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A 70 años de su muerte

Gramsci es un leninista con ideas

Fuentes: Rebelión

  1. En abril de 1937, a la edad de 46 años, murió Antonio Gramsci, ideólogo y político comunista italiano. (Marx vivió 65 y Lenin 54) No sólo falleció en edad productiva sino que además pasó sus últimos dos lustros en cárceles y (por enfermedad nerviosa y pulmonar) en hospitales y clínicas de su país. […]


 

1. En abril de 1937, a la edad de 46 años, murió Antonio Gramsci, ideólogo y político comunista italiano. (Marx vivió 65 y Lenin 54) No sólo falleció en edad productiva sino que además pasó sus últimos dos lustros en cárceles y (por enfermedad nerviosa y pulmonar) en hospitales y clínicas de su país. Pero su confinamiento, si bien le impidió convertirse en una indiscutible figura política internacional, le permitió escribir una vasta obra política y filosófica en cartas y cuadernos desde la cárcel. Hasta las décadas de los sesenta y setenta, muy poco se conocía o se hablaba de Gramsci en México. Se comenzó a saber de él en pequeños círculos intelectuales o por obras de su autoría que comenzaron a circular en el país. En 1974 el FCP de México publicó 28 textos de cartas particulares y documentos escritos entre 1917 y 1926, todos sobre problemas de partido; después se divulgaron muchos textos más.

 

2. Como Lenin, Gramsci vivió por y para el partido. Aunque en su juventud destacó como periodista, incluso participó o creó los llamados «Consejos obreros» de fábrica como alternativa a luchas laborales centralizadas, desde 1917 (cuando Rusia vivió sus dos revoluciones) Gramsci entró de lleno a la militancia política en el Partido Socialista Italiano (PSI), partido que en corto tiempo abandonaría por sus posiciones políticas socialdemócratas. En 1921, para cumplir con la consigna de la III Internacional leninista de fundar partidos comunistas en el mundo, Gramsci, que cumplía 30 años de edad, fue uno de los principales impulsores de la fundación del Partido Comunista Italiano (PCI). Al mismo tiempo era uno de los principales redactores de L’Ordine Nuevo.

 

3. Gramsci tiene, indudablemente, enormes aportaciones al marxismo y al leninismo, sobre todo en el campo de lo que se conoce como la superestructura (parte poco desarrollada por el marxismo clásico) Sin embargo debe reconocerse que este escritor y dirigente italiano trabajó muy ligado a la Internacional Comunista (IC) entonces controlada por Lenin, después por Zinoviev y Stalin. En 1921 participó en la fundación del PCI (mismo año en que Mussolini fundó el Partido Nacional Fascista); en 1922 ya se encontraba en Moscú como parte dirigente de la IC. En 1923 le proponía a Togliatti que deberían estar a la cabeza del partido. En 1924 le planteaba al mismo Togliatti que el partido debe ser centralizado de tal manera que cuando tome una decisión no puede ser modificada por nadie y en esta misma carta y en febrero de 1924 parece alinearse con la corriente de Stalin en su pugna con la de Trotsky. Este mismo año, estando en Moscú, Gramsci fue electo diputado al parlamente italiano y al poco tiempo secretario general del PCI.

 

4. Lo más conocido de la obra escrita de Gramsci son sus 32 «Cuadernos de la cárcel» que contienen reflexiones y apuntes elaborados durante seis años de su reclusión, misma que fue interrumpida a causa de la gravedad de su salud. Estos escritos fueron enumerados y sustraído de las inspecciones policíacas. Después de la segunda guerra los Cuadernos, revisados por Felice Platone , fueron publicados -unidos a sus «Cartas de cárcel» remitidas a los familiares- en seis volúmenes, ordenados por argumentos homogéneos, con los títulos: El materialismo Histórico y la filosofía de Benedetto Croce (1948), Los intelectuales y la organización de la cultura (1949), El Risorgimento (1949), Notas sobre Maquiavelo sobre la política y sobre el Estado moderno (1949), Literatura y vida nacional (1950) y Pasado y Presente (1951)

5. Para Gramsci el partido político es un fragmento de la sociedad civil que une voluntades, que empieza siendo parte de la sociedad misma pero que, en su desarrollo más moderno, aspira a la totalidad, a la universalidad, a ocupar en las conciencias de los ciudadanos el puesto que en otros tiempos ocupaba la divinidad o el imperativo categórico. La línea del partido es dictada por Amadeo Bordiga, secretario general hasta 1924. Gramsci no comparte sus posiciones por considerarlas sectarias, tampoco las discutió. En la dirección del periódico mira con respeto las posiciones de los católicos de izquierda; no tolera las tradicionales posiciones anticlericales del movimiento socialista y confía al liberalismo la crítica teatral. Bordiga no está de acuerdo en participar en la vida parlamentaria del estado burgués y evita acuerdos operativos. Mientras Gramsci plantea que los partidos socialistas y comunistas hagan un frente común, Bordiga está en contra de todo acuerdo.

6. A Gramsci se le conoce principalmente como elaborador del concepto de hegemonía. Dice, en mi parecer correctamente, que el poder de las clases dominantes sobre el proletariado y de las clases oprimidas en el modo de producción capitalista, no está dado simplemente por el control de los aparatos represivos del Estado, porque si fuera así, dicho poder sería relativamente fácil de derrocar (bastaría oponerle una fuerza armada equivalente o superior que trabajara para el proletariado) Dicho poder está dado por la «hegemonía» cultural que las clases dominantes logran ejercer sobre las clases sometidas a través del control del sistema educativo, de las instituciones religiosas y de los medios de comunicación. Esto es más que evidente.

 

7. Argumenta Gramsci que se observa la crisis de la hegemonía cuando, aunque manteniendo el propio dominio, las clases sociales políticamente dominantes no logran más ser dirigentes de todas las clases sociales, o sea no logran resolver los problemas de toda la colectividad e imponer a toda la sociedad sus concepciones. La clase social subalterna entonces se vuelve dirigente al lograr proponer soluciones concretas a los problemas irresueltos, volviéndose así bloque social hegemónico. El momento revolucionario se vuelve inicialmente, según Gramsci, a nivel de superestructura, en sentido marxista, es decir, político, cultural, ideal, moral, pero traspasa a la sociedad llegando hasta su estructura económica.

 

8. Gramsci escribió sobre el llamado «intelectual orgánico diciendo, según han publicado algunos estudiosos, que la organicidad del intelectual se mide por la mayor o menor conexión que mantiene con el grupo social donde operan, tanto en la sociedad civil – el conjunto de los organismos privados en los cuales se debaten y se difunden las ideologías necesarias para la adquisición del consenso que aparentemente surge espontáneamente de las grandes masas de la población a las decisiones del grupo social dominante – que en la sociedad política o estado, donde se ejercita el «dominio directo o de mando que se expresa en el Estado y en el gobierno jurídico». Los intelectuales son algo así como «los apostadores del grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno.

9. ¿Qué quedó de Gramsci? El Partido Comunista Italiano cambió de nombre en 1988 y se convirtió en Partido Democrático de Izquierda. De Gramsci quedó su obra escrita y los recuerdos. En 1926 Mussolini ilegalizó al PCI, al mismo tiempo que encarceló a Bordita, a Gramsci y a muchos más. Sólo volvería a aparecer el PCI al terminar la guerra en 1944, año en que Palmiro Togliatti se hizo cargo de él. En 1972 fue electo secretario general Enrico Berlinguer quien lo convirtió en el partido comunista más importante de occidente, pero su ideología devino en socialdemócrata. Fueron los tiempos del eurocomunismo y en que ya no se puede distinguir en Italia un partido de izquierda de uno de derecha. ¿Qué más quedó?

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