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Humberto de la Calle, ¿negociador o «marchandise» de la justicia y la paz en Colombia?

Fuentes: Rebelión

En memoria a (de) María Esther Cayapu, comunista, líder y enfermera. Habitante del municipio de Trujillo quien fue detenida por agentes al servicio de narco-paramilitares, torturada y desmembrada. Su cuerpo tirado al rio Cauca, nunca fue encontrado. El polivalente y escurridizo Humberto de la Calle, en el gobierno de Cesar Gaviria (1990-1994), se consagró como […]

En memoria a (de) María Esther Cayapu, comunista, líder y enfermera. Habitante del municipio de Trujillo quien fue detenida por agentes al servicio de narco-paramilitares, torturada y desmembrada. Su cuerpo tirado al rio Cauca, nunca fue encontrado.

El polivalente y escurridizo Humberto de la Calle, en el gobierno de Cesar Gaviria (1990-1994), se consagró como ministro de gobierno en el año de 1990 -1991. Su imagen se pudo ver en la Asamblea nacional constituyente de 1991. Mientras esto ocurría, se perpetraba una de las tantas masacres en los municipios de Trujillo, Riofrío y Bolívar entre 1986 y 1994 en el departamento del Valle del Cauca. Esta instalación del terror se realizaba en medio de los alborozos políticos de la constituyente de 1991, hallándose en su momento, un hecho álgido, inaceptable: escuadrones de la muerte compuestos por grupos de narcotraficantes del norte del valle, agentes de policía, batallones y agentes militares. Todos reunidos para asesinar y desaparecer como en las peores eliminaciones del siglo XX. Se extendía la supresión más allá del siglo XX y aún ahora. Un fuerte cordón histórico de instrumentalización política: mientras se habla de democracia, se asesina. Es un ejemplo raro, caótico lo que ocurre en Colombia.

Es extraño y porque no decirlo, vulgar, inoficioso y de mal gusto político: asesinar para triunfar. Un exabrupto. Un crimen político de la peor calaña.

Humberto de la Calle, siempre destacado por estar en ligeras orillas, con su vozarrón de media luna, de un lado y otro para destacar los intereses de quien lo protege. Cabe recordar, su vicepresidencia en el gobierno de Ernesto Samper (1994-1998), durante los primeros dos años, al parecer su trabajo político lo convoca indignado a renunciar a su cargo por el llamado proceso 8000 mil ante el ex-presidente Samper, bajo una ética de cuerda. En su paso, se le olvida que se extendió la más execrable masacre en el Valle del Cauca en el municipio de Trujillo. Según él, podría argumentar que dicho temita no era de su competencia, pero nunca se sabrá que aureola se imprimió en su ministerio, decretos de seguridad nacional privada, ya gestadas desde el ex-presidente Cesar Gaviria.

Es sabido que renunció, según él por una cuestión ética, la entrada de dineros del narcotráfico a la campaña electoral de Samper, pero no por el grupo de narcos-paramilitares que hicieron de las suyas, a su antojo y amaño deteniendo, asesinando, descuartizando y desapareciendo a numerosos labriegos del municipio en el Valle del Cauca.

La masacre de Trujillo, ocurrida durante su ministerio pasa sin vergüenza por el estado y bajo su periodo vicepresidencial. Después de una marcha de campesinos, esta se inicia de manera sistemática, paulatinamente bajo jornadas entre un mes y otro. En un giro sistemático, se asesinaron entre hombres y mujeres a más de 380 ciudadanos por parte de narco-paramilitares en el municipio de Trujillo. Muchos de ellos torturados, desaparecidos, descuartizados y tirados al río Cauca. El cielo lloró y con ello las nubes grises envolvieron un clima sobrecogido, de miedo para los trujillenses tanto en la gran montaña, como en el casco urbano. En aquel cielo pintado, aparece la vereda La Sonora, lugar expedito del gran circuito geo-referenciado, para la realización de la masacre de Trujillo, consagrando una vez más una historia local, de horror ante la memoria de Colombia. Los muertos comenzarían hablar mucho tiempo después…

Esta prolongación de violencia, no entró en la ética del representante plenipotenciario, por parte del gobierno actual para los diálogos en la mesa en la Habana. Nunca se sintió ético y moralmente en secuencia, para renunciar ante el hecho -para-criminalizador en dicho periodo por la masacre de Trujillo. Nunca estaría dentro de su juicio moral, renunciar por los asesinatos de los campesinos, sino que más bien, se escurrió en el tiempo acorde con sus intereses internos y mediáticos que obligaría su ética de afanador, más bien virado sobre el temita del proceso 8000 mil abierto al ex­-Presidente Ernesto Samper. Seguro su curso político lo continuó sin mella, donde las huestes le atiborraron su mente para pasar hacer el asesor jurídico en la reforma a la Constitución que llevó a la primera reelección del canalla y baladrón de Álvaro Uribe Vélez. Todo un montaje y acción de instrumentalización política.

Hoy el lenguaje del sr. Humberto de Calle es el mismo, sus declaraciones fuera de tono, sobre lo acordado en materia de justicia en la mesa de la Habana, es poco acertada en el actual dialogo de paz. Tanto con Cesar Gaviria, Ernesto Samper como con Álvaro Uribe, este representante en la Habana ha transitado sinuosamente, en toda la estela del circuito político, bajo los decretos de seguridad nacional del estado, colocando un sello para-criminalizador. Ello no vino solito. Todo tiene su cuota económica, política, administrativa y jurídica donde, se les esperan a muchos para que respondan en el banquillo por los crímenes cometidos y sus delitos políticos.

Así el curso de la justicia, toma otros matices, aún a sabiendas como se ha pasado por la apertura de las negociaciones de paz en 1991 con la coordinadora guerrillera y, hoy con otra salida.

Hoy el sr. Humberto de la Calle, esto lo hace muy visible, como se mueve de una orilla otra con suma facilidad. Conociendo cómo las instituciones de estado, transitan de un retazo a otro, como en un rompecabezas político delineado. Su vocabulario emplazatorio a la justicia, debe salir a la luz en materia de compromiso del estado, bajo el marco de una no-impunidad. Esto convoca a que respete a cada una de las partes en la mesa de la Habana los temas tratados. La sociedad civil merece respeto sobre el acuerdo sobre justicia, firmado por las FARC-EP y el gobierno de Santos. Caben muchos interrogantes sobre los alcances que el gobierno quiere en materia de justicia e impunidad para sus políticos, empresarios y militares que deben hacer parte del llamado tribunal especial. El banquillo de los acusados espera y la sociedad requiere claridad sobre la justicia abordada en el acuerdo de paz.

Empezando por desbrozar la impunidad del Estado, que bajo un proceso de paz, ya amarró leyes para ejercer decretos punitivos ante la lucha por el derecho a la libre expresión y los convirtió a través del Código penal en leyes represoras, de corte punitivo. El estado en la imposición, bajo su instrumentalización del poder vierte una violencia como fin implícito y ahora transita tranquilamente desde sus huestes a una violencia jurídica para terminar lo iniciado.

Al plenipotenciario del presidente Santos ante la mesa de la Habana, señor Humberto de la calle, que no se le olvide como la justicia acordada debe por lo menos, llegar a una acción restaurativa para darle salida a la impunidad estatal. Esa que justo, esperan los colombianos, porque la paz no es mercancía de la palabra, ni corte de culebrero. Allí todos harán resistencia popular, sobre nuevas formas y subjetividades políticas e históricas. No todo está perdido. Hay que abonar el camino de la paz, pero no con aires triunfalistas. Detenerse en una o todas las partes para ser creativos políticamente, mientras se aguarda el tiempo.

Aires de triunfo o nuevas formas del Santismo en la izquierda: Humberto de la calle1 

En medio de este proceso de paz, las decisiones políticas hacia una alternativa de la izquierda serán cruciales. Cabría preguntarse- ¿Qué tipo de izquierda se está gestando en Colombia?2 . ¿Será que actualmente las alianzas santistas corren como corcho en agua?- ¿Algunos sectores de izquierda en la alianza con el santismo, le imprimen una nueve corriente de frente nacional?- Independencia de clase? – La izquierda cada vez abandona más la búsqueda de una apertura hacia un proyecto social-popular, para apuntar a medidas liberales como un fin estratégico.

No hay que ser estólido para ver esas formas delineadas que bajo concesiones políticas son estatutarias y nada dinámicas. La izquierda tiene que desbrozar su proyecto político y social. Hoy circunda bajo el cielo, un aire enrarecido con las pretensiones de una izquierda que se asoman más bien a un discurso sobre medidas liberales. El acuerdo de paz con los movimientos insurgentes como fin estratégico, en la esfera de lo político será crucial para los movimientos sociales. En este tema – ¿Será que el plenipotenciario y habilidoso Humberto de la Calle, se anota soterrado y pausado hacia la campaña presidencial del 2018?3 Allí hay que hablar despejado4. Es necesario abrir el debate claro, serio sobre los retos de formar una alternativa de izquierda, que responda a nuevos desafíos de cara a esa memoria hegemónica en privatizar lo público, mediatizar lo íntimo y administrar bajo lo individual.

Notas

1 Muy sugerida la siguiente anotación para esta versión.

2 http://ojosparalapaz-colombia.blogspot.com.co/2014/02/la-izquierda-parlamentaria-de-colombia.html

3 Es importante anotar que este plenipotenciario del gobierno en el tema de la Paz, ayudó a Álvaro Uribe Vélez a reformar la constitución de 1991 para la reelección del periodo presidencial, lo cual le valió críticas, posteriormente él mismo ayudó a diseñar la constitución de 1991. Eso le valió ser asesor jurídico del baladrón de Álvaro Uribe Vélez. Es decir, ignominiosamente pasó de un retazo a otro, sin el más mínimo escrúpulo. A eso el pueblo, los movimientos sociales de izquierda no le pueden dar legitimación.

4 http://www.elespectador.com/noticias/politica/piedad-cordoba-propone-humberto-de-calle-ser-candidato-articulo-563688

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.