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Indignación, compromiso y militancia fuerte

Fuentes: Rebelión

La semana de indignación debe servir de impulso y de apoyo para comenzar a concientizar a la población en general de la necesidad de mantener una indignación constante y latente, que mueva la voluntad y compromisos partidarios y de militancia en la resistencia contra la opresión y represión ejercida por la oligarquía criolla contra la población mayoritaria

 

La pasada semana, en los días comprendidos entre el 4 y 12 de octubre se desarrolló La Semana de la Indignación, fruto del Encuentro Nacional de Unidad Popular, a partir de la acción y compromiso político de Marcha Patriótica, el Congreso de los Pueblos y la Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia (COMOSOC), donde la consigna «Vamos por la PAZ con una Agenda Social» recogía las iniciativas de los diversos procesos sociales.

Por qué alimentar la indignación

Indignación, o como lo acota el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: «Enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos». Es el sentimiento que ha despertado el modelo capitalista en su fase neoliberal, de explotación y opresión hacia las mayorías sociales por parte de unos particulares oligarcas, que alimentan la corrupción y la violencia para poder sostenerse en el poder como hasta ahora lo han hecho en el mundo occidental.

Un hombre que ha resaltado y puesto a la orden del día el término de «Indignación», ha sido Stéphane Hessel con su obra «Indignez vous!» escrita y publicada en octubre de 2010, es un llamado a la insurrección ciudadana, con ventas de más de 2 millones de ejemplares en Francia y unos 400 mil en España. Este autor a sus 94 años, recapitula y coloca sobre la mesa los valores que han costado décadas de lucha y sacrificio como lo anota en su entrevista al diario El País editado en mayo del 2011. Como lo son la «libertad, igualdad, justicia, legalidad, compromiso, derechos humanos. Palabras labradas a base de sangre y fuego».

Hessel es un ex miembro de la resistencia y ex embajador francés, que ayudó a redactar la Declaración Universal de Derechos Humanos. Su obra plasmada en 29 páginas, condensa y sintetiza la problemática social que representaba rescatar los valores de la resistencia francesa contra la ocupación nazi, y los resalta invitando a enfrentar los problemas actuales de desigualdad social e inequidad, que se vislumbran en la gran brecha existente entre ricos y pobres, las imposiciones de los mercados financieros, el trato a los inmigrantes sin papeles, entre otras reivindicaciones, explica el autor argumentando «hay buenas razones para estar indignado».

El texto es escrito de un escenario concreto, pero está dirigido a todos los pueblos que han sido sometidos al imperio del capital, en el acápite «La razón de la resistencia, es la indignación», coloca muy asertivamente la necesidad de un relevo generacional natural y evidente, así: Nosotros, veteranos de los movimientos de resistencia y de las fuerzas combatientes de la Francia libre, llamamos a las jóvenes generaciones a hacer vivir, a transmitir, la herencia de la Resistencia y sus ideas. Nosotros les decimos: ¡Tomad el relevo, ingidnaos!

El capitalismo alimenta la indignación

Y ese texto ha logrado calar en las nuevas generaciones europeas, indignadas con las decisiones regresivas en términos sociales por parte de la Troika, compuesta por Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea. Donde han dado prioridad a salvaguardar el sistema financiero y en contraprestación, generar despidos, bajas salariales y a nivel de prestaciones sociales de los trabajadores y sus familias, logros que han sido conquistados por parte de ellos en luchas sociales por décadas.

Es así que Colombia inicia con una semana de indignación, pero que debe servir de impulso y de apoyo para comenzar a concientizar a la población en general de la necesidad de mantener una indignación constante y latente, que mueva la voluntad y compromisos partidarios y de militancia en la resistencia contra la opresión y represión ejercida por la oligarquía criolla contra la población mayoritaria.

Los colombianos tenemos razones de indignación a nivel histórico y coyuntural, se puede contar desde el mismo 12 de octubre de 1492 con el inicio del choque de dos culturas, donde se impuso la violencia y la represión con la cruz y la espada. Otro punto de quiebre que marcó la senda histórica fue cuando años después con el choque de dos tendencias de independencia, una bolivariana con compromiso social en lo político y económico con visión general de integración latinoamericana y la otra Santanderista, divisionista, corrupta y déspota con compromiso particular hacia el gran latifundista, que ha sido la opción violenta impuesta a sangre y fuego de la pistola a los bombardeos indiscriminados de nuestros días.

Y en la coyuntura, las nefastas y regresivas reformas legislativas como la tributaria, pensional, a la salud, a la educación, la implementación del fuero militar o impunidad de algunos mercenarios al servicio de la represión.

 

(*) Gerardo Esteban Vargas es Economista Investigador del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales (CEIS).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.