Una vez más. El pueblo trabajador de Chile se entera de los presuntos casos de corrupción del Gobierno de Lagos y la Concertación, que ventilan los medios de comunicación, azuzados por el fragor de la campaña electoral. Esta vez, se trata de los contratos de las empresas Faraggi- Gescam por casi 3 mil millones de […]
Una vez más. El pueblo trabajador de Chile se entera de los presuntos casos de corrupción del Gobierno de Lagos y la Concertación, que ventilan los medios de comunicación, azuzados por el fragor de la campaña electoral. Esta vez, se trata de los contratos de las empresas Faraggi- Gescam por casi 3 mil millones de pesos con el MOP. Escandaloso porque en estas empresas participan un íntimo amigo de Lagos, Hernán Sandoval, y su cuñado, Hernán Durán. Es escandaloso porque la corrupción es la redistribución entre los patrones y sus políticos patronales, de los miles de millones de pesos que salen, en una muy gran medida, de nuestros bolsillos, del pueblo trabajador, mediante impuestos. Porque se sabe que las empresas casi no pagan impuestos, y en caso de tener que hacerlo, existen los mecanismos de elusión, además directamente de la evasión- entre otros.
Es lamentable porque la amplificación de la denuncia viene de boca de Lavin, cuando sabemos que la derecha es hija de Pinochet, el corrupto Pinochet, y el saqueo de las empresas públicas durante la dictadura (lo que dijo el mismo Lagos, cuando dijo que si de ética se trata, de su gobierno nadie saldría como dueño de empresas públicas, como sí pasó en dictadura, basta con que recordemos aquí tan solo a SQM y el yerno de Pinochet). Que la Concertación continuó con las privatizaciones hechas en democracia, la diferencia es que aquí se permitió un reparto civilizado de las empresas estatales (lo que, por supuesto, nada dijo Lagos). Así que, como vemos, la derecha amplifica la presunción de corrupción en el Gobierno de Lagos y la Concertación, y Lagos responde que ellos ya tuvieron sus 17 años para quedarse con empresas, para abrir cuentas secretas y empresas en el exterior, y todos los demás casos de corrupción (legalizados a la fuerza, o no). Los dos tienen razón. Por no mencionar la corrupción de las empresas (tema que casi no sale en los medios de comunicación, incluyendo al muy publicitado caso MOP, con las multimillonarias ganancias de las empresas de construcción de obras públicas), empresas que son las verdaderas jefas tanto de los políticos patronales de la derecha como de la Concertación. Pero aquí no termina todo. Una vez más también, salen a la luz eventuales hechos de guerra sucia, investigaciones paralelas, «métodos de choque» de esta derecha hija de Pinochet. La UDI. Pero no queremos dejar de mencionar aquí a este nuevo actor, RN y Sebastián Piñera, que comenzó a amasar su riqueza en años de dictadura, y que son socios y enemigos de la misma coalición, que votan de forma igual en el Parlamento, van a los mismos colegios y universidades, etc. Nos referimos al caso Rómulo Aitken. Pariente del albacea de Pinochet, Oscar Aitken, también acusado en el proceso por el caso de corrupción de las cuentas del Riggs. No sólo pariente de Pinochet. También fue de la Brigada de Inteligencia Policial Especial, de Policía de Investigaciones. Es decir, de los que investigan entre otras cosas, a los llamados terroristas. Sabemos quiénes son terroristas para los patrones y sus instituciones: todos aquellos que puedan amenazar sus privilegios, la impunidad que les da ser los dueños del poder y el dinero. Aquí, habría adquirido habilidades para intervenir teléfonos, investigar sórdidamente, secretamente. Aquí fue parte de las investigaciones sobre el secuestro de Cristian Edwards, el hijo del dueño de El Mercurio. Más tarde, pasó a la Brigada contra el Crimen Organizado. Y después, pasó a retiro, forzadamente, ante la denuncia de su ex pareja de haber ejercido violencia física contra ella.
Hasta aquí, aunque quién quisiera cerca de alguien así, no habría nada extraño. Salvo que en estos días salió a la luz pública. Por dos motivos. El primero, la resolución de un juez de acusarlo por obstrucción a la justicia al rescatar la libreta de un narcotraficante, al que se supone debería combatir, de la que desaparecieron, significativamente, varias hojas con datos de importantes personajes que estarían involucrados en el tráfico de drogas. El segundo motivo, es que R. Aitken, sería empleado del comando de Lavin. Un avezado experto en investigaciones secretas. ¡Y cómo no recordar aquí las investigaciones paralelas de la UDI en el caso Spiniak! Pero el comando del militante UDI Lavin declaró que había sido contratado para proveer guardias de seguridad y polarizar los vidrios del edificio del comando. ¡Un experto jefe de la Policía de investigaciones! El hilo se empieza a despuntar por otro lado. También integraba el comando de Lavin la ex periodista de La Tercera (diario indudablemente inclinado a la candidatura de Lavin, y cuyo directorio integra Jovino Novoa, el presidente de la UDI) Afasi. Afasi era la pareja de R. Aitken. La misma que lo denunció por violencia física. Pero que, lejos de cortar toda relación, montó tras el retiro forzoso de Aitken, una empresa junto con él. La periodista ingresa como tal al comando de Lavin. Y declara que estaba elaborando un libro sobre Michel Bachelet en el que pretendía establecer nexos entre la candidata de la Concertación y el FPMR en el secuestro de Cristian Edwards. ¿Cómo establecer esos nexos? Le habría preguntado al avezado investigador R. Aitken, que o pudo aparentemente no habría podido negarle el favor. La periodista Afasi. El experimentado investigador R. Aitken. El beneficiado Lavin. Una conexión fatal. Parece que su madre los concibe, y la derecha los junta- o en una versión más tradicional: Dios los cría, y el viento los junta. Pero la UDI dice que estas versiones son falsas y una campaña promovida desde el gobierno a través de su diario La Nación, para esconder el caso MOP y al Comisión Investigadora que piden. Que R. Aitken fue funcionario de los gobiernos de la Concertación. Mano derecha de N. Mery. El Ministro del Interior dice que le resulta extraño que un jefe de la Policía de Investigaciones se dedique a polarizar vidrios. Nuevamente, los dos tienen razón. Los analistas dicen que les preocupa una campaña negativa. Lagos dice que no quiere una «guerrilla» en la campaña. Indudablemente que pueden autolimitarse. Lo que no se puede seguir callando, es que la corrupción, los métodos de choque, la guerra sucia electoral, la existencia de oscuros funcionarios al servicio de intereses aún más oscuros, las responsabilidades compartidas entre la Concertación y la derecha en todo esto, son hijos todos de esta democracia para ricos.