubana, que ensambla elementos del policíaco, la comedia costumbrista y la novela erótica.
PS: ¿Cuánto de su vida personal ha quedado reflejado en sus novelas?
DCH: Muchísimo. Como me tocara en suerte ser un autor tardío, y publiqué mi primera novela a los 45 años, tuve sobrado tiempo para viajar, aprender idiomas, conocer el mundo y vivir muchas situaciones excepcionales, antes de ponerme a escribir. Y como comprenderás, con tanta peripecia en la retina y en la memoria, es casi imposible no escribir desde adentro.
PS: Hay quien afirma que la novela policíaca es un género menor. ¿Qué responde usted?
DCH: Estoy en desacuerdo. Ninguna regla del género policíaco impide abordar los más elevados temas humanos, sociales, psicológicos, de la «main stream»; y dentro de los cultores del género hay muchos que pueden escribirlos con gran dignidad. Es además el género mejor dotado para enfocar los dramas que surgen de la patología social. Pero debo admitir que la industria editorial capitalista y el mal cine, han hecho de la novela policíaca, yo diría que en un buen noventipico por ciento, pura basura. Pero en el exiguo resto, digamos un cinco por ciento, hay obras maestras de la literatura de todos los tiempos. Y si se tiene en cuenta que la producción de novelas policíacas alcanza, sólo en los EEUU, una media cercana a los 1000 títulos anuales, eso indica que como promedio, todas las semanas se edita una joya del género. Lo difícil es saber hallarla.
PS: Este ha sido un año muy exitoso para usted: el Premio «Camilo José Cela» en España, el Premio de la Critica cubana, el Premio de los Bibliotecarios, entrevistas constantes en la prensa plana y televisiva… ¿Nos tiene deparada alguna otra sorpresa?
DCH: Si la salud me acompaña y puedo mantener un ritmo de una novela anual, espero lucirme con el público cubano en los próximos años. Cuanto más viejo me pongo más ideas se me ocurren, sobre todo desde que inicié mi línea picaresca. La realidad cubana, incluso los delitos de este país son tan especiales, tan diferentes de lo que ocurre en otras partes del mundo, que no hay que ser muy imaginativo para hallar temas atractivos. En El rojo en la pluma del loro, una de mis novelas recientes, por ejemplo, dedico muchas páginas a investigar el robo de un par de zapatos. Ese minimalismo delictivo, rayano en la frontera de la farsa, y los singulares personajes y situaciones que ha creado el Período Especial, me han permitido concebir situaciones de alta comicidad y llenas de interés para cualquier lector. Quizá en este sentido pueda ofrecer a mis lectores alguna sorpresa.
Y ya por hoy termino. Hasta pronto. Nos encontramos en tres semanas.