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Ha llegado la hora de cambiar

Fuentes: Rebelión

«El Gobierno alemán congela las pensiones hasta 2008, retrasa a los 67 años la edad de jubilación y planea que los jubilados vuelvan a trabajar». Eso sucede en Alemania, pero en España hace tiempo que surgen voces alarmistas planteando el mismo problema. Esta mañana en el Club de la Vida de RNE, la conductora de […]

«El Gobierno alemán congela las pensiones hasta 2008, retrasa a los 67 años la edad de jubilación y planea que los jubilados vuelvan a trabajar».

Eso sucede en Alemania, pero en España hace tiempo que surgen voces alarmistas planteando el mismo problema. Esta mañana en el Club de la Vida de RNE, la conductora de este programa dirigido a los mayores, ponía fecha a la crisis, 2.015. A partir de esa fecha se especula que ya no se podrán atender las pensiones.

Es de comprender las voces alarmistas que proceden del campo oligárquico burgués, lo que resulta incomprensible es que se hagan eco de ese alarmismo voceros que se consideran marxistas, cuando se limitan a rechazar ese alarmismo pero no entran a denunciar el fondo del problema. A lo sumo se limitan a criticar las leyes laborales o sociales, sin entrar en el fondo ideológico que las origina, o proponiendo soluciones reformistas que alarguen la fecha de caducidad de este y tantos males puntuales que el desarrollo de las contradicciones capitalistas genera.

La ideología dominante capitalista, desde su falsa democracia y su falsa división de poderes establece diferentes cajas recaudatorias que les permita ejercer su dominio sobre el conjunto de los seres productivos explotados y alienados. Los que se llevan la mayor parte de la tarta productiva, pagan menos impuestos que los trabajadores que generan la tarta productiva, aunque los disfracen con el 45% en el pago de impuestos, por aquello de considerar normal y válida el robo de la plusvalía que se apropia el dueño de los medios de producción y explotación. Los explotadores aparentemente pagan más impuestos que los trabajadores a los que les fue robada de antemano la plusvalía.

Como los seres productivos son la mayoría, pensando en ellos, se establece una caja recaudatoria especial a la que denominan Seguridad Social, que debe ser mantenida fundamentalmente por los explotados. Los Sres. explotadores no suelen realizar uso de la seguridad social, ya que aunque tienen derechos, contratan su seguridad social más eficiente con sus amigos explotadores del mercado de la salud. Es la masa trabajadora la que genera el gran gasto de la seguridad social, aunque hay que reconocer que cierta aristocracia trabajadora también contrata sus seguros privados, ante la cada vez mayor caótica Seguridad Social del Estado capitalista, lo que da lugar al pago de dos cajas de seguridad social.

Una vez admitida la caja de la Seguridad Social como algo independiente de la Seguridad general del Estado, es responsabilidad de los trabajadores asumir y hacer frente a ese problema «consumista del estado de bienestar» con propuestas que plantean retrasar los años de jubilación, congelando las pensiones o estableciendo recortes en la atención sanitaria.

Los trabajadores además de esa particular caja, como «demócratas» y mantenedores que son del «Estado de Derecho», tienen que contribuir a los gastos generales a través del I.R.P.F. Los suntuosos o falsas infraestructuras, gastos militares y represivos que se nos presentan bajo la imagen de progreso o la defensa de la seguridad nacional y pública, absorben la mayor parte de los presupuestos del Estado. Esa aparente amenaza sobre invasores o ejercito de asesinos parece ser más real que la necesidad de seguridad social, que cotidianamente demandamos y en pequeña medida disfrutamos.

La ideología dominante sin más base científica que la que permite la explotación del hombre por el hombre, parcela el análisis de la realidad, desliga los efectos del contesto global material, la interrelación dialéctica existente entre el mundo material y el espiritual. No ven al ser humano como parte material del complejo mundo material, con un cerebro que genera una forma de materia difícil de definir que denominamos pensamiento. La creatividad productiva del obrero que arranca de la tierra las materias primas, hasta el último obrero que la convierte en el objeto más refinado es un todo material, es una producción social solidaria del objeto en sí, que sin embargo no es disfrutada por el conjunto de los trabajadores que la han generado.

Ha llegado el momento de cambiar si no queremos terminar autodestruyéndonos. Ver la relación dialéctica existente entre el mundo espiritual, el de las ideas, y el de la realidad material. Un Estado solidario con el ser humano y su entorno material, evitaría las contradicciones tan agudas que estamos viviendo. La caja única de ese Estado permitiría que los aspectos básicos del ser humano creador y productivo fueran atendidos. La alimentación, la asistencia sanitaria, las pensiones, la educación, la cultura, la armonía ecológica sería la verdadera salida alternativa. La gente no moriría de hambre o de desesperación suicidándose o adosando a su cuerpo bombas terroristas en un último acto de agobio y protesta suicida.

Ello evitaría situaciones tan aberrantes que nos son presentadas como el gran progreso español, cuando nos venden el que un banco obtiene de beneficio más de dos billones de las antiguas pesetas. O nos dan la relación de los españoles que integran la lista del millar de multimillonarios del mundo «progresado», donde aparece el Sr. Polanco, antiguo editor de los libros de enseñanza del régimen franquista, hoy, el «demócrata» dueño de los grandes medios de alienación, solo aventajado en propiedad mediática por el italiano «demócrata» y jefe de gobierno italiano.

Al mismo tiempo que nos proponen alargar el periodo de vida laboral como solución a la caja de la S.S se provocan situaciones tan contradictorias como son las reestructuraciones empresariales, con despidos de trabajadores o prejubilaciones, que lógicamente agravan la situación de la caja.

Podemos imaginar el Estado con base científica, que no caiga en esas contradicciones, un mundo global armónico muy diferente al regulado por las leyes del mercado, con una caja única priorice las necesidades reales del conjunto del mundo material y espiritual, solidaria con el conjunto de los seres humanos y la naturaleza. Intentémoslo en lo concreto, recurramos a la imaginación con base científica, a la historia. Veamos al ser humano como parte indivisible del conjunto de su especie y de la naturaleza, solidario para producir y repartir. Los trabajadores organizados como clase dominante, en vez como clase dominada, libre para elegir y controlar el proceso productivo desde donde labora, en la fábrica, en los centros de asistencia sanitaria, educativa, cultural o de ocio. Eligiendo a los compañeros mejor dotados, que mayor confianza nos suscitan, controlándolos y revocándolos en cualquier momento cuando la confianza depositada en ellos no sea correspondida, o por la sencilla razón de que ha surgido un compañero con mejores dotes con las que sustituir al anterior. Eligiendo a nuestros delegados a los órganos gubernativos.

La unidad dialéctica del ser creativo y productivo transformando la materia, generando productos, sin necesidades ficticias consumistas que genera la sociedad capitalista basada en el mercado, sino los verdaderamente necesarios, tanto materiales como espirituales que nos permitan el desarrollo armónico del conjunto del mundo material, es la otra alternativa que nos obliga a cambiar de estrategia. No basta con que unos cuantos, esto, lo sepamos, sino el plantearnos como conseguir que todos lo sepan, como contribuir a generar organización en los lugares donde el conjunto de los trabajadores siempre está presente y ve su contradicción particular, que explicada correctamente en lo particular y lo general del problema que le permite asociar el origen del mal, que contribuye a dotarle de ideología de clase, sin la cual es imposible la organización alternativa del conjunto de los trabajadores explotados y alienados.

Lucha anticapitalista que en su confrontación, aprovechando los resquicios agitativos que permite el sistema institucional de poder burgués, coordinando la presión desde abajo y desde arriba, genera el poder alternativo que permite a los explotados organizarse como clase dominante. Los comités de lucha convertidos ya en comités de poder cuando el caduco Estado capitalista ha sido arrojado al basurero de la historia. Esa imaginación o visión de futuro es la que adolecemos y nos impide abordar la batalla con base organizativa firme y en permanente desarrollo.