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¿Ha funcionado la tregua de las Farc?

Fuentes: Rebelión

No obstante que el asunto de una tregua bilateral y definitiva entre las Fuerzas Armadas y las Farc está previsto para cuando se aborde el tema del fin del conflicto, la implementación de la misma ha sido destacada desde diversos ángulos de la sociedad. Muchos han señalado que al proceso de conversaciones que se adelanta […]

No obstante que el asunto de una tregua bilateral y definitiva entre las Fuerzas Armadas y las Farc está previsto para cuando se aborde el tema del fin del conflicto, la implementación de la misma ha sido destacada desde diversos ángulos de la sociedad.

Muchos han señalado que al proceso de conversaciones que se adelanta en La Habana desde el mes de Noviembre le convendría un cese inmediato al fuego de hostilidades y enfrentamientos entre los contendientes del conflicto social armado. La paz ganaría así mayor aceptación y legitimidad entre la población por cuanto la tregua bilateral significaría un alivio gigantesco en las condiciones de vida de millones de personas, particularmente en aquellas áreas donde el conflicto es más agudo con las consecuencias ya conocidas.

Pero el gobierno del señor Santos no lo ve así. Piensa que para sus propósitos políticos tiene muchas ventajas mantener las operaciones militares y ofensivas contra los combatientes guerrilleros. Los «expertos» le han dicho que un cese al fuego sería aprovechado por las Farc para rearmarse y fortalecerse, alejando la firma de un pacto definitivo que ponga fin al conflicto bélico. Lo que, por supuesto, es una falacia y una contradicción con el texto firmado en La Habana que establece como objetivo principal de las conversaciones el fin de la guerra civil. Santos prefiere «combinar su propias formas de lucha» (un leninismo invertido) con Planes «Espada de Honor» y «diálogos» simulados para alcanzar su sueño de la derrota y rendición de la insurgencia campesina revolucionaria. Allá él con sus cálculos siniestros y estrategias idiotas que se apalancan en premisas deleznables y efímeras.

La otra parte de la Mesa de Conversaciones ha preferido subir de nivel el proceso y llenar de contenido político cada uno de sus componentes en el entendido de que lo político es el elemento constitutivo principal, en última instancia, de la sociedad. El universo de lo político ha sido siempre un mundo de flujo y creación. La tarea de la política consiste precisamente en dar un orden a las cosas del mundo. Ese es el sentido de la tregua unilateral declarada por las Farc por dos meses, entre el 20 de noviembre y el 20 de enero del 2013.

La pregunta que muchos nos estamos haciendo es si dicha tregua ha funcionado.

Tal parece, por los datos que entregan los expertos que hacen un seguimiento detallado de los combates, que en los primeros 30 días el éxito ha sido rotundo. Se pasó de 190 combates y enfrentamientos mensuales a 26, 23 de los cuales tienen su origen en los grupos ajenas a los diálogos de Cuba. El alivio para los ciudadanos del Putumayo, Caquetá, Meta, Guaviare, Casanare, Vichada, Nariño Cauca, Arauca, Catatumbo es un hecho incuestionable. Incluso las empresas petroleras y las que explotan minerales han reportado un ambiente de mucha menos hostilidad.

A pesar de que los medios dominantes desconocen estos resultados y ciertos mandos militares recurren a un lenguaje destemplado para caricaturizar los efectos de la tregua unilateral de la guerrilla, los fenómenos más peligrosos del conflicto también han retrocedido. Me refiero a temas como el minado y la acción de los francotiradores que golpean duramente las individualidades inmersas en los combates.

Esperemos al próximo 20 de enero para que el balance que entreguen los expertos y observadores independientes contribuya a fortalecer la racionalidad política de las conversaciones que se adelantan para la terminación del conflicto y se de paso a un cese al fuego bilateral permanente y definitivo. Que así sea.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons , respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.