Se estrecha el cerco de la justicia sobre Uribe Vélez y su violencia autoritaria contra la democracia y las libertades fundamentales. Los académicos que lo acompañan quedan hechos una vergüenza con sus análisis de pacotilla, los cuales pretenden hacernos ver como autoritarios y déspotas dogmaticos. Gustavo Duncan quiere ganarse las medallas en ese deshonesto discurso. […]
Se estrecha el cerco de la justicia sobre Uribe Vélez y su violencia autoritaria contra la democracia y las libertades fundamentales. Los académicos que lo acompañan quedan hechos una vergüenza con sus análisis de pacotilla, los cuales pretenden hacernos ver como autoritarios y déspotas dogmaticos. Gustavo Duncan quiere ganarse las medallas en ese deshonesto discurso.
Duncan (neouribista, de ultima hora) suelta el juicio por la supuesta incoherencia entre nuestra caracterización del régimen político oligárquico colombiano como antidemocrático, cerrado y excluyente, causante de la larga resistencia armada de las guerrillas revolucionarias, y la manera de avanzar en la polémica con el docente universitario de Medellín, lleno de ensimismamiento casi místico por el caballista del Uberrimo (http://bit.ly/1g68stf).
Su premisa es falsa. Hay torpeza en su arreglo discursivo. Nunca hemos sugerido acto de violencia alguna contra nuestro adversario. Con mucha firmeza pedimos atenuar la delirante discursividad contra el esfuerzo que se hace para terminar el conflicto social y armado mediante los diálogos que se adelantan en la capital cubana. Solo eso. Lo demás es fantasía de quien quiere dárselas de víctima.
Con hechos, con nombres, con datos concretos, hemos dicho que si alguien ha sido víctima de la violencia, del totalitarismo, del autoritarismo, de la exclusión y el despotismo del poder político prevaleciente en la sociedad y el Estado, hemos sido los integrantes de la izquierda, los comunistas, los socialistas, los líderes de la oposición democrática y popular.
¿O acaso, señor Duncan, el exterminio de la Unión Patriótica ejecutado en su gran mayoría por integrantes del Estado no es la expresión más cruda de la naturaleza autoritaria del régimen político nacional? ¿No es la existencia y la historia del paramilitarismo, fenómeno que Usted bien conoce, con sus masacres y desplazamientos de millones de colombianos, un elemento central del modo totalitario de ejercer el poder por una elite antidemocrática como la colombiana? ¿Sera que el asesinato de periodistas, líderes políticos opositores, senadores, diputados, concejales y activistas de los derechos humanos, son situaciones normales en una democracia y deben considerarse como indicadores de su correcto funcionamiento?
No quiero extenderme en estas y otras cuestiones que Usted bien conoce.
Basta remitirse a los hechos que ahora los medios de comunicación estan dando a conocer como los referidos en las comunicaciones de la Embajada Americana a la Canciller Clinton en 2010 sobre la deriva autoritaria del gobierno de Uribe Vélez, que Usted tanto pondera, a quien se señala de ser el artífice y promotor de las chuzadas a las Cortes, los «falsos positivos, la infiltración paramilitar del DAS y otras oficinas de la Presidencia, como la Secretaria de Bernardo Moreno, la parapolítica y el desplazamiento de millones de campesinos (http://bit.ly/1M6IHHR).
O examinar las declaraciones de «Don Berna» (http://bit.ly/1hPU3T7), ante la justicia federal norteamericana, en las que se indica con datos muy precisos, los vínculos de «Varito» (nombre utilizado por el capo Pablo Escobar para referirse cariñosamente a su amigo Álvaro Uribe por los servicios prestados en el Aeropuerto de Medellín para el trasiego de cocaína), los generales integrantes de su seguridad y sus más cercanos familiares, con las redes criminales que en Antioquia adelantaron violentas campañas, en los años 90 del siglo XX, para asesinar lideres e integrantes de organizaciones de derechos humanos, como el abogado Jesús Maria del Valle Jaramillo (http://bit.ly/1hPU3T7) o realizar masacres de campesinos como la de El Aro, que según muchos testigos tuvieron la presencia directa del señor Uribe Vélez cuando era gobernador de su departamento (http://bit.ly/1hPU3T7).
La pregunta que uno se hace es la siguiente ¿Cuáles son las categorías científicas, los modelos teoricos y analíticos de la ciencia política y la antropología política que Usted utiliza para caracterizar como democrático un Estado y un régimen político en el que se ejecutan como normales todas estas salvajadas y atropellos masivo contra un sociedad? ¿En qué cerebro mínimamente informado y formado como el suyo, que dice ostentar tantos títulos en el área de las Ciencias sociales, cabe la idea de que una personalidad como la de Uribe es la de un demócrata y no la de un ser autoritario adicto a la violencia y el atropello ( ver texto de Adorno sobre el tema en el siguiente enlace electrónico http://bit.ly/1VJscTR)?
Le va tocar cambiar sus arbitrarios análisis si es que quiere que abordemos con seriedad sus estudios y documentos. Venir a calificarnos de autoritarios, nosotros que hemos vivido en carne propia el atropello, la persecución, la exclusión, la cárcel, la intimidación, la exclusión en los grandes medios de comunicación, a los que Usted tiene acceso privilegiado con sus embustes, es simplemente un disparate. Es una arbitrariedad que solo en el cinismo se puede apoyar.
No ha de ser que Usted, con tantos meritos académicos pegados a su hoja de vida y con tanta vitrina en las páginas de opinión de periódicos y revistas, le quiera hacer creer a los colombianos que avanzar hacia una «democracia ampliada» como la que se ha consensuado en las conversaciones de paz es innecesario porque los autoritarios son los que la demandan.
Lo mínimo que se puede pedir en estos debates es honestidad y ética, señor Duncan. No salga ahora con la historia que lo estamos constriñendo en sus opiniones y análisis, de manera no democrática.
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