La Fiscal 57 de Derechos Humanos de la ciudad de Medellin acaba de expedir una medida de aseguramiento contra el seudo empresario bananero Guillermo Gaviria Echeverri, por concierto para delinquir agravado con terrorismo, por la financiación, durante varios años, de los grupos paramilitares organizados por Pedro Hazbun Bonito, un tenebroso asesino de campesinos, líderes sindicales […]
La Fiscal 57 de Derechos Humanos de la ciudad de Medellin acaba de expedir una medida de aseguramiento contra el seudo empresario bananero Guillermo Gaviria Echeverri, por concierto para delinquir agravado con terrorismo, por la financiación, durante varios años, de los grupos paramilitares organizados por Pedro Hazbun Bonito, un tenebroso asesino de campesinos, líderes sindicales y activistas de derechos humanos, en el Urabá antioqueño.
El señor Gaviria, un viejo ya arruinado en su vida, es un conocido empresario y hacendado paisa, dueño de un periódico, El Mundo, que circula por Medellin, con ideas muy retrogradas de anticomunismo de la guerra fría y liberalismo antidemocratico.
Es el progenitor del actual Alcalde de Medellin, Anibal Gaviria y de Irene e Isabel Gaviria, quienes afirman la inocencia del señor Guillermo Gaviria. Solo que destacan la solidez de su lucha contra todas las expresiones de la inconformidad campesina y popular por ir contra el modo de ser de su raza excepcional y superior.
Por muchos años, este caballero del banano y el ganado, para quien reclaman clemencia sus vástagos, la misma que negó a los más débiles del campo, fue protagonista de primera línea en feroces y violentas campañas contra los derechos civiles y democráticos de las masas populares. Desde los editoriales de su cotidiano, emprendió acciones para criminalizar la izquierda y a los opositores al dominio de la oligarquía regional y nacional. Fui una de sus víctimas. Publicaba una columna en El Mundo, con los puntos de vista de la izquierda democrática, y la orden de Gaviria fue terminante, debía ser excluido de sus páginas, como en efecto ocurrió, dizque por ser vocero de «Tirofijo». De ese tamaño era su escandaloso talante cavernario. El único columnista de su gusto, en esa época, era el nefasto Jose Obdulio Gaviria, el primo hermano de Pablo Escobar Gaviria.
De acuerdo con las pruebas que tiene la Fiscal, este señor aportó gustoso, millonarias cifras de pesos, junto con la multinacional Chiquita brands, para que los paramilitares de Carlos Castaño y sus comandantes criminales asesinaran sindicalistas, mujeres, niños, concejales, lideres populares y defensores de derechos humanos, en Turbo, Apartado, Chigorodo, San Pedro, Arboletes y en las fincas bananeras de Uraba. Para que sembraran el terror que planificó el general Rito Alejo del Río en la zona.
Pedir perdón para este tenebroso personaje, argumentando su avanzada edad, equivaldría a pedir la impunidad para los miles de asesinos del paramilitarismo que exterminaron a la Unión Patriotica y más de 500 mil colombianos en los últimos 20 años. Que pague sus crímenes hasta el último de sus día porque su infamia no merece perdón alguno.
Lo mínimo que deberían hacer sus hijos, el Alcalde e Irene e Isabel, es pedir perdón a la sociedad por el daño y sufrimiento causado a tantos campesinos humildes y sus familias. Anibal, debería renunciar a la Alcaldía, si es que le queda algo de vergüenza y de principios morales. Pero eso es como «pedir peras al horno». El cinismo de estos señores no tiene limites. Son de la misma escuela de la bestia negra del Ubérrimo.
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