Al fin de cuentas lo más grave del episodio Labbé – Krassnoff no fue tanto el anunciado encuentro de fascistas, sino los hechos que le rodearon. Desde luego el confuso incidente de la invitación a Piñera y su excusa que huele a falso. Algunos desaprensivos exculpan al gobernante alegando que «siempre ha tenido una conducta […]
Al fin de cuentas lo más grave del episodio Labbé – Krassnoff no fue tanto el anunciado encuentro de fascistas, sino los hechos que le rodearon. Desde luego el confuso incidente de la invitación a Piñera y su excusa que huele a falso. Algunos desaprensivos exculpan al gobernante alegando que «siempre ha tenido una conducta en esta materia». ¿Tan pronto olvidaron la ardorosa defensa pública de Piñera cuando su discurso en defensa del dictador preso en Londres? Por otra parte está el desproporcionado despliegue policial dispuesto por La Moneda para proteger a los subnormales que tienen como su dios a un brutal torturador. La represión de los pacos contra los varios cientos de manifestantes fue tan brutal como siempre. Y la guinda del postre: la UDI respalda al agente de la Dina para repostularse a alcalde de Providencia. Más claro echarle agua.
La prepotencia y el matonaje del gobierno no conoce límites. ¿Otro ejemplo? Crece la delincuencia y no existe el candado ofrecido para cerrar la puerta giratoria. Pero el ministro de Justicia prefiere emprenderlas contra los jueces, a los que amenaza abiertamente, y de yapa contra los fiscales. En cambio se queda mudo en todo lo que sucede en materia de derechos humanos, no le preocupa que se otorgue tan fácilmente la libertad a los delincuentes de uniforme, ni que se aplique penas bajísimas a los asesinos, ni que haya 1300 nuevas causas de la Afep en pleno desarrollo. En un reciente programa de TV este ministro fue duro hasta con su propio antecesor
Es la misma prepotencia con la que se actúa en contra de estudiantes y profesores y que se refleja no sólo en la violencia represiva contra las movilizaciones sino en negarse a toda solución al problema de la Educación en un país como el nuestro que según la Organización para la Cooperación y Desarrollo, OCDE, es uno de los 6 países con aranceles más altos del planeta, con el segundo lugar en desigualdad educacional del mundo, en que el 15% de los recursos para educación los pone el Estado y el 85% los familiares de los estudiantes y en el que casi el 60% de los jóvenes, tras endeudarse en un promedio de 20 millones de pesos, termina por no poder trabajar en aquello que estudió.
Es el desenfado que se muestra en el sospechoso conflicto por la propiedad de la mina La Disputada, hoy Los Bronces. Como señalamos en la edición anterior de El Siglo, fue vendida por el Estado a la transnacional Exxon en menos de 100 millones de dólares y hoy se discute el derecho a recomprar el 49% de sus acciones en casi 7.000 millones de pesos. Alguien hace un fabuloso negocio y no es el pueblo chileno. Como si fuera poco, la estatal Codelco no es defendida en el pleito por sus propios abogados ni por los del Consejo de Defensa del Estado, sino por costosísimos estudios relacionados a su vez con los estudios que defienden a la contraparte y vinculados a figuras y altos funcionarios de este gobierno y de los anteriores.
La historia nos enseña de modo brutal de lo que es capaz la derecha en el gobierno. ¿Hasta cuándo soportaremos tanto abuso, tanto matonaje? Hay que seguir luchando para que no vuelvan a gobernar ni los reaccionarios a ultranza ni los que le hacen el juego.