De no mediar sorpresas, la coalición centroizquierdista que gobierna Chile desde la recuperación de la democracia en 1990 ganará este domingo un nuevo mandato a través de la médica socialista Michelle Bachelet, que se convertiría así en la primera presidenta del país. Encuestas, actos públicos y conductas en torno al cierre de la campaña para […]
De no mediar sorpresas, la coalición centroizquierdista que gobierna Chile desde la recuperación de la democracia en 1990 ganará este domingo un nuevo mandato a través de la médica socialista Michelle Bachelet, que se convertiría así en la primera presidenta del país.
Encuestas, actos públicos y conductas en torno al cierre de la campaña para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales proyectan que Bachelet puede derrotar por unos seis puntos porcentuales de ventaja al empresario Sebastián Piñera, del Partido Renovación Nacional (PRN), de derecha liberal, apoyado por la conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI).
«El liderazgo de Michelle Bachelet, junto con la fuerza que significa la Concertación por la Democracia política y culturalmente, nos va a permitir tener un cuarto triunfo consecutivo presidencial en 16 años», señaló a IPS el senador Jaime Gazmuri, del Partido Socialista (PS).
La coalición que integran el PS y los partidos Demócrata Cristiano (PDC), Por la Democracia y Radical Socialdemócrata, reunió unas 200.000 personas en la noche del jueves en el centro de Santiago, en el acto de cierre de la campaña de Bachelet, apoyada en esta segunda vuelta por el Partido Comunista.
Al mismo tiempo, en el puerto de Valparaíso, 120 kilómetros al oeste de la capital, Piñera cerró también su campaña con un acto público al que asistieron, según cálculos de la policía, unas 12.000 personas, una convocatoria muy inferior a la de Bachelet aun considerando las diferencias de población entre las dos ciudades.
Bachelet no logró llegar a la presidencia de modo directo en la primera ronda electoral del 11 de diciembre, al quedar sólo a cuatro puntos porcentuales de la mayoría absoluta de votos requerida, en tanto Piñera, con 25 por ciento, calificó para el llamado balotaje, desplazando a Joaquín Lavín, de la UDI, que tuvo un respaldo en torno a 23 por ciento.
En la anterior elección presidencial, Lavín registró en la primera vuelta de diciembre de 1999 un empate técnico con el socialista moderado Ricardo Lagos, quien se impuso en la segunda vuelta de enero de 2000 con 51,32 por ciento de los votos gracias al apoyo de los comunistas y de los ecologistas.
La última encuesta previa a la segunda vuelta de este domingo, difundida el jueves por la consultora Mori, atribuyó a Bachelet 45 por ciento de las intenciones de voto frente a 40 por ciento para Piñera, con un porcentaje sumado de votos nulos y blancos y de abstención de 15 por ciento.
Marta Lagos, directora de Mori en Chile, indicó que una proyección de ese sondeo en votos válidos, sin considerar la abstención ni los votos nulos y en blanco, indica que la candidata oficialista obtendrá el domingo un respaldo de 53 por ciento y su oponente de la derecha 47 por ciento.
La experta comentó a IPS que una serie de supuestos planteados tras la primera vuelta no se están cumpliendo. Por una parte, no hay un traspaso absoluto de la votación de la UDI a Piñera y, por otra, tampoco el candidato derechista provocó un desplazamiento hacia sus posiciones de votantes del PDC.
El senador Hernán Larrín, de la UDI, dijo a IPS que, al contrario, «hay gente desencantada de la concertación (gobernante) ante la izquierdización que ha sufrido, que se nutre más del eje del PS que del PDC. Ese desencanto del mundo de centro, del mundo de la Democracia Cristiana, ha sido capitalizado positivamente por Sebastián Piñera».
La UDI, aseveró Larraín, respaldó como correcta la estrategia de Piñera de poner el acento en su condición de «humanista cristiano», en contraste con el agnosticismo de Bachelet, con constantes llamados al electorado del PDC.
«Nos parece bien ampliar la Alianza por Chile (pacto de la UDI y el PRN) y creemos que eso va a generar hacia el futuro una nueva coalición política que va a irrumpir con fuerza en el escenario electoral, cambiando el foco de evaluación de fuerzas y enfrentando a una izquierda, a mi juicio, cada día más extrema», argumentó el legislador derechista.
El senador Adolfo Zaldívar, presidente del PDC, aseguró que todo su partido está votando por Bachelet pese a los «cantos de sirena» de Piñera, en tanto el diputado socialista Carlos Montes, en declaraciones a IPS, calificó la constante apelación del candidato opositor al humanismo cristiano de «maniobra bastante tosca».
Para el ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), otro de los líderes demócrata cristiano, Piñera se vio entrampado en esta segunda vuelta en sus «contradicciones vitales», provocadas sobre todo por la necesidad de asegurar la captura de toda la votación en la primera vuelta de Lavín.
El discurso de amplitud y progresismo con que el abanderado del PRN apuntó en la primera vuelta al electorado de centro, evolucionó en la campaña hacia el balotaje a posiciones más conservadoras, calificadas incluso de fundamentalistas en temáticas relativas a la familia y la religión.
Rolando Jiménez, presidente del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), comentó a IPS que las declaraciones previas a diciembre de Piñera a favor de las uniones civiles de parejas del mismo sexo despertaron simpatías entre los colectivos de gays, lesbianas y trasvestidos.
Pero luego de las expresiones del candidato derechista en el único debate televisivo para la segunda vuelta, realizado el 4 de enero, en que se alineó con las posiciones conservadoras de la UDI en esos y en otros de los llamados «temas valóricos», el Movilh optó «por cuadrarse (dar un respaldo unánime) con Bachelet», indicó Jiménez.
Las expectativas que generó Piñera tras su clasificación para la segunda vuelta se fueron diluyendo en la medida de que algunos de sus planteamientos perdieron consistencia ante la necesidad de asegurar el voto de la UDI, objetivo que no consiguió completamente.
«En la primera vuelta voté por Lavín, pero ahora estoy con la doctora (Bachelet)», dijo a IPS Mariana Gómez, habitante de la población José María Caro, una barriada popular de la periferia sur de Santiago que reprueba a Piñera por su condición de acaudalado empresario.