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Homenaje

Hugo Fazio: un comunista menos

Fuentes: Rebelión

Tema delicado: las cartas de Fazio, Riesco y otros vienen hace casi dos años recordándole al Gobierno de Gabriel Boric que ganó con una clara plataforma de izquierda, cuyo propósito era transformar. En una de ellas, le detallan 13 medidas inmediatas que el Gobierno puede tomar sin recurrir al Congreso, ni desestructurar el presupuesto nacional.

“Despidamos a Hugo Fazio como despedimos a los nuestros los comunistas”, dijo el veterano dirigente Galvarino Melo, en el cementerio. Y agregó, al borde de las lágrimas: “de pie”.

Y, de pie, casi todos cantamos la Internacional – el himno de los trabajadores del mundo – en homenaje a Fazio, cuyo cuerpo de 93 años de edad estaba ya clausurado dentro de un ascético féretro de madera, envuelto en la bandera del Partido Comunista de Chile, en un escenario apacible de árboles jardines.

Fazio, economista, militante comunista desde el año 1950, fue vicepresidente ejecutivo de Banco Central de Chile durante el gobierno de Salvador Allende. Actor fundamental de la nacionalización del cobre y de los bancos durante el Gobierno Popular, y – por eso –, blanco prioritario de la casta burguesa que propició el Golpe de Estado en 1973.

Obsesivo como era, menos de dos semanas antes de su muerte, y en los momentos cada vez más escasos en que despertaba del sopor fatal, Fazio se encargaba de recordarle a todo el mundo – colaboradores, amigos y familiares – que no hay en Chile deber más urgente que recuperar el cobre para el pueblo chileno. Exactamente lo mismo que pensaba Allende: “el sueldo de Chile”, que hoy se lo apropian empresas privadas.

Esto lo contó la doctora en ciencias Roxana Pey, exrectora de la Universidad de Aysén y actual Presidenta del Centro de Desarrollo Alternativo (CENDA), creado por Fazio a inicios de los años 90.

El cortejo salió desde la Quinta Michoacán, en La Reina, donde se efectuó un breve velatorio entre la tarde del viernes y la mañana del sábado, al que acudieron cientos de personas. En ese lugar, sobre el ataúd de Fazio estaba, además de la bandera comunista, una camiseta del club de fútbol Universidad de Chile, del que Fazio era dedicado seguidor.

En Michoacán también hubo discursos, guardias de honor y música. En la mera tradición comunista, poco se habló del esposo, padre y abuelo, de sus gustos personales, mañas y consejos, y sí mucho de su apego al trabajo y a su compromiso revolucionario de toda la vida.

Lo machacó varias veces su esposa, Cecilia Coll, también exdirigente del PC, en lo que pareció ser un mensaje importante en el ciclo histórico actual, en que no necesariamente ser miembro del Partido equivale a ser revolucionario.

La muerte no sorprendió a Fazio: estaba enfermo hace muchos años, y venía decayendo poco a poco, y a él le preocupaba no tener el tiempo para terminar sus trabajos pendientes, que incluían un análisis de su propio partido durante la lucha antidictatorial, de la que fue a la vez protagonista y espectador.

Hay muchos vacíos en la historiografía comunista del período que comenzó en 1976 con el arresto y asesinato de prácticamente toda la dirección clandestina del PC, y también después de 1978, cuando Gladys Marín y Luis Corvalán regresan clandestinamente al país.

No sólo una, sino dos direcciones cayeron en ese período, y comenzó una reconstrucción interna de la que poco se sabía en el exterior, donde estaban casi todos los sobrevivientes, y poco se sabe también ahora.

Ese no es tema de esta crónica, pero sí se mencionó que Hugo Fazio viajó clandestinamente en 1980-81 a Chile a reemplazar temporalmente a Gladys Marín, y que estuvo al frente del Partido durante un año, tras lo cual regresó a Moscú, donde se quedó hasta el fin de la dictadura.

El presidente del PC, Lautaro Carmona, elogió el modo eficiente, multitareas, con que Fazio dirigió el Partido en esa etapa feroz. Que se paraba a las 05:00 hrs a preparar los encuentros en casas de seguridad en zonas rurales, que se ocupaba no sólo de la marcha general de la lucha y del Partido, sino también de los detalles organizativos, la seguridad y la formación de los militantes.

El misterio es el siguiente: ¿Por qué el Partido retiró un cuadro de esa categoría cuando éste iniciaba una fase decisiva de su historia, la Rebelión Popular?

¿Cuando – según dijo Carmona en el cementerio – el propio Fazio jugó un papel clave en un encuentro secreto de las direcciones exterior e interior en la RDA, para armonizar las posiciones diferentes sobre el despliegue de una respuesta revolucionaria a la dictadura?

El vicepresidente de Cenda, el economista Manuel Riesco, subrayó también la rectilínea consecuencia de Fazio con sus ideas y con el método, su profundidad intelectual, y su constancia en la producción de libros e informes regulares actualizados que disectan la naturaleza del sistema capitalista neoliberal chileno.

Como Fazio muere en tal vez el momento más áspero al interior del PC desde las disputas que sucedieron el fin de la dictadura y el colapso de la URSS, Riesco enfatizó que no era este el momento ni el lugar para discutir otros temas, pero precisó que “todos conocen sus cartas”, y por tanto no hacía falta hablar más.

Tema delicado: las cartas de Fazio, Riesco y otros vienen hace casi dos años recordándole al Gobierno de Gabriel Boric que ganó con una clara plataforma de izquierda, cuyo propósito era transformar. En una de ellas, le detallan 13 medidas inmediatas que el Gobierno puede tomar sin recurrir al Congreso, ni desestructurar el presupuesto nacional.

Y últimamente, junto al exalcalde Daniel Jadue, propusieron que se retirara el proyecto de Reforma Previsional negociado con la extrema derecha – que finalmente se aprobó – por constituir un respaldo fundamental al sistema de capitalización individual de pensiones que Boric prometió eliminar.

Es notable que la principal negociadora de este acuerdo fuese una ministra militante del PC, Jeanette Jara, quien se dedica en estos días a una campaña electoral mal camuflada, y aspira a que el PC la designe su candidata presidencial.

El exalcalde Daniel Jadue, otro posible candidato presidencial, mandó un mensaje desde su prisión domiciliaria. Recordó que Fazio, ya reducido a una silla de ruedas, “fue el primero en visitarme en (la cárcel) Capitán Yaber”, para respaldarlo frente a una acusación débil, por una Fiscalía plagada de escándalos de corrupción y tráfico de influencias, y a todas luces política.

A Jadue se le imputa una serie de delitos administrativos en su gestión municipal, relativos a la entrega de suministros médicos durante la pandemia. No todos los dirigentes del PC lo respaldaron.

Algunos, como la ministra Jara, o Camila Vallejo, incluso deploraron el apoyo demostrado a Jadue en las calles, por “interferir con las instituciones”. Instituciones del Estado burgués cuya destrucción es la tarea histórica del PC desde su formación en 1912.

De ahí tal vez que Carmona reconociera en el cementerio que una de las prioridades de Fazio, la formación de cuadros de su partido, estuviera débil, “especialmente en economía”.

No tiene nada de casual, por tanto, que Cecilia Coll, la última en hablar en el cementerio, reiterara un tema que hoy es difuso: Fazio usaba el marxismo-leninismo como método de análisis, su propósito en la vida era transformar la sociedad para terminar con la explotación, y por ende todo lo que hacía era con ese fin.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.