Finalmente, el dirigente sindical señaló que «trabajamos en turnos de 12 horas, día y noche. Y la gente debe aceptarlo porque, de lo contrario, el salario no nos alcanza para vivir».
Los casi 150 obreros sindicalizados de la fábrica de margarina, manteca y refinamiento de aceite Camilo Ferrón, situada en la comuna de Conchalí de la Región Metropolitana, llevan tres días de huelga activa, realizando marchas y permanentemente movilizados tras sus reivindicaciones.
El secretario del sindicato, Alejandro Morales, comunicó que uno de los proveedores principales de la empresa Ferrón es la multinacional británica Unilever, y que la fábrica Ferrón funciona al interior de la planta de esa corporación.
«La empresa es antisindical. De hecho, cuando llega algún trabajador nuevo lo primero que le dice la administración es que no ingrese al sindicato. Sin embargo, con el tiempo, los operarios se incorporan a nuestra organización, la que tiene 14 años de existencia», explicó Morales.
El dirigente sindical detalló que «nosotros presentamos nuestro proyecto de contrato colectivo en tiempo y forma, pero los abogados de la empresa redactaron otro contrato, según los intereses exclusivos de la patronal. Además, anteriormente, nosotros interpusimos una demanda contra la fábrica en la Inspección del Trabajo porque ellos discrecionalmente extienden los beneficios conquistados por el sindicato a todos los trabajadores, aunque no sean nuestros socios. Ello es una práctica abiertamente antisindical, incluso busca destruir a la agrupación. Pero las instituciones laborales fallaron en nuestro favor, lo que significa que la empresa tiene la obligación de pagar una multa y reconocer públicamente la ilegalidad cometida. Mientras tanto, la demanda ya está en los tribunales. Sin embargo, la compañía se niega a publicar su falta a las leyes», y agregó que, «Entonces, cuando iniciamos el actual proceso de negociación colectiva, en la primera reunión la empresa nos informó que ellos condicionan las conversaciones a que nosotros retiremos la demanda que pusimos, toda vez que se trata de situaciones totalmente paralelas. Una cosa es la demanda y otra la negociación colectiva».
– ¿Y qué ocurrió después?
«La empresa aumentó los montos de algunos bonos y el abogado, sorpresivamente, apareció con un contrato que decía: ‘La empresa podrá otorgar la extensión de beneficios a todos los trabajadores en forma unilateral, independientemente de que pertenezca o no al sindicato’. Ellos nos subestimaron y creyeron que íbamos a firmar ese documento, cuando hacerlo significa dispararnos nosotros mismos a los pies y entregarles el sindicato, entregar nuestra organización y lucha, matar nuestra agrupación. Por eso votamos la huelga y estamos movilizados ahora.»
Hasta el momento de la huelga, la firma Camilo Ferrón se negó a reajustar los salarios de acuerdo al alza del costo de la vida, y se remitió solamente a incrementar el precio de algunos bonos anuales, que se pagan por una vez.
«En estos momentos los obreros están dispuestos a morir con las botas puestas. Pasaron dos negociaciones colectivas previas donde no obtuvimos absolutamente nada. Debido a la pandemia y a la incertidumbre laboral que la enfermedad comportó para los trabajadores, no efectivizamos la huelga», indicó Alejandro Morales y relató que, «en todo caso, durante la pandemia debimos seguir trabajando y jamás nos bajó la pega. Asimismo, una profesional de la economía que estudió los balances de la firma nos dijo que la empresa es super próspera y tiene ganancias cada año mayores. Incluso han realizado inversiones en medios de capital, en maquinaria y tecnología para que produzcamos más».
Finalmente, el dirigente sindical señaló que «trabajamos en turnos de 12 horas, día y noche. Y la gente debe aceptarlo porque, de lo contrario, el salario no nos alcanza para vivir».
Por su parte, la Federación Trabajadoras y Trabajadores de la CCU, por intermedio de la dirigencia del sindicato de la planta productora de Quilicura estuvieron con los obreros en huelga para expresarles su solidaridad y hermandad de clase.
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