El joven director de cine chileno Germán Berger ha estrenado Viaje a Narragonia, su primer documental de largo metraje, en el prestigioso festival de cine checo Karlovy Vary, uno de los cinco de la máxima categoría que se realizan en Europa junto con los de San Sebastián, Berlín, Cannes y Venecia.Producido por el Centre d’Estudis […]
El joven director de cine chileno Germán Berger ha estrenado Viaje a Narragonia, su primer documental de largo metraje, en el prestigioso festival de cine checo Karlovy Vary, uno de los cinco de la máxima categoría que se realizan en Europa junto con los de San Sebastián, Berlín, Cannes y Venecia.
Producido por el Centre d’Estudis Cinematogràfics de Catalunya y Grup Cinema Art, Viaje a Narragonia es un documental subjetivo que plantea un viaje en barco a un lugar imaginario, «Narragonia», inspirado en la novela El barco de los locos escrita por el humanista alsaciano Sebastian Brant en 1494, que describe como cientos de hombres y mujeres eran expulsados de las ciudades y condenados a navegar eternamente a la deriva. El libro presenta una galería de casos, una danza de personajes marginados que viajan rumbo a Narragonia, un suerte de ideal de sociedad para los locos.
La película se plantea como objetivo la búsqueda de ese destino utópico, esa tierra de tolerancia y libertad, quizás el viaje en sí mismo. Tal búsqueda se realiza en pleno siglo XXI, con una embarcación de músicos y actores que viaja desde hace doce años haciendo teatro en un barco destartalado, construido en 1916 y remodelado estéticamente a imagen y semejanza de «el barco de los Locos» de El Bosco. Estos artistas arrancan de cuajo el teatro y lo hacen no sólo itinerante sino navegable. El contexto es un grupo multicultural, formado por tres rusos, tres holandeses, dos chilenos y un sudafricano, que convive en un microcosmos, que tienen como única casa el barco, un mundo a veces decadente, que pierden el umbral de la realidad y la ficción, que se representan a sí mismos y viven como sus personajes.
Entre 1998 y 2000 Germán Berger siguió la travesía de este grupo a través de un procedimiento de cine directo, navegó con ellos hasta los puertos de Barcelona, Mallorca, Galicia, Portugal, Marruecos, Francia, Holanda, Islandia e Irlanda y durante 2001 filmó la película, de producción hispano-chilena y de 83 minutos de duración, en Amsterdam y el Mar del Norte.
«Desde el principio tuve la convicción que detrás de esta historia subyace una valiosa descripción de nuestro tiempo -señala Germán Berger-; más aún, creía posible realizar un paralelo entre El barco de los locos de la Edad Media y el actual». A su juicio, la gran diferencia entre ambas épocas históricas es que el «rol todopoderoso» que hace cinco siglos ostentaba el Dios de la religión católica lo asume hoy el dinero y más concretamente, precisa, «las invisibles cadenas del mercado y el absoluto control de la globalización».
«El sueño de ir a Narragonia, de atravesar el mar con un destino fijo pero desconocido es la utopía negada para quienes nacimos en una sociedad que se cansó de soñar con una tierra mas justa. La utopía es el deseo, el deseo nunca satisfecho. En rigor la utopía es utopía porque es irrealizable, existe en tu ilusión, en la fantasía. Eso te obliga a errar, a vivir en un permanente viaje. Fue así como tuve que encontrar en el otro lado del mundo a dos chilenos que escapaban de un país que no los integraba; quizás el azar me llevó a este barco y me permitió entender mi propia historia, buscar mi mirada, madurar mi visión del mundo y darme cuenta de que Narragonia está en el viaje, en tu cabeza, que debes activarla siempre, porque en el fondo no acabas de llegar nunca jamás a ella».
Viaje a Narragonia es una excelente oportunidad para reflexionar fílmicamente sobre el significado de la locura, no sólo desde el punto de vista de la patología, sino a partir de hombres y mujeres que viven el presente con otros vínculos sociales, al margen de las estructuras económicas de esta sociedad, con vidas misteriosas repletas de claros y oscuros. La locura es en sí misma la esencia de lo humano, trae la luz siendo en sí misma la noche de la razón.
El barco de los locos es la imagen universal de la humanidad a la deriva, también una visión carnavalesca de la vida. Su existencia se hace necesaria ya que cuestiona a través de su estulticia el tipo de sociedad en que vivimos. Viaje a Narragonia es la prolongación de este barco anónimo que navega errante por el mundo, es también un nuevo intento entre los muchos que existen en la historia de Occidente por comprender este lado oscuro del ser humano.