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David Rieff, Escritor y Corresponsal de Guerra

Historias que es mejor no recordar

Fuentes: Tiempos del Mundo

El hijo de la escritora estadounidense Susan Sontag ha hecho una carrera propia en el periodismo y las letras. En charla exclusiva con Tiempos del Mundo, David Rieff explica por qué no le gusta recordar la guerra.

Con David Rieff siempre hay dos temas sobre la mesa. De un lado, su oficio de escritor y corresponsal de guerra, que lo ha llevado por los conflictos más cruentos de la historia reciente. De otro, su madre; pues es hijo de Susan Sontag, la periodista y protagonista de las recientes generaciones de literatura estadounidense ganadora del Premio Príncipe de Asturias de Literatura, quien falleció hace poco más de un año a causa de un cáncer.
Del primer tema habla con fluidez. Tanto, que su más reciente libro, Una cama por una noche, está concebido gracias a su experiencia en conflictos armados, obra en la que expone una tesis concreta: el humanitarismo en crisis. Del segundo, habla con menos soltura, pues igual que su madre cuida con recelo los temas de la vida personal.

– Tiempos del Mundo: Empecemos por su libro, ¿por qué el humanitarismo está en crisis?

– David Rieff: Pienso que hemos esperado demasiado del humanitarismo y que teníamos una idea que el humanitarismo podía solucionar los grandes problemas. Y creo que, al contrario, el humanitarismo no soluciona. Y esa idea equivocada fue sostenida por los humanitarios, no solamente por el público, entonces un aspecto de crisis es que ellos se ven en situaciones de guerra que se repiten muchas veces. Por ejemplo, ¿vamos a reconstruir un hospital en un pueblo de Afganistán cuatro veces durante cuatro años? Es ridículo. Otro ejemplo es que mi gobierno ha utilizado el humanitarismo para hacer guerras.

– TDM: ¿No es eso un esquema imposible de reversar?

– DR: Y por eso es que no veo cómo vamos a cambiar. Para mí es muy peligroso porque yo pienso que la lógica de un humanitarismo ligado al movimiento de derechos humanos es intervención militar. Porque finalmente vas a decir, ‘si yo tenía la manera de pasar esta barricada o este bloqueo tendría la manera de salvar muchas vidas’.

– TDM: ¿Qué papel debe cumplir el corresponsal de guerra en esa realidad?, ¿cómo se pone a salvo la vida y se informa al tiempo?

– DR: Yo pienso que hay una relación simbiótica entre la prensa de guerra y las agencias humanitarias. Y son unos vínculos muy complicados, ambiguos y ambivalentes. El humanitario piensa correctamente que sin publicidad en los medios de comunicación, el público no va a hacer presión sobre los gobiernos para hacer algo, al menos aliviar. Y de otro lado, la prensa depende de los humanitarios para información. Entonces está la ambivalencia: si nos encargamos o no al humanitarismo. Yo creo que es difícil porque hay pocos corresponsales es un oficio peligroso y muy caro.

– TDM: ¿Informar en una guerra termina siendo un acto humanitario?

– DR: No. El humanitarismo salva vidas. El periodismo, al máximo, no. Porque el humanitario, no hablo de manera metafórica, lo hace actuando. Salvando un niño que va a morir. En el periodismo, al máximo, y hago énfasis en esa palabra, un corresponsal puede ayudar a concienciar el público en su país. No más. Y decir la verdad, que es otra cosa. Para mí es importante el papel de personas que tratan de decir verdades, con el conocimiento de que la verdad la tiene cada persona en pequeñas porciones; pero para mí es más importante que la política.

– TDM: Y para usted, el corresponsal de varias guerras, ¿vale poner la vida propia en peligro para informar?

– DR: No veo por qué no. ¿Cuál es la alternativa?, ¿que yo me siente en Nueva York o París a hablar de cosas que no he visto?

– TDM: ¿Cuál es el recuerdo que, en el fuero personal, lo acompaña después de haber sido corresponsal de guerra?

– DR: Tengo muchos recuerdos y yo a veces quisiera menos recuerdos.

– TDM: ¿Hay uno permanente?

– DR: Hay muchos permanentes.

– TDM: ¿Y se puede decir alguno?

– DR: No, porque es un exhibicionismo. No me gusta. Y odio a los corresponsales que hablan de eso, de sus experiencias personales. Es el trabajo que debe hablar, no uno.

– TDM: Y hablando de cosas personales, hablemos de su madre: ¿cómo era la escritora gran ícono en el rol de mamá?

– DR: Yo amaba y amo su memoria. Pero son cosas privadas.

– TDM: ¿Cómo era la relación entre escritores?

– DR: Hablábamos mucho, muchas veces estuvimos de acuerdo, otras no. Y creo que había separación en nuestras vidas profesionales. Y por eso el vínculo nuestro fue siempre de madre a hijo.

– TDM: ¿Había mucha crítica?

– DR: Yo leía toda su obra y la gran maravilla de lo que ella escribió.

Sobre los humanitarios

Una cama por una noche es un polémico libro sobre la labor de las organizaciones humanitarias en los conflictos.

En la obra David Rieff asegura que las organizaciones humanitarias han traicionado sus principios y se han alejado de su propósito original de mantener una posición neutral en el conflicto en pro de ayudar a la comunidad necesitada. Rieff basa sus afirmaciones en su experiencia como corresponsal de guerra en conflictos como los de Bosnia, Ruanda, Congo, Kosovo, Sudán y Afganistán; y en su trabajo como defensor e investigador de los derechos humanos para diversas fundaciones.

En el libro establece que en algunos casos las organizaciones humanitarias han dejado atrás su principio de neutralidad política para animar a la comunidad internacional a tomar partido en las guerras civiles.

«Probablemente era inevitable que una idea que desde hace décadas ha atraído niveles de respaldo popular sin precedentes en Occidente resultase irresistible para los gobiernos», dice Rieff.

«Es un destino terrible para un movimiento que empezó oponiéndose al poder y fieramente decidido a conservar su propia independencia. Pero después de Kosovo, Afganistán, y ahora Irak, es difícil ver qué otro destino le espera; a no ser que esté dispuesto a romper filas con el poder y reafirme su propia independencia», concluye el autor.

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http://www.tdm.com/ArteyCultura/2006/04/20060420-230637.htm