Encaramos un final de curso con movilizaciones históricas en favor del derecho a la vivienda y en contra de su mercantilización. El Sindicato de Inquilinas ha sido una de las entidades convocantes en dos manifestaciones que han movilizado a decenas de miles de persones y que demuestran que la población es más consciente que nunca de la situación de injustícia que sufrimos en materia de vivienda. El 23 de noviembre, más de 170.000 personas salieron a la calle en Barcelona para reclamar una bajada de preciós del 50%, contratos indefinides de alquiler, la prohibición de la compra de vivienda para especular y la recuperación de los pisos vacíos y los pisos desviados al mercado turístico y de temporada. Unos meses después, la ciudadanía catalana volvió masivamente a las calles de Barcelona, coordinándose con otras ciudades del Estado, para reclamar el derecho a vivir unes vides dignes con alquileres asequibles.
Las movilizaciones, y todas las acciones que se llevaron a cabo para prepararlas, muestran que la gente está cada vez más dispuesta a movilizarse y a luchar por sus derechos: en los últimos meses, la afiliación al Sindicato de Inquilinas ha crecido un 25%, y lo ha hecho en toda Cataluña. Sitges es la última ciudad catalana en la que nace una nueva sección del Sindicato.
El auge del activismo demuestra que día a día más personas se conciencian y quieren ser sindicalistas dispuestas a formar parte activa de su propia liberación frente a los rentistas: las brigadas de inquilinas han llegado para quedarse y son un símbolo más del poder inquilino organizado en crecimiento. Esto explica la victoria de casos como el de las vecinas de las calles Cortines y Tapioles, en Barcelona, contra Second House.
Aunque saludamos con alegría fortalecimiento de la organización, somos conscientes de que esto también se debe a un empeoramiento continuado de las condiciones de vida de las clases trabajadoras de este país. A pesar de unas reivindicaciones que consideramos mínimas, los gobiernos siguen ignorando nuestras demandas justas, o en el mejor de los casos legislan de forma escandalosamente tibia, procurando siempre que el sector inmobiliario mantenga intactos sus beneficios y que sus privilegios no se vean debilitados.
Hace tiempo ya que desde el Sindicato advertimos que no esperaríamos a que los gobiernos hicieran lo correcto ni nos quedaríamos de brazos cruzados viendo cómo boicoteaban sus propias leyes para satisfacer a los poderosos. Y dicho y hecho: el Sindicato, junto con el resto del movimiento por la vivienda, estamos empezando a impulsar las huelgas de alquileres —de las que hablaremos en este número— dando sobre todo a conocer uno de los conflictos más importantes que tenemos ahora mismo contra el mayor propietario de toda Cataluña: La Caixa. Además, analizaremos la huelga que están llevando a cabo nuestras compañeras del Sindicato de Inquilinas de Madrid contra el tercer gran fondo buitre del Estado: Nestar-Azora.
Pero más allá del movimiento por la vivienda, cada vez son más los sectores de la sociedad que entienden que la huelga es la herramienta esencial para forzar una bajada de los precios de la vivienda. Eso explica, por ejemplo, que los estudiantes gallegos convocasen el pasado 9 de abril una huelga estudiantil en este sentido, o que el sindicalismo laboral esté hablando más a menudo de la carga que supone el alquiler para nuestros salarios estancados desde hace años, y por tanto, que tengamos que trabajar más para satisfacer la voracidad de beneficios del propietario-rentista. Debemos utilizar la afinidad creciente entre el sindicalismo de vivienda y el sindicalismo laboral alternativo para empezar a dar forma a lo que debería ser la próxima gran parada en nuestra lucha: una huelga general laboral que ponga en el centro la subida de los salarios y la bajada inmediata de los precios del alquiler.
El Sindicato de Inquilinas de Cataluña (@SindicatLloguer) es uno de los principales movimientos sociales desde los últimos años. Puede consultarse la información relevante en su página web: https://sindicatdellogateres.org/