El cielo nublado de este otoño alemán empieza a ponerse acuoso y un viento frío y persistente comienza a desnudar de sus hojas ocres a los árboles y a formar en el suelo un follaje marrón que se arremolina con cada racha. Miro las noticias de la televisión alemana y no hay un solo día […]
El cielo nublado de este otoño alemán empieza a ponerse acuoso y un viento frío y persistente comienza a desnudar de sus hojas ocres a los árboles y a formar en el suelo un follaje marrón que se arremolina con cada racha. Miro las noticias de la televisión alemana y no hay un solo día en que el más novedoso y grande sistema de dominación y explotación Global que se haya construido en la historia humana; esa «gran tenaza de terror Imperial» descrita por el economista cubano Osvaldo Martínez (1) como una gigantesca muela de un monstruoso alacrán, no ponga en vilo a la humanidad.
Una, la pinza del «terror financiero» con sus instituciones, sus listas de Estados endeudados o fallidos y su parafernalia mediática del miedo, que aunque aquí la crisis de la euro-zona no se ha notado tanto como en los países de la periferia mediterránea en especial Grecia, a cada minuto sucedido le corresponde un paso ineluctable hacia un profundo «abismo financiero» y las tinieblas del Finisterre.
La otra, «el terror militar» con su panoplia tecnológica satelital presentada minuciosamente en cada noticia cotidiana de la guerra Global sobre Irak, Afganistán, Pakistán, Libia, Palestina o Siria etc., que ensombrecen aún más el porvenir humano.
Pero (obviamente para mi) la más inquietantes nuevas provienen de la guerra geoestratégica que se libra en Colombia: -«Iremos hasta el fin», le había dicho Manuel Marulanda al presidente Pastrana en el Caguán, unos días antes de que el proceso de paz se rompiera definitivamente en el 2002, y exactamente igual lo volvió a repetir (como una despedida) a la guerrillerada reunida el los Pozos cuando el proceso se concluyó y la zona de los diálogos hubo de ser evacuada: – «Muchachos, les dijo con sequedad Marulanda, no se les olvide que iremos hasta el fin».
Era pues cosa requetesabida en la clase gobernante colombiana, y no debe constituir una sorpresa el comunicado acabado de emitir por el secretariado de las FARC, respondiendo inmediatamente a la inútil muerte (este 4 de noviembre) del comandante de esa organización insurgente Alfonso Cano. Muerte inútil, porque paradójicamente en lugar de producir el efecto militar esperado de la desbandada guerrillera o su rendición inmediata, ha generado el hecho político contrario, expresado con tan pocas palabras en el mencionado comunicado de las FARC.
«..La localización del líder guerrillero( Alfonso Cano) se logró gracias al seguimiento satelital mediante un avión plataforma de la policía nacional que con equipos satelitales de triangulación radiogonométrica con apoyo de agencias internacionales lo localizaron hace aproximadamente cuatro meses por primera vez en el Cañón de las Hermosas, en jurisdicción del municipio de Buga, zona montañosa en límites con el departamento del Tolima»… informaba inmediatamente después de su muerte la cadena noticiosa Caracol, dejando en claro que no hubo ninguna «delación interna» como posteriormente se ha maquillado.
http://www.caracol.com.co/noticias/judicial/asi-fue-el-operativo-que-termino-con-la-muerte-de-alias-alfonso-cano/20111105/nota/1573625.
Y las felicitaciones al gobierno y a las fuerzas militares colombianos por parte de Michele Leonhart la responsable de la DEA, parte fundamental de la tenaza del terror militar imperial, así como de la embajada estadounidense en Bogotá reclamando la victoria de la muerte del jefe insurgente, así lo confirman sin resquicios.
Los estrategas del régimen colombiano (estén en Washington o en Bogotá) han logrado eso sí y de ello deben estar satisfechos; el aborto de cualquier posibilidad inmediata de unos diálogos tendientes a solucionar de manera diferente al exterminio humano, el conflicto histórico social y armado de Colombia, al escalarlo y hacer interminable el dolor producido por una guerra alargada.
Como si hubieran olvidado aquella sentencia, que les debió haber impartido Alfredo Rangel en sus clases como especialista, en el libro Arte de la Guerra del general Clausewitz, establecida de manera firme y constante como la terrible ley del asenso a los extremos y sintetizada en su frase «yo guío la mano de mi enemigo, hasta el fin».
La tenaza financiera y militar del terror Imperial, una vez más se ha ensañado con el pueblo colombiano, matando a un convicto y confeso partidario de la Solución Política al llamado «conflicto colombiano»; haciendo aún más impredecible, caótica y oscura su resolución, y la bruma natural que produce toda guerra hace posible la duda y sobre todo la incertidumbre frente a tanta certeza en «cárceles y tumbas para los demás guerrilleros», generosamente ofrecida por el embriagado presidente de los colombianos JM Santos, como si se tratara de un póker sangriento en donde no hay sino un solo jugador invulnerable con una única apuesta.
Y en medio de un escepticismo invencible, pregunto ¿Llegaremos a algún final?
(1) Crisis económica Global, guerra económica y gasto militar ponencia de Osvaldo Martínez en Civilización o Barbarie. Ediciones Izquierda Nueva. Bogotá 2011
Fuente: http://www.argenpress.info/2011/11/colombia-hasta-el-fin.html