Basado en las memorias del más tarde exilado escritor cubano Reinaldo Arenas, la película Antes que anochezca, estrenada en el 2000, narra la mayoría de edad y represión del autor como homosexual y artista por las autoridades cubanas a principios de la revolución. Arenas escribió sus memorias poco antes de su muerte de SIDA en […]
Basado en las memorias del más tarde exilado escritor cubano Reinaldo Arenas, la película Antes que anochezca, estrenada en el 2000, narra la mayoría de edad y represión del autor como homosexual y artista por las autoridades cubanas a principios de la revolución. Arenas escribió sus memorias poco antes de su muerte de SIDA en 1990, unos diez años después de dejar Cuba por el Mariel. Lejos de toda consideración artística, han surgido muchas interrogantes acerca de la exactitud de las descripciones de Arenas de la persecución pasada de homosexuales cubanos y la utilidad de sus memorias y la película como guías de la situación actual de los gays y las lesbianas en la isla.
Entre marzo del 2000 y abril del 2002 pasé más de cuatro meses en Cuba en cuatro ocasiones, trabajando como bibliotecario en un área de proyectos de investigación con mis colegas cubanos. La mayoría del tiempo lo pasé en La Habana, pero también en otras ciudades, incluyendo Matanzas, Trinidad y Santiago de Cuba. Como gay, estuve motivado a averiguar lo más que pude sobre el homosexual de Cuba y la población lesbiana. Lo que experimenté, leí, y me dijeron me hizo sospechar que el retrato de la vida personal de Arenas como gay en los primeros años de la revolución cubana es exagerado. Por ejemplo, su afirmación fantástica: «llegué a través de cálculos matemáticos complicados a haberme acostado con unos 5 000 hombres para cuando tenía 25 años», es escasamente creíble, y si le creemos, cada semental joven de la isla constantemente estaba a la expectativa de ir a la cama con él. Bueno, quizás no.
De modo interesante, el apetito sexual aparentemente insaciable del autor no se ve en la versión fílmica aséptica de las memorias realizada por Julian Schnabel, en las que Arenas es representado como algo más que un flirteador inveterado. Yo no puedo afirmar saber si la descripción de Arenas de la represión que él y otros homosexuales sufrieron durante ese momento específico en la historia cubana es exacta. Pero, cualquiera sea la verdad, yo puedo atestiguar el hecho de que la condición y el estatus de los homosexuales y las lesbianas en la isla hoy ha mejorado mucho.
En la preparación de mis visitas, me leí la introducción útil a la vida homosexual cubana del canadiense Ian Lumsdem, Machos, maricones y homosexuales, Cuba y la homosexualidad (1996). Lumsdem, un partidario poco entusiasta de la revolución cubana, proporciona una introducción útil que analiza la historia de los homosexuales paso a paso durante el principio de la revolución y considera su estatus en la sociedad cubana contemporánea. También vi el documental de Sonja de Vries de 1995, Cuba Gay, que consiste en una serie de entrevistas a homosexuales y lesbianas que hablan francamente de sus vidas y relaciones con amigos, familia, y compañeros de trabajo (uno de los productores de la película, un entrevistado, ahora trabaja como guía de turismo y me dio información útil sobre la película). Cuba Gay se mostró en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana y fue elogiada por el público y la crítica. No obstante, algunos de los homosexuales cubanos con quienes hablé expresaron reservas sobre la película, sugiriendo que es generalmente exacta, no obstante presenta un retrato incompleto de la vida gay en la isla.
Cuba Gay no es, sin embargo, la única versión filmada de la vida homosexual en Cuba. Muchos otros documentales están disponibles. Uno particularmente interesante es Mariposas en el andamio (Butterflies on the Scaffold), realizado en 1996. Mariposa es un término cubano para los travestís o transformistas y la película documenta la vida diaria y las actuaciones de estos artistas en un barrio de La Habana, llamado La Güinera. A petición mía, fui invitado a un espectáculo privado en La Güinera. Extremadamente pobre antes del triunfo de la revolución, La Güinera es reconocida hoy en Naciones Unidas por su ejemplo de desarrollo comunitario, pero permanece en ella lo que fuera llamada la clase trabajadora. Muchos de estos espectáculos travestís son patrocinados por los CDR (Comités de Defensa de la Revolución), y a todos asisten un público grande y entusiasta.
Lo que encontré durante mi estancia en Cuba fue una comunidad homosexual con mucho paralelos a aquéllas de Europa y América del Norte, así como varias diferencias. En primer lugar, todas las leyes que discriminan a los homosexuales cubanos han sido excluidas de los libros. Los esfuerzos primarios por legislar la conducta en Cuba dieron lugar a la Ley de Ostentación Pública. Promulgada en los años treinta, fue usada para acosar a las personas homosexuales que se negaron a permanecer encerrados. Dirigida a aquéllos que «exhibían» su homosexualidad, la ley definió los actos homosexuales públicos e incluso privados que pudieran ser presenciados involuntariamente por otros como ofensas castigables con multas y detención. La Ley de Ostentación Pública fue derogada por el gobierno revolucionario en 1988. La situación en Cuba se contrasta útilmente con, por ejemplo, la de los Estados Unidos, donde muchos estados retienen leyes de anti-sodomía anticuadas y donde la legislación represiva que apuntó cada vez más a los homosexuales se promulga a nivel estatal y se propone a nivel nacional.
Mientras, en Cuba, hablé con una gran cantidad de homosexuales, principalmente hombres, y ninguno dijo que su gobierno los estaba persiguiendo, aunque muchas personas de mayor edad hablaron de los «días malos pasados». La mayoría, sin embargo, informaron de incidentes de discriminación privada por ciertos individuos, y todos notaron las actitudes machistas que permanecen obstinadamente empotradas en algunos niveles de la sociedad cubana. Nutridos durante siglos por el colonialismo español, la Iglesia católica, y una actitud reverencial hacia la familia heterosexual tradicional, estas actitudes no sólo perpetúan prejuicios contra los homosexuales, sino que también producen situaciones del sexo favorablemente polarizado que existen generalmente en las sociedades norteamericanas y europeas. Ninguna de las personas con que hablé, sin embargo, comunicó ninguna represión activa o sistemática por el estado.
Una pregunta que le hice a muchos de mis informadores fue: ¿Se sentiría usted cómodo tomado de la mano de su novio en la calle? Muchos respondieron con un calificado sí y algunos declararon que ellos hacen simplemente eso. De hecho, dos hombres o dos mujeres tomados de la mano no es una cosa rara, por lo menos no en La Habana. Pero algunos también declararon que ellos dejarían de tomarse las manos si se acercara un policía. La fuerza policial cubana urbana recluta un porcentaje alto de varones machistas jóvenes de las provincias, muchos con una vieja teoría contra los gays.
Es importante presentar la información pasada del maltrato de homosexuales en Cuba en perspectiva. Mientras el contexto no excusa la conducta, es bueno recordar que Cuba estaba prácticamente sola en sus actitudes y acciones anti-homosexuales. Por ejemplo, en Boise, Idaho, de los años cincuenta, grupos de hombres homosexuales fueron perseguidos, sacados de sus casas, asediados cuando huyeron a otros estados y encarcelados en lo que llegó a ser conocido como Los Muchachos del escándalo de Boise, una de las acciones anti-homosexuales más infames en la historia de Estados Unidos. La Florida, casa de muchos cubanos expatriados, tiene un registro espantoso de abusos de los derechos de los homosexuales. En 1990, en Adrian, Michigan, la policía mantuvo vigilado un parque público durante meses antes de arrestar a casi veinte hombres bajo los cargos de indecencia pública. Los hombres, casi todos casados e identificados como heterosexuales, fueron arrestados en sus casas delante de sus esposas, niños, y en un par de casos, nietos.
El registro del pasado de Cuba en derechos de homosexuales puede no ser mejor que el nuestro propio, pero puede decirse que los homosexuales en Cuba se encuentran mejor hoy que aquéllos en cualquier otra sociedad latinoamericana e incluso en algunas partes de los Estados Unidos y Europa. Por ejemplo, no fue hace mucho hace tiempo que se envió a los escuadrones de la muerte en Río de Janeiro a limpiar la ciudad de sus «homosexuales». En los EE.UU. el problema llega a ser, probablemente, una violencia privada apuntalada por un odio penetrante a las personas homosexuales, como en los asesinatos de Mattew Shepard y Brandon Teena(en la foto).
Como las sociedades norteamericanas y europeas, Cuba está sufriendo una revisión profunda y reconceptualización de sus actitudes hacia los homosexuales y lesbianas. La película Fresa y chocolate (Strawberry and chocolate), de 1993, es la primera película cubana en tratar abiertamente y directamente la homosexualidad. La película de 1994, dirigida por Tomás Gutiérrez Alea, ha sido elogiada ampliamente. Lo que es menos conocido es que la película era extremadamente popular en la isla. Puesta simultáneamente en diez o doce cines de La Habana, con colas de varias calles de largo, sin ninguna duda respondió a un deseo reprimido por parte de los cubanos a hablar abiertamente sobre este problema.
Otro caso de gran influencia en el modo de aceptación de los homosexuales cubanos ocurrió en 1996. Pablo Milanés, un cantante de la nueva trova cubana que ha logrado la categoría de ídolo entre la población de la isla, escribió una canción sobre el amor entre dos hombres homosexuales titulada El pecado original. Pablito, como es conocido afectuosamente, dedicó la canción a todos los homosexuales cubanos. Interpretada en su concierto de la fiesta anual celebrada en el inmenso Teatro Carlos Marx, en el barrio de Miramar, en La Habana, El pecado original cautivó al público y al país e hizo mucho por promover la aceptación de la causa de los homosexuales. Es de interés saber que, en los sesenta, Milanés estuvo brevemente confinado a uno de los campamentos de la UMAP (Unidades Militares para la Ayuda a la Producción), campamentos de trabajo preparados para rehabilitar a las prostitutas, homosexuales, y otros que eran considerados delincuentes. Aunque efímeros, los campamentos de la UMAP representan el bajo apunte del tratamiento de la Cuba revolucionaria de sus ciudadanos homosexuales y lesbianas.
Una de las cosas más llamativas de Cuba es la vitalidad de su vida cultural e intelectual, particularmente en La Habana. Los temas homosexuales prevalecen en el teatro, en conferencias, y en conciertos. En diciembre del 2000 asistí a una obra titulada Muerte en el bosque (Death in the woods), producida por el Teatro El Sótano, del barrio del Vedado, en La Habana. Basado en la aclamada novela Mascaras (Mask), de Leonardo Padura, la obra trata sobre la investigación policial del asesinato de un travesti en La Habana, un argumento que permite un examen de las actitudes y prejuicios cubanos hacia los homosexuales en cada nivel de la sociedad.
En una nota más ligera, un grupo llamado Danza Voluminosa, en la cual aparecen grandes bailarines, produjo una versión muy entretenida y conmovedora del ballet de Racine´s Phedre. El director optó por hacer un casting sin tener en cuenta el género de los bailarines, de hecho, un hombre bailó el papel del título. Un hombre, sí, un hombre, la versión teatral de Fresa y chocolate, tuvo un éxito considerable unos años atrás. En el 22 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, celebrado en La Habana en diciembre del 2000, casi la mitad de las películas mostraron temas o subtextos homosexuales.
Una contradicción llamativa en la sociedad cubana de hoy es el contraste entre la rica vida cultural e intelectual que está disponible y fácilmente asequible, y los sueldos, que hacen un evento la adquisición de un par de zapatos, para lo cual uno debe planear su compra. En Cuba, el teatro vende las entradas a un costo de cinco pesos cubanos (25 centavos U.S.). La entrada en los cines cuesta dos pesos. Los turistas extranjeros pagan 10 dólares por las actuaciones del teatro, pero se les permite pagar en pesos en los cines.
En La Habana, los movimientos de homosexuales y los restaurantes de clientela homosexual no son difíciles de encontrar. Intente, por ejemplo, la cocina francesa elegante en La Casona o La Guarida, esta última localizada en el apartamento en que fue filmada Fresa y chocolate. Hasta su reciente cierre, el famoso, de hecho infame, Bar Fíat, en el Malecón, atrajo a centenares de homosexuales de veinte y tanto quiénes, en las noches de fin de semana, se agrupaban en la vía pública y en la acera a lo largo del muro del Malecón de La Habana. La Misa de medianoche durante la Nochebuena en La Catedral de La Habana, y cualquier actuación del Ballet Nacional en El Gran Teatro de La Habana, atraen grandes cantidades de homosexuales cubanos.
La cultura homosexual en Cuba estuvo sin duda reprimida, a veces severamente, durante el periodo descrito por Reinaldo Arenas en Antes que anochezca. Pero, ¿dónde no en esa era de tantos prejuicios?. Esto sin embargo, no es la realidad que yo encontré en la Cuba de hoy. De hecho, es improbable que las revistas de moda de homosexualidad mostrarían La Habana como «La nueva vida nocturna homosexual. muchachos ardientes, bares exóticos, y muchas cosas más» en su número de febrero del 2001, si Cuba fuera tan represiva como sus detractores nos hacen creer.
En resumen, no parece productivo mantener a Cuba en el estándar abstracto que ningún otro país del mundo, desde luego no el mío propio, puede afirmar haber alcanzado. Es más provechoso ver esta nación pequeña dentro del contexto de la realidad actual. ¿Cuánto bien está haciendo Cuba comparado con el resto de América Latina? ¿Cuanto bien está haciendo en relación a nuestros propios países? ¿Cuánto progreso ha logrado en una variedad de frentes -la alfabetización, educación, salud, el alojamiento y por supuesto los derechos de los homosexuales- durante los últimos cuarenta años? Cuando uno responde honestamente a estas preguntas, surge una visión de Cuba muy diferente a la de los detractores.
Larry R.Oberg es Bibliotecario Emérito universitario Universidad de Willamette Salem, Oregón, EE.UU.
Esta es una versión revisada de un artículo que apareció primero en el número de noviembre-diciembre de «The Gay & Lesbian Review Worldwide», (v.8, no.6) Traducción para LIBRINSULA: Juan Carlos Fernández Borroto