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Gobierno y delincuencia

Fuentes: El Siglo

Entre tanta promesa incumplida del actual gobierno destaca la de «poner fin a la puerta giratoria», es decir que los delincuentes no salieran libres de inmediato, que fueran juzgados y condenados ; en esencia asegurar a las chilenas y chilenos una justicia penal verdadera. La derecha gastó parte de su millonada en letreros gigantes que […]

Entre tanta promesa incumplida del actual gobierno destaca la de «poner fin a la puerta giratoria», es decir que los delincuentes no salieran libres de inmediato, que fueran juzgados y condenados ; en esencia asegurar a las chilenas y chilenos una justicia penal verdadera. La derecha gastó parte de su millonada en letreros gigantes que advertían a los criminales que se les acababa el tiempo de la impunidad y Piñera elevaba el tono de voz en cada demagógico discurso al referirse al tema. Nada de eso ha ocurrido y las razones son diversas. Van desde la implantación en nuestro país de un modelo de proceso penal copiado del extranjero para ser aplicado a un país subdesarrollado con una cultura, una historia y una identidad absolutamente diferentes, hasta, lo que es más importante, que las políticas en la materia no consideran para nada las causas de la delincuencia sino sólo sus efectos.

Las contradicciones entre los diversos actores se expresan en la controversia entre autoridades de gobierno y el Fiscal Nacional Sabas Chauan. La soberbia y prepotencia con la que los ministros Hinzpeter y Ribera, entre otros, se refieren a jueces y fiscales demuestra el desespero de La Moneda ante su fracaso. Se trata sin duda de un tema preocupante que nos compete a todos y se hace necesario un amplio, sincero, tranquilo y participativo debate para desentrañar las causas de fondo de la situación y buscar soluciones efectivas.

Hablando de delincuencia es imposible no apuntar hacia los delincuentes mayores, es decir los responsables del genocidio desatado contra el pueblo de Chile a partir de la traición de las FFAA y Carabineros que en 1973 se sumaron a los esfuerzos de EEUU y la derecha chilena para interrumpir criminalmente el proceso de cambios. En tal sentido es preocupante el silencio o la suavidad en su caso con la que la derecha ha tratado el episodio Krasnoff – Labbé. Igualmente preocupante es lo que está ocurriendo en tribunales con las bajas penas que se aplica a los terroristas usando la patraña impresentable de «la media prescripción». Lo cual nos lleva a recordar la ardorosa defensa de la persona del dictador que hiciera Sebastian Piñera en la manifestación de apoyo de los fachos a Pinochet el 28 de octubre de 1998 en la esquina de Alonso de Córdova con Manquehue, no podía ser en otro barrio, en la que invocó «problema de principios» y atacó duramente al juez Garzón y a la propia Audiencia Nacional de España. Lo mismo hizo después, en diciembre del 2009, en defensa de la inefable Lucía de Pinochet a propósito del escándalo de las platas del «caso Riggs» en declaraciones a Radio Bío Bío en Temuco.

Tengo a mano, no hay que olvidar el pasado, copias de la orden de detención dictada por el Ministro en Visita don Luis Correa Bulo el 27 de agosto de 1982, a fojas 531 del expediente rol 99.971 – 6 del 2ª Juzgado del Crimen de Santiago en contra de don Miguel Juan Sebastián Piñera Echeñique por defraudación al Banco de Talca y otros delitos y además el parte 2467 del Inspector de la PDI don Nelson Rivera quien relata que, al ir a detenerlo, el requerido no se encontraba en su casa de calle Otoñal de Las Condes y que su cónyuge, la actual primera dama, dice que efectivamente su esposo sabía que se había decretado su detención por lo que abandonó su domicilio «con rumbo desconocido», que ni siquiera se despidió de ella ni le explicó nada y que ignora dónde está pero sí sabe que junto a sus abogados está tratando de resolver el asunto.

Es decir, una versión algo sofisticada de la famosa puerta giratoria. ¿ Explicará esto lo que sucede hoy, o, al menos, la molestia por la actuación de Kramer en la Teletón? Vaya uno a saber.