La reunión sostenida el 28 de enero pasado, entre las direcciones del Partido Demócrata Cristiano y el Partido Comunista, constituye un hito singular en las históricamente difíciles relaciones entre ambos partidos, con más desencuentros que a la inversa, especialmente a partir de 1971, con el asesinato de Pérez Zújovic y su derivación probablemente buscada, es […]
La reunión sostenida el 28 de enero pasado, entre las direcciones del Partido Demócrata Cristiano y el Partido Comunista, constituye un hito singular en las históricamente difíciles relaciones entre ambos partidos, con más desencuentros que a la inversa, especialmente a partir de 1971, con el asesinato de Pérez Zújovic y su derivación probablemente buscada, es decir, el alineamiento de la DC con la derecha, en la oposición al Gobierno de Salvador Allende, con los resultados conocidos.
Posteriormente, durante los 17 años de lucha con la dictadura, dicha relación tuvo más bajos que altos, fue más de agraz que de dulce, y de hecho, a pesar de que nunca se interrumpieron los contactos, tampoco jamás se alcanzó el nivel mínimo de unidad, necesario para acabar con la dictadura.
La dirección de las políticas de ambos partidos se bifurcó aún más pronunciadamente a partir de 1986, cuando la entonces Alianza Democrática, hoy Concertación, aceptó el plan de salida de la dictadura propuesto por el Departamento de Estado norteamericano, que entre otras condiciones imponía el encuadramiento en el esquema institucional de la dictadura, y la exclusión del Partido Comunista.
Algo más de veinte años después, el panorama ha cambiado de modo significativo, partiendo de la declinación de la influencia del imperialismo norteamericano en la región. El modelo económico neoliberal, instalado por la dictadura y administrado por la Concertación, se está cayendo a pedazos; el diseño político e institucional, fundado en el binominalismo y la exclusión, evidencia su incapacidad de procesar la actual dinámica de las fuerzas políticas, y la propia coalición gobernante, dentro de la cual la DC ha perdido la hegemonía, está claramente agotada. Para completar el panorama, y para decirlo en lenguaje técnico, si las elecciones presidenciales fueran el próximo domingo, ganaría el candidato de la derecha, el empresario Sebastián Piñera.
Pero en política diez meses son una eternidad y un acuerdo electoral entre la Concertación y las fuerzas de izquierda y el progresismo es acaso la única opción para impedir que la derecha monopolice el poder en Chile.
Ese es el marco y el contexto en que se produjo la reunión de ambas direcciones, el 28 de enero pasado.
En conversación con El Siglo, Guillermo Teillier traza el balance y analiza las perspectivas de lo que puede significar un instante de umbral, o un punto de inflexión, dentro de la política chilena.
Perspectivas
-¿Qué perspectivas políticas se abren, en su opinión, con un posible acuerdo de pacto parlamentario con la Concertación?
«Es un hecho político muy importante, que no sólo va a marcar el próximo año, sino va a generar un nuevo cuadro político; en primer término, porque se vislumbra como inminente el término de la exclusión, al menos en lo que se refiere al Parlamento, y también por la creación de una nueva mayoría parlamentaria, proclive a transformaciones políticas, económicas y sociales, que con la participación de la izquierda, podrían hacerse más fáciles, sobre todo por el contacto directo que los partidos y movimientos de izquierda tenemos con el mundo social y sobre todo sindical».
-¿Cuáles son las primeras transformaciones que debería abordar esta nueva mayoría parlamentaria?
«Entre las primeras transformaciones que debería efectuar esa nueva mayoría en el Congreso, está reformar el sistema electoral en uno proporcional, democrático y no excluyente. Si todavía no se ha resuelto el voto de los chilenos en el exterior, hacerlo de inmediato, y avanzar en la participación en la elección de los CORES, proyecto que está trabado; la descentralización del país y la inclusión de las organizaciones sociales. Hay otros temas en que una nueva configuración parlamentaria puede dar esperanzas, tales como los cambios constitucionales. Frei ha hablado de reformas, y eso ya es un avance, en el sentido de que ha llegado a la conclusión de que algo hay cambiar. No se debe esquivar el plebiscito, como una fórmula de cambiar la Constitución. Se podría avanzar en los derechos de los trabajadores…»
Crisis
-¿Qué otros aspectos se abordaron en la reunión con la dirección de la Democracia Cristiana?
«En lo inmediato, quedó ratificado el acuerdo entre la Concertación y el Juntos Podemos, puesto que la directiva de la DC, planteó que le daba luz verde al acuerdo, que ellos llaman un Acuerdo Parlamentario Contra la Exclusión. Entre las cosas que nosotros le planteamos está la necesidad imprescindible de que participe el mundo social de este acuerdo. Según creo, ellos lo aceptan de buen grado, pero además concordaron con nuestro planteamiento, en el sentido de que en este momento son los trabajadores los que están sufriendo el costo de la crisis. En Santiago, el desempleo está llegando a los dos dígitos; hay localidades en que ya hace rato se sobrepasaron los dos dígitos. También señalamos que, ahora, en las campañas presidenciales y parlamentarias, en cada instancia que sea posible, debiera proponérsele al país más medidas, o un mayor esfuerzo para evitar que la crisis se descargue sobre los trabajadores, como está sucediendo».
-¿Cuáles son los alcances de este acuerdo parlamentario, respecto de las políticas que se está proponiendo la alianza amplia de la izquierda y el progresismo?
«Bueno, este acuerdo se hace teniendo en cuenta que la Concertación, en la disputa presidencial, va a ir por su lado, y nosotros por el nuestro, con nuestro candidato único y nuestro programa, que es el mismo para el candidato presidencial, el mismo para los candidatos a parlamentarios, y es el mismo que debe servir como instrumento de lucha para el movimiento social; queremos transformar todo esto en un único movimiento. Entiendo que a ellos eso les queda claro, así también como les queda claro que no nos pueden pedir a cambio que asumamos una actitud frente a la segunda vuelta. Eso le corresponderá más bien a los electores, y más precisamente, al electorado de izquierda. Si hay segunda vuelta y este acuerdo termina con la exclusión, va a tener ventaja una candidatura, presumiblemente de Frei, en la intención de voto del electorado de izquierda. Ahora, si es lo contrario, ellos tienen claro que menos todavía podrían exigirnos una actitud de apoyo en la segunda vuelta.
Creo que llegamos a otro acuerdo importante. Ellos mencionaron el Congreso Ideológico de la Democracia Cristiana, y piensan que hay puntos en los cuales podemos llegar de acuerdo, teniendo en cuenta la historia de ambos partidos. En el gobierno de Frei Montalva se inició la chilenización del cobre, la reforma agraria y la promoción popular, medidas que de alguna manera tuvieron cercanía con las propuestas del gobierno de la Unidad Popular, que encabezaba Salvador Allende; pero finalmente eso se separó, se dividió, por la acción de fuerzas externas al país. Creo que sería bueno para el país que hoy se buscara retomar muchos aspectos que quedaron de lado con motivo del golpe. Hay muchísimas cosas que discutir, y por eso a mí me parece que esto es tan trascendente».
Alcances
-Tan trascendente como que estas aproximaciones programáticas no se daban desde el año 1969, más o menos, cuando los equipos técnicos elaboraban los programas de gobierno de la Unidad Popular y de la candidatura de Radomiro Tomic…
«Exacto, creo que no se daban desde esa época, pero hay que reabrir la posibilidad para recién empezarlo a conversar. Creo que hay voluntad para hacerlo y que la posibilidad ha sido bien recepcionada. Pero también tiene que quedar claro que no estamos planteando que vamos en la lista de la Concertación. Lo que aquí se formula es una lista distinta a la de la Concertación o del Juntos Podemos, sino una lista en la que coincidimos ambos, que sería una lista contra la exclusión, en la que vamos en subpacto. Van todos los partidos en subpactos, y nosotros iremos a la vez con el Juntos Podemos, y tal vez toda la izquierda en un subpacto distinto».
-O sea, técnicamente es un mecanismo más elaborado que el acuerdo por omisión que operó en las elecciones municipales…
«Claro, este es mucho más elaborado y más preciso que el pacto por omisión; tiene que serlo porque de lo que se trata es de sumar fuerzas en cada distrito donde opere el pacto, para posibilitar el doblaje».
-¿Cuántos doblajes podrían ser posibles en virtud de este acuerdo?.
«En eso hay muchas posibilidades, de acuerdo a las votaciones que se han dado hasta ahora. Podrían ser catorce, en promedio, pero pueden ser más, o también menos. Todavía no sabemos si estas elecciones se van a enfrentar con el actual padrón electoral o con uno que surja de la inscripción automática y voto voluntario. No lo sabemos, y eso puede alterar el cuadro».
-¿Se conversó ese tema en la reunión con la dirección de la Democracia Cristiana?
«Sí, claro que se conversó, pero eso hace que sea mucho más cuidadosa, rigurosa, la forma de implementar el pacto. Aquí tenemos que comprometernos todos, y ser extraordinariamente responsables, porque de lo contrario no es posible».
– ¿Se habló de acuerdo sólo en la Cámara?, porque si se da el escenario de catorce doblajes en la Cámara, se termina la exclusión allí, pero subsiste el problema en el Senado…
«Claro, eso es así, pero hay que estudiarlo más, porque el apoyo nuestro puede hacer que evite o que pueda conseguirse un doblaje en alguna circunscripción, aunque claro, es más difícil. Pero yo creo lo sustantivo es que, rompiendo los quórums en la Cámara de Diputados, el forado en el sistema es irreversible, y por eso creo que este acuerdo es tan importante. Ahora, si en las conversaciones resulta que hay una posibilidad de doblaje en alguna circunscripción senatorial nosotros evidente que vamos a montarnos sobre eso».
-El otro problema es que se eligen sólo la mitad de los senadores…
«Sí, este es el turno las regiones impares. Es más difícil el doblaje, pero a lo mejor se puede intentar en algún lugar».
Nuevo momento político
-La relación con la DC ha sido históricamente difícil. ¿Cuál fue el tono de la reunión?
«Fue una reunión cordial. Yo hice presente que en realidad, quien rompió fuegos para reunirse con nosotros de parte de la Democracia Cristiana, fue Soledad Alvear, y eso hay que reconocerlo, independientemente que después la Democracia Cristiana no implementó el pacto por omisión como debió haberlo hecho, cosa que ellos reconocen. Pero creo que todos aprendimos la lección. Entonces, diría que fue una reunión cordial, en que se vio eso, precisamente; que había que aprender del pacto por omisión y perfeccionarlo para tener éxito. Nosotros estamos plenamente de acuerdo en eso.Esa es la situación. Políticamente, con esto quedó sellada la determinación por ambos conglomerados, Juntos Podemos y la Concertación. El paso siguiente es una discusión, seguramente muy intensa, que esperamos se dé de manera diferente. Creo que hay que discutir muy en privado esto de los distritos; dónde vamos nosotros, dónde van ellos, y sólo darlo a conocer cuando ya estemos plenamente de acuerdo, para no crear falsas expectativas o especulaciones».
-Si sumamos la disposición de ambos conglomerados a este Pacto Contra la Exclusión, y la voluntad manifestada por las cuatro candidaturas de izquierda de converger en una candidatura y un programa, se tiene un cuadro político cualitativamente distinto ¿Coincide con esa aprecición?
«Exacto, creo que empieza a cambiar la situación del país, y eso hay que asumirlo con mucha responsabilidad; o sea, asumir que hemos llegado a un punto en que tenemos todo a la mano, pero que no es fácil de alcanzar. Entonces, tenemos que estar muy de acuerdo y hacerlo muy concientemente y con una gran voluntad política, porque esto crea un nuevo ente político en el país para los próximos años. Pienso que además debiera crear condiciones para enfrentar la crisis neoliberal y procurar cambios de una manera más a la ofensiva, con más posibilidades; cambios que es posible lograr, porque es evidente que ya todo el mundo piensa que el Estado debe jugar otro rol, por ejemplo. Es decir, tenemos un cuadro de crisis por un lado, y la posibilidad de una nueva mayoría por otro; o sea, estamos en otro escenario».