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¿Han leído la Constitución?

Fuentes: Punto Final

Claro que no, no digan que la han leído porque no es cierto. O no la han leído entera. O no han leído las leyes orgánicas constitucionales, que es lo mismo que si fueran parte de la Constitución y que también hay que leerlas, aunque casi nadie lo hace. Entonces, ¿por qué andan diciendo que […]

Claro que no, no digan que la han leído porque no es cierto. O no la han leído entera. O no han leído las leyes orgánicas constitucionales, que es lo mismo que si fueran parte de la Constitución y que también hay que leerlas, aunque casi nadie lo hace.

Entonces, ¿por qué andan diciendo que hay que derogarla y hacer una nueva Constitución por medio de una Asamblea Constituyente? Eso les va a preguntar su cuñado o su suegro, que son momios. Pues aquí va lo que les pueden contestar:

Porque una Constitución hecha por un dictador asesino, torturador y además ladrón y sus asesores fascistas, tiene que ser una basura. Porque Jaime Guzmán dijo que iban a hacer una Constitución eterna, imposible de modificar y menos de derogar, de tal manera que cualquiera que gobernara lo tendría que hacer como si gobernaran ellos. Es decir, que por ese lado todavía estamos en dictadura.

Porque la Constitución de Pinochet fue impuesta por el dictador «en un plebiscito sin registros electorales, sin partidos políticos, sin libertad de información, con el escrutinio a cargo del mismo gobierno»(1) y otras lindezas por el estilo. ¡Nos debería dar vergüenza ser un país regido por semejante esperpento llamado Constitución, después de veinticinco años de que se acabó la dictadura!

Desde luego que esta Constitución es nula, un simple bando dictado por cuatro criminales que usurparon el poder a sangre y fuego. Pero las nulidades hay que declararlas y parece que aquí no hay nadie que se atreva a hacerlo. Antiguamente las Constituciones las hacía el rey, el emperador, el zar o el presidente de la República. Pero en especial después de la segunda guerra mundial y desde que se tomó conciencia de los derechos humanos, las constituciones las hace el pueblo soberano mediante Asambleas Constituyentes. Así lo han hecho Perú, Bolivia, Brasil, Venezuela, Ecuador, Colombia, El Salvador, Guatemala, Paraguay y muchos otros. Chile es el único país de América Latina que no ha hecho una Asamblea Constituyente(2).

Ninguna persona decente se atreve a defender esta Constitución espuria. Y sin embargo, durante 20 años la Concertación no tuvo empacho en aplicarla y hasta pretendió perfeccionarla. En 1989 se pusieron de acuerdo la dictadura y la oposición y le hicieron diversos cambios. Nos dijeron que había que aprobarla y todos lo hicimos porque confiamos en la Concertación. ¿Pero saben lo que pasó? Nos metieron el dedo en la boca porque la dejaron peor. Aumentaron los quórums a 4/7 y hasta 2/3 para cualquier cambio constitucional. Constitucionalizaron el sistema binominal y eliminaron el derecho a plebiscito que sí estaba antes del 89(3).

En 2005 Ricardo Lagos no la ratificó al ponerle su firma, como creen algunos. No lo digo yo, lo dijo Fernando Atria, prestigioso abogado y profesor universitario, en una entrevista: «Lagos la llamó un piso constitucional compartido […] y mientras Lagos decía eso, El Mercurio decía ‘No, esto no es una nueva Constitución, es la misma Constitución de 1980 con algunas reformas que no afectan su núcleo central’.

Periodista: Yo deduzco que tu posición es que sigue siendo la Constitución de Pinochet.

Respuesta: Indudablemente»(4).

Los gobiernos de la Concertación no sólo aceptaron la Constitución pinochetista porque ella convenía a sus intereses, que son los intereses del gran capital. También las leyes y bandos de Pinochet se han seguido aplicando sin necesidad, con maldad y alevosía. La Ley Antiterrorista de la dictadura la han aplicado a cada rato, sobre todo a los mapuches.

Pero además de estas razones generales les voy a decir algunas cosas bien concretas para que le contesten a su cuñado o a su suegro:

En primer lugar, les diré que si no tienen tiempo de leer toda la Constitución, lean por lo menos el artículo 19, que es uno de los más importantes. Tiene 26 incisos, son varias páginas, pero miren algunas de las cosas que regula:

 

1. El Estado subsidiario

(Está en el número 21 del artícuo 19). El Estado subsidiario es lo peor de la Constitución pinochetista. Porque la palabra lo dice todo: el Estado es secundario, accesorio, marginal. El engendro constitucional expresa: «El Estado y sus organismos podrán desarrollar actividades empresariales o participar en ellas sólo si una ley de quórum calificado los autoriza». Como en todo lo importante, se exige un quórum calificado que es prácticamente inalcanzable.

Ya ven, la Constitución de Pinochet le da prioridad al interés privado sobre el público y prohíbe al Estado meterse en actividades empresariales. Con este criterio no podría haber existido la Corfo, impulsora de todo el desarrollo industrial de Chile. Ni habría podido existir la Endesa, ni la Compañía de Aceros del Pacífico ni menos Huachipato. Pero además, el Estado subsidiario lo privatiza todo: educación, salud, previsión, vivienda. Se desliga de esas actividades y las traspasa a la empresa privada y al mercado(5).

Se atreven a sostener que la empresa privada es mejor que las empresas públicas, cuando en estas últimas crisis se ha vuelto a ver su ineficiencia. Cuando los bancos y las grandes corporaciones se encuentran al borde de la quiebra por su mala administración, porque lavan dinero del narcotráfico o les dan enormes créditos a sus parientes y amigos sin garantía alguna, el Estado tiene que correr a rescatarlos, pobrecitos. Se usan bienes públicos para salvar intereses privados, cuando debería ser al revés.

Por lo tanto la Constitución resulta incambiable, es eterna, se supone que nos tiene que regir a nosotros, a nuestros hijos, a nuestros nietos por los siglos de los siglos. O sea que por los siglos de los siglos le tenemos que seguir obedeciendo a Pinochet ¿qué les parece?

 

2. Derechos Humanos

En esta materia sólo se refiere parcialmente a los denominados derechos políticos y civiles o garantías individuales: la igualdad ante la ley, el derecho a defensa, la inviolabilidad del hogar, etc., también en el artículo 19. Estos derechos vienen desde muy antiguo, empezaron en Inglaterra por allá por el siglo XIII, en Estados Unidos en el siglo XVIII. Están en todas las Constituciones. Y por cierto que nunca se respetaron durante la dictadura, porque ellos no cumplían su propia Constitución, sólo la hicieron para los que vinieran después, como dijo Jaime Guzmán. Ni se acordaron de que existen los derechos económicos, sociales y culturales: salud y educación gratuitas y eficientes, seguridad social verdadera y otros, y cuando mencionan alguno de esos derechos es para limitarlo o suprimirlo. Todos estos derechos fueron reconocidos en el mundo entero después de la segunda guerra mundial, y desde 1948 están establecidos en los principales documentos de las Naciones Unidas. Menos en Chile, claro. Pero lo más divertido es que la Constitución crea derechos humanos que no existen, como el derecho de propiedad. Sáquenle molde.

 

3. Sobre el cobre

Que es el sueldo Chile, la Constitución conservó la propiedad del Estado en la misma forma en que se había establecido en tiempos del presidente Allende: «El Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de todas las minas…» (Artículo 19, número 24). Pero sin embargo más adelante, en este mismo artículo y número revirtió este principio al permitir las concesiones plenas sobre las minas. Y esto lo remachó en la ley N° 18.097, Ley Orgánica Constitucional Sobre Concesiones Mineras, que para modificarla se necesitan 26 senadores y 80 diputados. Estas concesiones son pavorosas, impresentables, pues según la ley son «oponibles al Estado y a cualquier persona; transferibles y transmisibles; susceptibles de hipoteca y otros derechos reales y, en general, de todo acto o contrato».

Pero lo peor de todo es que no fue la dictadura la que entregó todo el cobre a las transnacionales; fue la Concertación, aprovechándose de esa ley inconstitucional. Comenzaron inmediatamente, bajo el gobierno de Aylwin. En tiempos de la dictadura, Codelco más Enami controlaban alrededor del 90% de la producción de cobre. En los gobiernos de la Concertación, Codelco pasó a controlar menos del 30%, el otro 70% se lo dieron a las empresas transnacionales(6). ¿Estoy defendiendo a la dictadura? No, estoy señalando un hecho terrible.

 

4. El trabajo

Artículo 19, número 16, dice: «Toda persona tiene derecho a la libre contratación y a la libre elección del trabajo con una justa retribución».

No establece el derecho al trabajo sino la «libertad de trabajo». O sea que el trabajo no es un derecho humano para todos, que debe ser garantizado por el Estado. Simplemente ustedes tienen libertad de trabajar y de elegir su trabajo. Qué bueno, pues elijamos un trabajo sencillo en que nos paguen mucho, ¿no les parece una disposición genial? ¿Y las huelgas? Pues nada, que ni los empleados públicos ni los municipales ni los que atiendan servicios de utilidad pública pueden declararse en huelga. O sea nadie. Y si lo hacen, les pueden aplicar la Ley de Seguridad del Estado.

 

5. La seguridad social

Art. 19 N° 18. «El derecho a la seguridad social. Las leyes que regulen el ejercicio de este derecho serán de quórum calificado».

En 1981, por medio del D.L. 3.500 la dictadura acabó con el sistema de seguridad social que tenían los trabajadores chilenos. Se privatizaron las pensiones y se estableció un nuevo sistema basado en la capitalización individual. Se crearon las AFPs y para qué les digo más, todos sabemos los resultados y la estafa que ellas han significado. Se necesitaría una ley de quórum calificado para cambiar esto.

 

6. La educación

La Constitución establece en primer lugar la libertad de enseñar, pero el derecho a la educación sólo lo menciona de pasadita (Artículo 19, números 10 y 11). Regula la libertad de fundar escuelas, pero la dictadura y la Concertación dejaron morir la educación pública que era uno de los orgullos de Chile. Ya en artículo anterior en Punto Final llamado «Escarmenando la educación» (septiembre 2014, PF 812), me referí a este tema. A él me remito.

 

Otras disposiciones además del artículo 19:

Los quórums calificados. ¿Qué es eso? Pues son mayorías parlamentarias extraordinariamente altas que se requieren para cambiar la Constitución y para todas las cosas importantes. A veces es una mayoría de 4/7 de los diputados y senadores en ejercicio (o sea 69 diputados y 22 senadores), y se exigen los 2/3 para cualquier cambio constitucional, es decir 80 diputados y 26 senadores. Esto está en el artículo 66.

Las limitaciones a los dirigentes gremiales. El artículo 23 prohíbe a los dirigentes gremiales intervenir en actividades políticas. ¿Por qué, acaso las actividades gremiales no han estado siempre íntimamente ligadas a las políticas? Por ejemplo, fijar el salario mínimo es una actividad gremial, pero también es política. ¿Se la vamos a dejar sólo a los parlamentarios y al gobierno y los dirigentes de los trabajadores no podrán decir ni pío? Ah, pero los dirigentes de las organizaciones empresariales no tienen ninguna prohibición. Ellos sí que pueden opinar, intervenir en la fijación del salario mínimo, escribir en El Mercurio y cabildear hasta decir basta.

Hay muchas otras cosas de la Constitución que les podría decir, pero tengo un límite de espacio. Ya me pasé. Y si luego su cuñado o su suegro les dicen: ¿Cómo se va a hacer esa Asamblea Constituyente, a ver explícame?

Se hará una consulta o un referéndum y si se aprueba la idea de la Asamblea Constituyente, ésta será convocada. Todos participaremos sin exclusiones, y para los aspectos técnicos habrá asesores, pero las decisiones no las tomarán ellos, las tomará todo el pueblo de Chile, lo decidirán democráticamente las mayorías.

¿Por qué una Asamblea Constituyente? En primer lugar porque al que le corresponde hacerla es al pueblo. Y esto está expresado en los principales documentos de las Naciones Unidas, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, cuyos artículos primeros son iguales y expresan que «Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural».

Porque ya estamos hasta la coronilla de que nuestros representantes nos engañen y nos jueguen chueco. Elegimos un gobierno que parece bueno y democrático y al poco tiempo, le entrega el cobre, el agua y tutti cuanti a las empresas extranjeras y se pone a servir a los intereses transnacionales. Entonces vamos a aplicar la divisa de Jaime Guzmán al revés: les vamos a hacer una Constitución que no les permita darse vuelta la chaqueta, servir al enemigo. Les vamos a hacer una Constitución que quienquiera que gobierne lo tendrá que hacer como si gobernara el pueblo, como si gobernaran las grandes mayorías, ¿qué les parece? Y no les pondremos quórums calificados ni ninguna de esas patrañas. Sólo les vamos a decir: esta es la Constitución que elaboró y aprobó el pueblo de Chile democráticamente, como constituyente originario que es, así que pónganse a aplicarla y a cumplirla. Rápido y de buen modo, por favor.

 

Notas

(1) Graciela Alvarez Rojas, intervención en el seminario ¿Necesita Chile una nueva Constitución?. www.youtube.com/watch?v=Er98aov6ZGA

(2) Tomás Rodríguez Villasante, en www.facso.uchile.cl/…/rodriguez-villasante-chile-necesita-una-asamblea.

(3) Matías Sagredo, revista Rebelión , 20/06/2014.

(4 ) Fernando Atria, diarioUchile , 17 de octubre 2013.

(5) Margarita Labarca, El Mataquito N° 19, octubre 2013.

(6) Ver Gustavo Ruz, entrevista «Cobre, el sueldo de Chile», YouTube, 13 noviembre 2011.

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 822, 23 de enero, 2015

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