«Toda Política es implícitamente una Filosofía, aunque sea inconexa y en esbozo.» (Antonio Gramsci, Quaderno 11, 1932) «Gramsci combate esencialmente el mecanicismo ‘socialdemócrata’ y ‘bujarinista’, concebidos ambos como fatalismo.» (Regis Debray, 1967) «Me basta la compañía intelectual del valeroso Gramsci para hacer envidiable mi nueva residencia en la cárcel de Turi.» (Francesco Lo Sardo, 1929) […]
«Toda Política es implícitamente una Filosofía,
aunque sea inconexa y en esbozo.»
(Antonio Gramsci, Quaderno 11, 1932)
«Gramsci combate esencialmente el mecanicismo ‘socialdemócrata’ y ‘bujarinista’,
concebidos ambos como fatalismo.»
(Regis Debray, 1967)
«Me basta la compañía intelectual
del valeroso Gramsci para hacer envidiable mi nueva residencia en la cárcel de Turi.»
(Francesco Lo Sardo, 1929)
Gramsci encarcelado desconfía no solo del Marxismo tal como lo presenta el segundo violín Engels (enfáticamente declara que «no hay que identificar a Engels con Marx»), sino de la naciente ortodoxia de las dos almas de la izquierda europea: tanto del Marxismo oficial de la Segunda Internacional (el Kautskismus) como del nuevo DiaMat soviético (momificación de Lenin) apoyado por un entero estado.1 Siguiendo su propia reflexión, denomina al DiaMat encarnado en la teoría de Bujarin de mera Ideología: «debe examinarse cómo (Bujarin) quedó atrapado en la Ideología, mientras que (la teoría de Marx) representa una clara superación e históricamente se contrapone precisamente a la Ideología… esta misma ‘Ideología’ (la vulgata marxista encarnada en Bujarin) debe ser analizada históricamente, según la teoría de Marx, como una superestructura.»2 La nueva canonización que se está condensando en la ideología stalinista, qua Marxismo-Leninismo, puede y debe ser criticada entendiéndola en su función superestructural. Incluso la teoría de Marx mutilada o reprimida puede convertirse y degenerar, como de hecho se despliega ante los ojos de Gramsci, en una ‘Ideología’, en una superestructura de una organización política (el SPD) o un estado (la URSS). La exasperación teórica gramsciana llego a tal punto que, como recuerdan compañeros de la cárcel, «para romper con aquellos que acusaban al Marxismo de ‘mecanicismo’, de ‘fatalismo’, de ‘determinismo económico’, de ‘economicismo’, invitaba a no hablar más de ‘estructura’ y ‘superestructura» sino sólo de proceso histórico, en el cual todos los factores toman parte: solamente la prevalencia de ese proceso era económica.»3 En esto coincide in toto con otros autores heterodoxos del Marxismo occidental como ya vimos, renegados y herejes como Lukács, Luxemburg o Korsch. Gramsci entiende su tarea como la construcción de la auténtica Ortodossia (Ortodoxia), en franca ironía, aclarando que el concepto pensado desde Marx debe ser «renovado y reconducido a sus orígenes auténticos. La ortodoxia no debe ser buscada en este o aquel seguidor…, en esta o aquella tendencia vinculada a corrientes extrañas a la doctrina original, sino en el concepto fundamental de que (la teoría de Marx) ‘se basta a sí misma’, contiene en sí todos los elementos fundamentales para construir una concepción del Mundo total e integral, una total Filosofía y Teoría de las Ciencias Naturales, y no sólo eso, sino también para vivificar una organización práctica integral de la sociedad, o sea: para convertirse en una civilización integral y total…. (la teoría de Marx) no tiene necesidad de apoyos heterogéneos, ella misma es tan robusta y fecunda de nuevas verdades que el viejo mundo recurre a ella para equipar su arsenal con armas más modernas y eficaces.»4 Solamente cuando se haya cristalizado esta ortodoxia «servirá para precisar mejor el atributo de ‘revolucionario'». Y, coincidiendo tanto con Lukács como con Korsch, declara que si la teoría de Marx «afirma teóricamente que toda ‘Verdad’ creída eterna y absoluta ha tenido orígenes prácticos y ha representado un valor ‘provisional’ («historicidad» de toda concepción del mundo y de la vida), es muy difícil hacer comprender ‘prácticamente’ que semejante es válida también para la misma (teoría de Marx) sin hacer tambalear aquellas convicciones que son necesarias para la acción»5, al Marxismo hay que aplicarle el propio Marxismo, su Kritik materialista, su método materialista revolucionario. A contracorriente, Gramsci desmonta y deconstruye la secuencia ideológica establecida por Bujarin-Stalin de la relación Marx-Lenin en el Quaderno 7 (VII) de 1930-1931, secuencia que muy pronto será el alma escolástica del DiaMat; allí escribe: «Marx es el creador de una Weltannschauung, ¿pero cual es la posición de Illich (Lenin)? ¿es puramente subordinada y subalterna? La explicación se encuentra en el mismo Marxismo -Ciencia y Acción- El paso de la utopía a la Ciencia y de la Ciencia a la Acción… Marx inicia intelectualmente una era histórica que probablemente durará siglos, o sea hasta la desaparición de la sociedad política y el advenimiento de la sociedad regulada… Hacer un paralelo entre Marx e Illich (Lenin) para llegar a la jerarquía es estúpido y ocioso: expresan dos fases: Ciencia-Acción, que son homogéneas y heterogéneas al mismo tiempo.»6 El nexo Marx-Lenin debe entenderse en términos de desarrollo revolucionario práctico, desde allí debe emitirse un juicio sobre su relevancia, y no como un decreto teórico administrativo, ya que «ambos son necesarios en las misma medida y ambos son de la misma estatura histórica», una herejía para la concepción stalinista del culto a Lenin. La incapacidad de llegar a una refundamentación estratégica de la izquierda europea (marcada por la derrota, el ascenso del Fascismo y la burocratización notable de la URSS) ponía en dudas no solo la autoritaria hegemonía del partido ruso en la IC sino los propios postulados fundamentales del Marxismo oficial, algo que estaba claro para las inteligencias más lúcidas y advertidas de la izquierda europeo-occidental. Entre ellas, se destacaba con luz propia, el sardo Antonio Gramsci.
Gramsci ya había comenzado esta tarea de transitar la vía maestra hacia el (auténtico) Marx, única Ortodossia posible, mucho antes de sus Quaderni de la cárcel. De la crítica al DiaMat, encarnado en Bujarin, el «más brillante marxista ruso» según la prensa oficial dirigida por él mismo, se encuentran huellas muy parciales pero significativas que anticipan toda la futura posición. En el Vº Congreso de la IC (celebrado en Moscú del 17 de junio al 8 de julio de 1924, ya dominado por Stalin, donde se había condenado públicamente a Fogarasi, Korsch y Lukács) Bujarin, como indiscutido ideólogo oficial de la URSS, había condenado al PCI en una intervención sobre los problemas de la unificación ideológica del movimiento, denunciando la existencia en el partido italiano de formas de «Idealismo voluntarista», como aspecto y expresión singular de un tendencial renacimiento del «viejo Hegelianismo.»7 Gramsci llegaba al congreso, y con él la mayoría de los delegados italianos, con grandes simpatías con el «luxemburguista» KPD alemán (enfrentado a la cúpula de la IC) y con la plena intención de extraer conclusiones críticas de la derrota del movimiento obrero alemán en la catástrofe de 1923. De hecho, el ala izquierda del Vº Congreso estaba compuesta por la mayor parte de la delegación italiana (en torno a su figura indiscutida: Amadeo Bordiga), la alemana, la oposición polaca a la dirección oficial (que guiaba entonces Stalin) y la checoeslovaca. Es en éste ámbito polémico de «bolchevización forzosa» en el que puede ubicarse la decisión de Gramsci de publicar en dos fascículos para la Escuela del Partido de 1925, que ya comentamos, la introducción y el primer capítulo del manual Teoría del Materialismo Histórico8 (1921) de Bujarin como exposición canónica y didascálica de la doctrina marxista codificada por la IC (Bujarin era su cerebro de facto).9 El «Bujarinismo» será al alma filosófica del «Bolchevismo oficial» del naciente regimen stalinista entre 1924 y 1929. No es casualidad que Stalin afirmara en 1925 que «somos y seremos partidarios de Bujarin.»10 Puede decirse, y esto lo tenía bien claro Gramsci, que desde 1924 Bujarin modeló, casi él solo, la concepción bolchevique oficial del mundo exterior, del Capitalismo, de la crisis burguesa, de la revolución e incluso de la formación de los cuadros rusos. Bujarin aparte de presidir la «bolchevización» forzosa (es decir: el establecimiento del control férreo por la sección rusa de todas las secciones nacionales) todas las resoluciones de la IC de esos años, que se aplicaban a rajatabla sobre los partidos nacionales, estaban plenamente embebidas con sus tesis filosófico-políticas. Muchos historiadores y especialistas olvidan que el inicio de la burocratización y esclerotización de la IC (y de la idea del Socialismo en un solo país y de la alianza de la NEP, la smychka) fue gracias al trabajo de Bujarin, secundado en esa época administrativamente por Stalin.11 Enfrentarse a Bujarin era, mutatis mutandis, enfrentar directamente al dominus Stalin. Ya Lenin, perspicaz e intuitivo en lo que se refiere a la Filosofía política, había calificado el Marxismo de Bujarin así: «sus conceptos teóricos sólo pueden ser considerados desde todo punto de vista como ‘marxistas’ con la mayor reserva, ya que hay en él algo escolástico (no ha estudiado nunca y pienso que jamás ha comprendido del todo la Dialéctica)». Incluir al así llamado «mayor marxista de toda la URSS» era un obligado ritual que debían pasar todas las escuelas partidarias de los partidos «bolchevizados» y pertenecientes a la IC, diktatum que Gramsci salta con una interpolación-traducción crítica muy curiosa y política. Del manual bujarinista se incorporan como textos de formación su introducción y el primer capítulo, en dos fascículos separados. Pero si comparamos la traducción de Gramsci publicada en el fascículo con el texto original, llama la atención una estrategia textual curiosa, que no parece ni casual ni teóricamente neutra, y que connota una posición política. En la versión original (se basaba en la traducción alemana de 1922) 12Bujarin dice casi al final: «Algunas personas estiman que la Teoría del Materialismo Histórico no debe, bajo ningún concepto, ser considerada como Sociología marxista, y que no debe ser expuesta de manera sistemática; ellos creen que es sólo un ‘método’ vivo de indagación histórica, que sus verdades deben ser aplicadas en el caso de hechos concretos.»13 Precisamente éste pasaje, y la definición consiguiente del Materialismo Histórico como «Doctrina general de la sociedad y de las leyes de la Evolución, es decir: en Sociología», en la que se resumía en forma condensada el núcleo ideológico del DiaMat, eran cancelados en la «traducción-transliteración» de Gramsci, y se sustituía por otro texto, que si se observa con atención, será la futura respuesta dada en los Quaderni a la vulgarización de Marx: «La doctrina y la táctica del Comunismo serían incomprensibles sin la Teoría del Materialismo Histórico. Existen varias corrientes burguesas, algunas de las cuales han conseguido tener resonancia también en el campo proletario, que aunque afirman algunos méritos al Materialismo Histórico, tratan de limitar su alcance y de eliminarle su significado esencial, su significado revolucionario. Así, por ejemplo, Benedetto Croce escribe que el Materialismo Histórico debe reducirse a puro canon de Ciencia histórica, cuyas verdades no pueden ser desarrolladas sistemáticamente en una concepción general de la vida, sino que son demostrables sólo concretamente en cuanto se escriben libros de Historia… Es suficiente observar que el Materialismo Histórico además de haber sido un canon para la investigación histórica y haberse revelado concretamente en una serie de obras maestras literarias, se ha revelado concretamente también en la Revolución rusa, en un fenómeno vivido y viviente no sólo en los libros; se revela en todo el movimiento obrero mundial que se desarrolla continuamente según las previsiones de los marxistas, no obstante que, según los filósofos burgueses, esas previsiones no son sino fábulas, porque el Materialismo Histórico sirve sólo para escribir libros de Historia y no para vivir y actuar activamente en la Historia.» Gramsci ha realizado una operación crítica triple bajo un trabajo compositivo y de montaje: en primer lugar la crítica al paradigma del DiaMat bujarinista se le ejemplifica con la posición filosófica de un idealista y revisionista de Marx como Croce; lo que significa hacer una distinción fundamental entre la interpretatio del Marx auténtico como metodología histórica y su reducción a vulgata, a ideología marxista, en términos gramscianos. En segundo término, la respuesta al revisionismo académico de Croce se busca no en la confrontación cientificista y exposición escolástica de un sistema (como intenta malamente Bujarin) sino en la «valencia política» de Marx, la propia inmanencia y validez de Marx como Filosofía autosuficiente, subrayando que su capacidad se encuentra concretamente demostrada al funcionar como ciencia de las «condiciones de emancipación del proletariado» (una definición de Engels de 1847), con todo lo que ello implica, como Ciencia política del proletariado. En tercer lugar, la separación total de la Sociología, entendida como reacción burguesa y respuesta positivista a Marx, como un injerto extraño a la propia Filosofía de la Praxis, como una hegemonía extraña y burguesa, extrínseca a los propios presupuestos de Marx (e incluso de la tradición nacida con Hegel, un retorno al idealismo de Kant).14 La degeneración de Marx que prevalecía en la URSS (sin por el momento especificar sus causas internas materiales-nacionales) para Gramsci condicionaba directamente el esquematismo (Burocratismo) de la política de la IIIº Internacional, clausurando toda posibilidad de un momento hegemónico en Occidente.
En el Quadern0 11 de 1932-1933 dirá, cerrando la elipsis crítica que comenzó en 1925, que a «(Bujarin) se le escapa el concepto mismo de Metafísica, en cuanto que se le escapan los conceptos de movimiento histórico, de devenir y por lo tanto de la misma Dialéctica…», por lo que «cae de plano en el Dogmatismo y por lo tanto, en una forma ingenua, de Metafísica… Sociología significa Metafísica ingenua… no consigue elaborar (el concepto de la teoría de Marx) como ‘metodología histórica’ y ésta como ‘Filosofía’, como la única Filosofía concreta (Filosofia concreta), esto es: no logra plantearse y resolver desde el punto de vista de la Dialéctica real el problema que Croce ha planteado y ha tratado de resolver desde el punto de vista especulativo. En vez de una metodología histórica, de una Filosofía, (Bujarin) construye una casuística de cuestiones particulares concebidas y resueltas dogmáticamente cuando no son resueltas de forma puramente verbal, con paralogismos tan ingenuos como presuntuosos… Para él (la teoría de Marx) no es una Filosofía autónoma y original, sino la ‘Sociología’ del Materialismo metafísico… La Filosofía (de Bujarin) puede ser llamada un Aristotelismo positivista, una adaptación de la Lógica formal a los métodos de las Ciencias físicas y naturales.»; para rematar que la versión marxista de Bujarin es «un Idealismo al revés (Idealismo alla rovescia), en el sentido que los conceptos y clasificaciones empíricas substituyen a las categorías especulativas, tan abstractas y antihistóricas como éstas.»15 No es raro que la postura crítica filosófico-política de Gramsci enfrentada al oficioso DiaMat le trajera el aislamiento, la incomprensión y el silencio, como lo recuerda Athos Lisa en su informe,16 Giovanni Lay, compañero de presidio en Turi: «algunos comunistas de la cárcel… definieron las ideas de Gramsci como ‘socialdemócratas'»17 o incluso disidentes del PCI en el extranjero: «No sabemos cuál ha sido la evolución de Gramsci durante sus once años de prisión, pero podemos decir lo siguiente: toda la actividad de Gramsci, toda su concepción del desarrollo del Partido y del movimiento obrero se enfrenta de manera absoluta al Stalinismo, a sus crapulerías políticas, a sus descaradas falsificaciones. Uno de los últimos actos políticos de Gramsci antes de su arresto en 1926, fue la aprobación por el C.C. del partido italiano, una carta dirigida al C.C. del partido ruso para pedirle que mantenga vis-à-vis el camarada Trotsky en los límites de una discusión entre camaradas, y no a adoptar métodos que distorsionan las cuestiones controvertidas y evitar que el Partido y la Internacional tomaran decisiones sin pleno conocimiento de causas. Esta carta también fue aprobado por Grieco (Garlandi), Camilla Ravella (sic) y Mauro Scoccimarro. La carta fue abandonada en una ‘vía muerta’ por Ercoli (Togliatti), que, estando en Moscú frente a los destinatarios del mensaje, ha tenido a bien esconderla en sus bolsillos. Nosotros podemos afirmar que, al menos desde 1931, y en especial desde 1935, la ruptura moral y política de Gramsci con el partido ‘stalinizado» era completa… los camaradas que han salido de prisión nos han comunicado, ya hace más de dos años, que Gramsci había sido excluido del partido.»18 Bruno Tosin también recordaba en 1976 la divergencia radical de Gramsci en la cárcel con la línea oficial del partido y sus discrepancias con la IC: «Gramsci no estaba de acuerdo con la posición del partido… que la situación en la cárcel era la que era, y era una división completa…»19 Existe una confirmación indirecta de esta exclusión in fieri del PCI, y que su expulsión formal fuera una cuestión de tiempo: en una autobiografía política escrita por el mismo Togliatti en 1932, pensada para ser publicada, encontrada en los herméticos archivos soviéticos de la IC, se remueve sistemáticamente el nombre de Gramsci de toda la construcción del PCI y de la lucha contra Bordiga.20 No es casualidad que las generaciones de cuadros del PCI, educadas bajo currículum staliniano, se sintieran desconcertadas y profundamente desorientadas cuando se publicaron por primera vez, y convenientemente editados, los Quaderni.21 Togliatti, en una carta al buró central de la IKKI en 1941, reconocía este elemento subversivo en el ritorno a Marx gramsciano, ya que «los Quaderni de Gramsci, la mayoría de los cuales ya he estudiado, contienen materiales que pueden ser utilizados sólo después de una elaboración precisa. Sin este tratamiento, el material no puede ser utilizado. De hecho, ciertas partes del mismo de ser utilizados en su forma actual, podrían resultar perjudiciales para el partido.»22 Se hacían realidad las proféticas palabras de Gramsci en 1928: «la actitud del Komintern y de sus comisarios llevan a la disgregación y la corrupción en los rangos comunistas.»23
Pero en la búsqueda de Gramsci de un Marx ya no «rectificado» (como califica al Marxismo vulgar de Bujarin, ideólogo oficial de la URSS entre 1925-1929), de una nueva Ortodossia, de un ritorno a Marx, amplía su área de intereses hacia círculos minoritarios y corrientes no ortodoxas de la nueva izquierda europea, en el Linksradikalismus. La ortodoxia debe ser el ritorno a Marx; la ortodoxia gramsciana no es otra cosa que el retorno a sus orígenes auténticos («origini autentiche»), o en sus propias palabras: «para encontrar la vía maestra es necesario remontarse a Carlos Marx…» . Hay dos menciones que corroboran esta búsqueda práctico teórica. Un ejemplo que sorprende es que Gramsci estuviera al tanto y participara en el llamado debate sobre la Teoría del Derrumbe (ZusammenbruchsTheorie) en Marx, una profunda discusión sobre la alternativa histórica del Capitalismo: ¿derrumbe objetivo o subjetividad revolucionaria?24 Queda suprimida la imagen reduccionista de la «Gramsciología» académica25 de un Gramsci puramente moralista, «pensador de la superestructura». Desde la cárcel Gramsci está interesado en la tercera fase de esta discusión metodológico-política, que coincide con el reflujo después de la derrota del movimiento obrero europeo, período que va de 1929 hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939. Esta fase nuevamente es emblemáticamente expresada por el esclerosamiento de la teoría catastrofista de la IIIº Internacional (de la que Gramsci había experimentado en carne propia), por un lado, la «stalinización» de los partidos comunistas europeos, y, finalmente, por el desarrollo y completamiento de la teoría del ciclo económico en el «campo burgués» (en teoría: Keynes, en la práctica: plan Young, etc.). Ya en el primer cuaderno de 1929-1930, Gramsci señalaba, comentando el optimismo del aparentemente irrefrenable ascenso del Capitalismo en el siglo XIX y el surgimiento de teorías armonicistas o de equilibrio, comentando un artículo del marxista László Rudas sobre Antonio Graziadei.26 Pero: ¿quién era Graziadei? Se trataba de un economista fundador del PCI, perteneciente a la derecha de Tasca, y en esa época en pleno revisionismo de la Teoría del Valor marxiana27, revisionismo teórico-político por el que había sido expulsado en 1928 del partido. Comentando su posturas, Gramsci escribe que «si no es legítima la reacción de Marx, que con la ‘Ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia’ y con el ‘Catastrofismo’ arrojaba mucho agua sobre aquel fuego: hay que ver también hasta qué punto estas corrientes optimistas impidieron un análisis más cuidadoso de las proposiciones de Marx.»28 La reacción burguesa desde la Teoría del Valor subjetivo de la escuela austriaca (filosóficamente alimentada por el Nietzscheanismo), concluía que existía una contradicción insalvable entre el libro I y el libro III de Das Kapital, cuya base era la antigua y desacreditada Teoría del Valor-Trabajo, ramificándose por todo el sistema marxiano, y convirtiendo en un mito la demostración científica de Marx de la conexión de crisis (el «derrumbe» debido al descenso de la tasa de ganancia por la necesidad de aumento del capital orgánico) en la mismo doble carácter del trabajo. En la misma reproducción simple Marx demostraba la posibilidad de la crisis. A este ataque al corazón de la Kritik de Marx le respondieron tanto desde la socialdemocracia (de la derecha a la izquierda: Bauer, Bernstein, Hilferding, Luxemburg) como desde el POSDR ruso (Lenin, Bujarin), un debate ideológico que duró décadas, atravesó todo el ámbito europeo, y donde, como preveía Gramsci, la original teoría de Marx fue entendida como un «torso incompleto», colonizada&hegemonizada por tesis extrañas, burguesas, que finalmente se re-traducían en posiciones políticas revisionistas. Básicamente podrían distinguirse, siguiendo una intuición de Korsch, dos «actitudes» metapolíticas frente a la Teoría del Derrumbe marxiana: 1) la actitud «subjetivista», correspondiendo a la versión socialdemócrata oficial, propia de teóricos como Hilferding, Kautsky, Bernstein, Lederer, Tarnow y Napthali, incluso con influencia entre los bolcheviques como Bujarin; 2) la actitud «objetivista», representada por la Zusammenbruchstheorie clásica, propia de teóricos como el mismo Korsch, el joven Lukács, Luxemburg, Mattick y Sternberg. Por un lado la actitud «subjetivista» creía que la crisis en el ámbito capitalista podía superarse con medios políticos y administrativos (no solo creían esto los socialdemócratas, sino los programadores y planificadores que trabajaban en la propia URSS), la consecuencia era la completa destrucción de cualquier fundamento objetivo del movimiento de clase proletario; por el otro, la actitud «objetivista», la otra cara de Jano de la vulgata marxista, aparentemente opuesta a la «subjetivista» aunque comparten muchas premisas, reducía el problema a que solo con la acción activa del proletariado es posible producir el «derrumbe» del sistema, que por sí solo se encuentra en equilibrio y siempre en crecimiento infinito. Entre las dos existía la posibilidad de una tercera posición, un Aufheben, que consistía no solo de una recuperación de Marx, sino de entender que la génesis de la conciencia de clase (primer momento hegemónico, el pasaje del an-sich al für-sich) es resultado de un proceso objetivo, cuya Ley de movimiento no se resuelve ni se refleja en el movimiento de una conciencia abstracta o en una unidad abstracta de conciencia más condiciones, sino que radica en el contexto articulado de las relaciones de producción. El trasfondo estratégico era que si bien el Capitalismo sería abatido sólo a través de la lucha de clase de la clase obrera, no era menos cierto que la lucha de clases no es suficiente por sí misma, no es suficiente la ‘Voluntad’ de abatirlo, sino que se debe demostrar en qué condiciones puede surgir y surge de hecho un «situación revolucionaria» (crisis, posibilidad del derrumbe) de este tipo, en forma objetiva. El debate entre subjetivistas y objetivistas, dentro del campo de los marxistas oficiales, había eliminado la vital conexión, establecida por Marx, entre Kritik de la Economía Política y la Teoría de la Revolución, y un elemento fundamental de esta conexión era precisamente, como lo subraya Gramsci, la Darstellung dialéctica. Era esta relación la que Gramsci encontraba entre la ideología del Lorianismo (el socialista Achille Loria como representante nacional del Positivismo más vulgar y acrítico) y la revisión de la Teoría del Valor de Marx por un comunista en apariencia «ortodoxo» como Graziadei. Loria había sido ya atacado sin piedad por el mismo Engels en el prólogo de 1894 al tercer volumen de Das Kapital,29 señalando que había malinterpretado a Marx, que jamás le había comprendido y que era un «charlatán de feria» y un «aventurero literario». En su informe sobre el estado de la cuestión de la recepción de Das Kapital, Engels le dedica un párrafo a Loria, acusándolo de falsear la biografía de Marx, así como su actividad pública, política y literaria, y que su gran objetivo era «falsear y tergiversar la concepción materialista marxiana de la Historia.» Igual que los revisionistas a los que se enfrenta Gramsci, algunos incluso «comunistas» de partido, Loria señalaba que la teoría marxiana del Plusvalor era totalmente incompatible con el hecho de la tasa general y uniforme de la ganancia, con lo que erosionaba la Ley de la baja tendencial y la posibilidad objetiva de crisis. Acusando a Marx de «paralogista», «sofista», Engels concluía que Loria no habia ni siquiera comprendido la Teoría del Valor de Marx, ni siquiera la escolar diferencia entre Ganancia y Plusvalor.30
En el Quaderno 7 (VII),31 Gramsci retorna sobre el problema de «establecer» de nuevo a Marx. Y vuelve sobre el tema de la Zusammenbruchstheorie y la incomprensión de la vulgata y los críticos burgueses del nexo entre el libro I y el III. Recordemos que la sección tercera del libro tercero de Das Kapital se titula «Ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia (en el desarrollo de la producción capitalista)» y consta de tres capítulos, XVII, «La Ley en cuanto tal»; XIV, «Causas contrarestantes» y XV, «Desarrollo de las contradicciones internas de la Ley». En un razonamiento bastante lineal y claro, recordemos que fue «editado» póstumamente por Engels, Marx afirma que la modificación gradual en la composición del Capital constante, tiene «necesariamente por resultado una baja gradual en la tasa general de ganancia, si se mantienen constantes la tasa de plusvalor o el grado de explotación del Trabajo por parte del Capital», si entendemos como una Ley del Modo Capitalista de Producción que «con su desarrollo, se opera una disminución relativa del Capital variable en relación con el Capital constante… esto solo significa que el mismo número de obreros, la misma cantidad de Fuerza de Trabajo tornada disponible por un Capital variable de volumen de valor dado, pone en movimiento, elabora, consume productivamente, como consecuencia de los métodos de producción peculiares que se desarrollan dentro de la producción capitalista, una masa constantemente creciente de medios de trabajo, maquinaria y Capital fijo de toda índole, materias primas y auxiliares, en el mismo lapso, y por consiguiente también, un Capital constante de volumen en permanente crecimiento.»32 No es casualidad la sensibilidad de Gramsci, en estos años de re-elaboración crítica de la mayoría de sus categorías, con respecto a esta fundamental Gesetz marxiana. Para Marx (y Gramsci) la Ley de la baja tendencial… «es uno de los más decisivos fenómenos de la producción moderna», y dirá que «es ésta, en todo respecto, la Ley más importante de la moderna Economía Política y la esencial para comprender las relaciones más dificultosas. Es, desde el punto de vista histórico, la Ley más importante. Es una Ley que, pese a su simplicidad, hasta ahora nunca ha sido comprendida y. menos aún, expresada conscientemente». 33Para Marx esto demostraba que «a partir de cierto momento el desenvolvimiento de las Fuerzas Productivas se vuelve un obstáculo para el Capital; por tanto la relación del Capital se torna una barrera para el desarrollo de las Fuerzas productivas del trabajo.»34 En el desenvolvimiento de las Fuerzas Productivas motivado por el Capital mismo, llegado a cierto punto de su evolución histórica, una vez llegado a cierto punto, anula la autovalorización del Capital en lugar de ponerla, llegado a este punto el Capital «hará todos los esfuerzos a esta mengua de la proporción entre el Trabajo vivo y la magnitud del Capital en general, y por tanto también entre el Plusvalor, cuando está expresado como Ganancia, y el Capital presupuesto, reduciendo la parte que le toca al Trabajo necesario y expandiendo aún más la cantidad de Plustrabajo con respecto a todo el Trabajo empleado.» La conclusión es la misma posibilidad de una situación revolucionaria: «de ahí que el máximo desarrollo de la fuerza productiva, junto con la expansión máxima de la riqueza existente, coincida con la Depresión del Capital, la degradación del obrero y la postración más absoluta de sus fuerzas vitales.» No resulta extraña este interés (eminentemente metapolítico) de Gramsci por esta Ley tendencial fundamental en la arquitectura marxiana, buscaba respuestas a las contratendencias del Capital a la crisis y a la iniciativa obrera en Europa, contratendencias que etiquetará en los Quaderni bajo las categorías de Americanismo y Fordismo, expresiones paradigmáticas del pensamiento carcelario de Gramsci. Quizá como respuesta tardía a sus propios errores y aporias teóricas en su concepción de la naturaleza del Fascismo italiano. (Continuará)
(*) Imagen: Gramsci en Viena, 1924.
Notas:
1 Gramsci utiliza profusamente el término crítico «Marxisti ufficiali», marxistas «oficiales».
2 Quaderno 11 (XVIII), 63, fragmento titulado: «Concepto de ‘Ideología».
3 Testimonio de Mario Garugleri: «Ricordo di Gramsci», en: Societá. Julio-diciembre, 1946, Nº 7-8, p. 697.
4 Quaderno 11 (XVIII), 27, anotaciones que cubren los años 1932-1933.
5 Quaderno 11 (XVIII), 62, fragmento titulado: «Historicidad de la Filosofía de la Praxis».
6 Quaderno 7 (VII), fragmento 33, sintomáticamente titulado por Gramsci «Posizione del problema».
7 En: AA.VV.; Fünfter Kongress der Kommunistischen Internationale Protokoll. vom 17. Juni bis 8. Juli 1924 in Moskau]; Carl Hoym Nachf., Hamburg, 1924, p. 513 y ss.
8 Existe edición en español: Bujarin, Nicolai; Teoría del Materialismo Histórico. Ensayo popular de Sociología marxista; Pasado y Presente, Córdoba (Argentina), 1972.
9 El documento de la Escuela del Partido de 1925 en: Gramsci, Antonio; La costruzione del partito comunista (1923-1926); Einaudi, Turin, 1971, p. 56 y ss.
10 Como lo demuestra el mejor biógrafo político de Bujarin: Stephen Cohen, Bukharin and the Bolshevik Revolution. A political Biography 1888-1938; Wildwood House, London, 1974, p. 215 y ss.; en español: Bujarin y la revolución bolchevique, Siglo XXI, México,
11 Weitz, Eric D.: «Bukharin and ‘Bukharinism’ in the Comintern, 1919-29», en: AA. VV.; Nikolai Ivanovich Bukharin: A Centenary Appraisal, ed. N.N. Kozlov and E.D. Weitz, Praeger, New York, 1990, p. 59 y ss.
12 Utilizó en esta primera traducción la versión en alemán, que había leído en 1922-1923, más adelante en 1929 Gramsci pidió que se le envíase la reciente traducción al francés publicada en 1927, quizá sintiendose inseguro de su conocimiento de alemán, libro que fue recibido en la cárcel de Turi.
13 Bujarin, Nicolai, ibidem, p. 36.
14 Sobre la confrontación entre la tradición filosófica que desembocó en la Soziologie y el Hegelianismo, véase el trabajo de Gillan Rose: Hegel contra Sociology; Athlone Press, London; 1981.
15 Quaderno 11 (XVIII), 1932-1933, fragmento 11 y 14.
16 Es sintomático que los famosos rapporti de Athos Lisa, sucesivamente 13 de febrero, titulado «Rapporto sulla situazione personale del compagno Gramsci» y 22 de marzo de 1933, al centro del PCI, fue durante muchos años ocultados con celo en los archivos del PCI, recién en 1988, después de la muerte de Togliatti, al primero lo descubrió el historiador Paolo Spriano que lo saco a la luz como apéndice en una re-edición de su libro Gramsci in carcere e il partito, aparecido en 1977 en la editorial Riuniti; el segundo informe editado por Franco Ferri apareció recién el 12 de diciembre de 1964 en el diario Rinascitá, con el título «Discussione politica con Gramsci in carcere»; Ferri en su presentación del texto concluye que fue un documento censurado y prohibido, ya que a lo largo de sus diecinueve folios «habían sido eliminadas las firmas reconocibles, asi como el nombre de Gramsci»; en español el segundo informe en: Gramsci, Antonio; Escritos Políticos (1917-1933); Siglo XXI, México, «IV. Apéndice», pp. 376-386; ahora on-line: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=100128 Lisa, una vez liberado, terminó trabajando en la Secretaría del PCI, muy cercano a Togliatti.
17 Lay, Giovanni; «Colloqui con Gramsci nel carcere di Turi»; en: Rinascita; XXII, 8, 20 febbraio, 1965, pp. 21-22.
18 Artículo necrológico firmado con el pseudónimo «Blasco» (en realidad era Pietro Tresso): «Un grand militant est mort… Gramsci»; en: La Lutte ouvrière, Nº 44, 14, juillet, 1937, Paris, pp. 477-526. Sobre «Blasco», uno de los «Tre», los tres expulsados del PCI en 1930 por «trotskistas», expulsión a la que se opuso Gramsci, véase: Azzaroni, Alfredo; Blasco: la riabilitazione di un militante revoluzionario, Ed. Azione Comune, Milano, 1963. El aislamiento sufrido por Gramsci en la cárcel de Turi a sido reconocido incluso por el historiador oficial del PCI, Paolo Spriano.
19 Recuerdo de Bruno Tosin, en: AA.VV., Gramsci vivo; Feltrinelli, Milano, 1976, p. 226 y ss.
20 Véase el trabajo de Aldo Agosti, que ha investigado en los archivos de la IKKI en Rusia: Togliatti, UDET, Torino, 1966, p. 580 y ss.
21 Cuenta Alessandro Natta, que estaba en la escuela partidaria central del PCI en Frattocchie, que cuando apareció en 1949 la primera versión del Nachlass gramsciano «recuerdo muy bien el efecto de largo aliento que produjo, que podría describir como ‘shockeante’…Que lo tenía. Esto era particularmente cierto en nuestros maestros, que venían de una formación diferente, en los cuales la comprensión del Marxismo de Gramsci les resultaba ardua y dificultosa.»; en: Ligouri, Guido; Gramsci conteso: Storia di un dibattito 1922-1996, Editori Riuniti, Roma, 1996, p. 55 y ss.
22 La carta de Togliatti en: Ligouri, Guido; Gramsci conteso: Storia di un dibattito 1922-1996, Editori Riuniti, Roma, 1996, p. 56.
23 Carta a Scoccimarro, 1 de marzo de 1928.
24 En español existe una excelente compilación y estado del debate, edición a cargo de Lucio Colletti: El Marxismo y el ‘derrumbre» del Capitalismo; Siglo XXI, México, 1978.
25 Uso el término de manera peyorativa, refiriéndome refiriéndose a los usos académicos y usuarios políticos de Gramsci que separan de manera radical su teoría política de su práctica política y de su metodología materialista, lo hacen bien como una maniobra ideológica consciente, o simplemente van al deriva en esa dirección, siguiendo distintos parámetros disciplinarios e institucionales externos. El déficit interpretativo sobre el Gramsci auténtico es: 1) filológico; 2) de situación hermeneútica (no hay que leer a Gramsci como un «autor», como un «crítico-crítico»); 3) de valencia política (se debe reconducir su pensamiento al contexto material de lucha política primordial).
26 Se trata de: «Graziadei-ein Okonom und Kommunist von Gottes Gnaden,» (Graziadei: un economista y comunista por la gracia de Dios), en: Unter dem Banner des Marxismus, enero, 1926 (I, 3), pp. 600-31. Rudas fue uno de los críticos de las tesis del joven Lukács.
27 Ataque de reacción ante la publicación del tomo III de Das Kapital, iniciado en 1896 por el teórico marginalista austríaco Böhm-Bawerk; las tesis de Graziadei se resume en su obra: La teoria del valore. L’impostazione del problema, i suoi rapporti col sovraprodotto, gli errori di Marx, Edizioni dell’ANS-Problemi del lavoro, Milano, 1935.
28 Quaderno 1 (XVI) , fragmento 64, «Lorianismo y Graziadei».
29 Véase: G. M. Bravo, «Friedrich Engels und Achille Loria»; en: Friedrich Engels, 1820-1970 , Forschungsinstitut der Friedrich Ebert-Stiftung, Vol. 85, 1971, pp. 175-188.
30 Marx, Karl; Das Kapital; Band III, Ullstein, Frankfurt-Berlin, 1980, p. 20; en español: El Capital; Tomo III, Vol. 6, Siglo XXI, México, 1984, p. 20.
31 Fragmento 34, titulado «Tendencia decreciente de la tasa de ganancia».
32 Marx, Karl; Das Kapital; Band III, Ullstein, Frankfurt-Berlin, 1980, p. 200; en español: El Capital; Tomo III, Vol. 6, Siglo XXI, México, 1984, p. 270.
33 «Es ist dies in jeder Beziehung das wichtigste Gesetz der modernen politischen Ökonomie und das wesentlichste, um die schwierigsten Verhältnisse zu verstehn. Es ist vom historischen Standpunkt aus das wichtigste Gesetz.»
34 Marx, Karl; Elementos fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Grundrisse). 1857-1858; Tomo II, Siglo XXI, México, 1977, p. 281 y ss.
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