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Guerra de desgaste

Fuentes: Rebelión

La guerra de guerrillas, por definición, es una guerra de desgaste, tanto militar, como económica y desde luego política. Y esa realidad, que sistemáticamente y durante muchos años ha sido ocultada o manipulada por el Estado colombiano y sus medios de comunicación adictos, es la que finalmente está aflorando a la superficie, en la reciente […]

La guerra de guerrillas, por definición, es una guerra de desgaste, tanto militar, como económica y desde luego política. Y esa realidad, que sistemáticamente y durante muchos años ha sido ocultada o manipulada por el Estado colombiano y sus medios de comunicación adictos, es la que finalmente está aflorando a la superficie, en la reciente encuesta de opinión del país, realizada después de los dos fallos internacionales: el de la corte Internacional de Justicia sobre el diferendo colombo-nicaragüense, y, el de la corte Penal Internacional (CPI) sobre Los «falsos positivos» y el Terrorismo de Estado en Colombia; los que desde el exterior han venido a catalizar la tendencia interior a la percepción social del colapso anunciado siempre negado. Es el ambiente pesimista, de incertidumbre e incredulidad en las instituciones oligárquicas, que algunos comentaristas ahora tímidamente tratan de analizar.

Recordemos, solamente, algunas cifras de la confrontación militar: Durante el «octenio» de Uribe Vélez, oficialmente no hubo conflicto social armado en Colombia; sin embargo, según el consolidado presentado hace un año por el profesor Carlos Medina Gallego, durante el periodo comprendido entre el 2002 y el 2009

«… Las organizaciones insurgentes, no dejaron de operar en las estadísticas oficiales. Para el mismo tiempo analizado (2002-2009) desarrollaron 70 ataques a poblaciones, 441 ataques a instalaciones de la fuerza pública, 514 emboscadas, 1.479 hostigamientos y 2.125 actos de sabotaje. Como resultados de estas operaciones dejaron a la fuerza pública 14.017 heridos o bajas vivas y 4.504 muertos, esto es, un promedio diario de 1.7 muertos y 5.5 heridos. En siete años de «no conflicto», de «no guerra» hay un total de bajas del destacamento oficial e insurgencia de 17.998 combatientes, soldados y policías muertos… sin contar los asesinatos de civiles y grupos étnicos, por ejemplo, 766 indígenas y 578 sindicalistas durante la citada administración… ni el desplazamiento forzado y las lógicas de la guerra que durante el periodo en cuestión, generaron según la estadística del ministerio 2.267.348 desplazados, el 30% de afrocolombianos e indígenas de la totalidad de población en situación de desplazamiento, estimada en 4.5 millones, lo cual representa el 10% del total de la nación.
..Las estadísticas presentadas de los estándares de eficiencia y calidad de las acciones de la Fuerza Pública, durante los primeros 100 días del gobierno del Presidente Santos, señalan 102 bajas, 492 capturas y 540 desmovilizaciones individuales, en el marco de una tendencia que sostiene los resultados de la confrontación en los promedios anuales de 1.600 bajas a la insurgencia y 5.700 capturas. Según informes de prensa en el 2010 mueren más de 2.000 soldados en la guerra»… http://www.ddhh-colombia.org/html/noticias%20ddhh/estadisticasguerra20012011.pdf

Y un poco más reciente ( noviembre 2012) el blog la «Ola Política» dirigida por el conocido político Liberal gobiernista Horacio Serpa, en su sección de indicadores políticos, descarna una realidad oficial sombría que se añade a los demás datos aislados y descontextualizados que circulan en otros informes proclives :… «Mártires del conflicto. En la actualidad hay cerca de 9.000 SOLDADOS que han sacrificado más del 50 por ciento de su capacidad psico-física en defensa de Colombia, y alrededor de 5.000 familias de ‘héroes’ que entregaron su vida por la seguridad de la patria.

..El Costo del conflicto. 385.846 INDEMNIZACIONES PAGARÁ A 2014 el Gobierno Nacional a las víctimas del conflicto armado. Se estima que la reparación costará más de 60 billones de pesos, en diez años». http://olapolitica.com/?q=indicadores-politicos

Cuando se caracterizó científicamente el conflicto interno colombiano como «un conflicto histórico, social y armado, cuya única solución posible es política», en contradicción antagónica con una solución militar buscada afanosamente desde hace 60 años por la descomunal fuerza militar combinada colombo-estadounidense, que actualmente llega a 500.000 hombres armados con la ultima tecnología militar y un gasto social mayor al 6,5% del Producto Interno Bruto; se lo negó rotundamente, pues se trataba de imponer por la fuerza mediática, el concepto propagandístico «de la amenaza narco-terrorista a las instituciones colombianas».

Hoy cuando la encuesta en comento deja claro la deslegitimación y el desplome generalizado que los colombianos perciben, no solo de la de la mayoría de las llamadas instituciones democráticas con sus tres Poderes, sino de la figura del presidente JM Santos (quien fuera el ministro de defensa cuando los falsos positivos de Uribe Vélez y ahora se encuentra empeñado en hacer aprobar un Fuero Militar que lave a pasado y futuro toda esa sangre inocente) Él pretende mediante plazos fijos que coinciden con las elecciones de su segunda presidencia, presionar o chantajear a la mesa de diálogos de la Habana para que se logre aceleradamente el fin del conflicto armado, pero dejando intacto el conflicto social, y en manos de su ministro de guerra Pinzón .

Es decir, que la insurgencia colombiana que no ha sido derrotada militarmente y ahora da ante el mundo una muestra de su fortaleza aceptando una agenda como la ratificada en Oslo, utilice su acumulado político y organizativo para sostener un poderoso árbol súper-blindado, que finalmente se está desplomando por el desgaste que le han producido 60 años de golpes en su raíz, cuando lo prudente es evitar que esa ramazón los arrastre en su caída.

¡Hasta allí ha llegado su banalidad y su ligereza intelectual, nublada por las lentejuelas del júbilo electorero de la clique oligárquica neoliberal, que lo asesora y sostiene!

(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.