El cuasi saliente gobierno del presidente chileno Ricardo Lagos respalda con entusiasmo la parodia eleccionaria en Haití prevista para el siete de febrero a despecho de que estos comicios se asemejan demasiado a los que Estados Unidos impuso en Irak a sangre y fuego. Chile es la nación latinoamericana que ha asumido la mayor responsabilidad […]
El cuasi saliente gobierno del presidente chileno Ricardo Lagos respalda con entusiasmo la parodia eleccionaria en Haití prevista para el siete de febrero a despecho de que estos comicios se asemejan demasiado a los que Estados Unidos impuso en Irak a sangre y fuego.
Chile es la nación latinoamericana que ha asumido la mayor responsabilidad en Haití pues junto con el envío rápido de tropas, los responsables civiles en el intento de recolonización son ciudadanos chilenos: Juan Gabriel Valdés, jefe de la misión «de paz» de Naciones Unidas, y José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA.
Esas entidades han preparado y controlarían las elecciones en medio de un caos incrementado en el país caribeño por la ocupación armada, pero ambas procuran convencer al mundo de que si unos cuantos haitianos votan, se habrá arribado a la democracia y todos los gravísimos problemas se solucionarán. ¡Aleluya, un nuevo dogma ha sido proclamado!
Provistos de terquedad y verbo, Valdés e Insulza vienen asegurando en la región latinoamericana que «habrá elecciones el siete de febrero (ya que) no existe ninguna razón para postergarlas» (sic). Sin embargo, Ignacio Walter, canciller chileno, ha reconocido a finales de enero pasado, que «hay algunos sectores políticos y empresariales haitianos que quieren postergar o bloquear este proceso» y ha agregado que «existe una campaña de odio en contra de la ONU y de Juan Gabriel Valdés». Luego, ha sentenciado, solemne: «Es inaceptable porque la ONU está allí para la reconstrucción de Haití». (vespertino «La Segunda», Santiago de Chile)
¿Qué opinan los haitianos? Gary Olius, ex miembro del Consejo Electoral Provisional, sostiene que las eventuales elecciones han sido impuestas y que aceptar el hecho de «que están planificadas, financiadas y ejecutadas por extranjeros es una vergüenza y un menosprecio a los sacrificios que nuestros antepasados hicieron». Oliuos, califica a la intervención como «una parodia de cooperación Sur-Sur bajo el control remoto de Francia y Estados Unidos», y subraya: «Sí, estas elecciones son la sentencia de muerte que firmará el propio Haití». (Ver: Olius, Gary, Elecciones en Haití, en porlalibre,12-1-06)
Para la presidenta chilena, Michelle Bachelet quien asume el 11 de marzo próximo, la postura de Lagos que convirtió a Chile en el primer país de la zona que envió tropas a Haití, constituye una nefanda herencia, salvo que ella escuchara las crecientes críticas locales a la permanencia allí de un contingente armado. Santiago se sumó en marzo de 2004 a las avanzadas militares de Estados Unidos, Francia y Canadá que arribaron a Puerto Príncipe, y todos esos países, incluido Chile, lo hicieron antes de que se reuniera el Consejo de Seguridad de la ONU.
Atareado Estados Unidos con guerras y ocupación de Afganistán e Irak, ideó la intervención en Haití pero traspasó la acción de claro contenido colonialista a Naciones Unidas. Creada por ésta la Misión de la ONU para la estabilización de Haití (Minustah) la intervención adquiriría una tónica legalista, aunque de forma y fondo continúa siendo un acto claramente inmoral, por más que se hayan unido a ella naciones como Brasil y Argentina.
Haití no ha sido una excepción en el extenso historial injerencista de Estados Unidos en América Central y el Caribe. En 1826, con ocasión del Congreso Afictiónico convocado por Bolivar en Panamá, los esclavistas sureños estadounidenses exigieron a su gobierno que boicoteara dicha reunión debido a que allí, argumentaron, concurrirá Haití, un país de negros…En 1915, simplemente los EE.UU. invadieron el país so pretexto de «proteger los intereses económicos norteamericanos». La ocupación duró hasta 1934, pero antes, en 1920 se habían llevado a Washington todas las reservas de oro haitianas.
La actual invasión de Haití con la falaz consigna de una «estabilización y democratización» no ha estado exenta de problemas para los ocupantes. Hasta el 17 de enero del año en curso, con la muerte de tres soldados jordanos, ascendió a nueve la cifra de cascos azules caídos allí por fuego enemigo. En marzo/05 cinco soldados de las tropas de la ONU murieron en un enfrentamiento con ex militares haitianos, quienes a su vez perdieron dos vidas. Tres de los uniformados procedían de Sri Lanka y en el enfrentamiento localizado en Petit Goave participaron también chilenos. En diciembre último, fue herido pos disparos Francisco Recasens, subteniente de la Marina de Guerra chilena y trasladado de urgencia a su país.
Merece consignarse aquí que la jefatura de las tropas de la ONU en Haití ha estado rodeada de extrañas circunstancias. En enero pasado se suicidó el general brasileño Urano Teixeira Da Matta quien fungía de comandante en jefe de aquellas. Su reemplazante momentáneo fue el general chileno Eduardo Aldunate, jefe de la misión militar, que ha sido cuestionado por su labor en organismos de seguridad durante la dictadura castrense de Augusto Pinochet.
Estos factores han incrementado en Chile las críticas a la intromisión que comenzaron inmediatamente después de la decisión gubernamental cuando, el cuatro de marzo/04 se escribió en la revista «Punto Final»: «El presidente Lagos ha tomado una decisión grotesca y peligrosa. Coloca a Chile en la senda de un lastimoso seguidismo de las acciones intervencionistas norteamericanas». En términos análogos se expresó el semanario «El Siglo», órgano del Partido Comunista. Hoy, las censuras se extienden a otros sectores, como queda claro en el vespertino derechista «La Segunda» (Santiago, 9-1-06) que anota en referencia a los forzados comicios: «Para algunos analistas, la imposición de la elección, incentiva la rebelión contra la fuerza interventora, vista como colonialista».
Las tropas chilenos (650) están autorizadas por el parlamento a permanecer en Haití hasta junio/06. En esa fecha sabremos qué actitud adoptará Michelle Bachelet, primera mujer presidenta de Chile y quien fue antes ministra de Defensa.