El presente informe muestra que, en Chile, el bienestar de las niñas y niños ha sufrido un deterioro desde 2017, evidenciado en indicadores de salud, aprendizajes y condiciones de cuidados.
De acuerdo al Observatorio Niñez de Fundación Colunga, el bienestar en la niñez se define como un estado en el que las niñas y niños experimentan un desarrollo óptimo en todas las áreas de sus vidas: física, emocional, social y cognitiva. Alcanzar este bienestar implica asegurar que todas las niñas y niños tengan las oportunidades y recursos necesarios para alcanzar su máximo potencial y disfrutar de una infancia feliz y saludable. El bienestar infantil es fundamental no solo para el desarrollo individual, sino también para el desarrollo económico y social de un país. Un país que se preocupa por el bienestar de sus niñas y niños está invirtiendo en su propio futuro, construyendo una sociedad más próspera y equitativa.
La Fundación Colunga acaba de publicar el Informe Nacional del Bienestar de la Niñez en Chile 2024. Sus conclusiones son las siguientes:
A la luz de los datos, se puede afirmar que el bienestar de las niñas y niños en Chile se ha deteriorado desde 2017. Hoy en día se observa un país donde la niñez presenta peores indicadores en salud y aprendizajes respecto a lo que sucedía hace siete años y un empeoramiento en las condiciones de cuidados. Por otro lado, la evaluación es mixta en las condiciones materiales: si bien se reduce la pobreza por ingresos a nivel global, aumenta la inseguridad alimentaria y la asequibilidad de la vivienda. Finalmente se observa un estancamiento en lo que respecta a la contaminación y acceso a áreas verdes, y un aumento en la inseguridad de los entornos. Además de la evolución general de las dimensiones, el análisis realizado sugiere que el bienestar de las niñas y niños no se distribuye de forma igual en la población y está fuertemente determinado por el género, la edad, la nacionalidad, el lugar de residencia y las desigualdades territoriales.
Diferencias de género: Las niñas y niños tienen experiencias distintas, tanto en el ámbito educativo, como en en la salud y en las dinámicas del entorno familiar. Respecto a la educación y aprendizajes, se observa que las niñas tienen mejores resultados en Lenguaje y peores en Matemáticas. La brecha en lenguaje se ha ido reduciendo a través del tiempo, en parte por un estancamiento en el desempeño de las niñas. Por otro lado, los niños presentan mayores problemas en cuanto al ausentismo y la exclusión escolar. En la salud, las niñas tienen una mayor prevalencia de sintomatología depresiva que sus compañeros y declaran en mayor medida haber consumido alcohol y otras sustancias en el último mes. Los niños, a su vez, tienen mayores tasas de malnutrición por exceso. Dentro de sus familias, las niñas han sido víctimas de maltrato por parte de sus cuidadores en mayor proporción que los niños y presentan mayores tasas de denuncia por violencia intrafamiliar. Las diferencias de género impactan en la calidad de vida, entregando distintas oportunidades de tener una vida plena a niñas y niños.
Niñas y niños migrantes: Las niñas y niños nacidos fuera de Chile se ven afectados en mayor proporción que las niñas y los niños chilenos por carencias en las condiciones materiales. Por cada 10 niñas y niños chilenos, 1 vive en situación de pobreza, 1,4 en hogares con alto costo de vivienda, 3 en hogares con empleos inseguros y 2 con inseguridad alimentaria. En cambio, por cada 10 niñas y niños migrantes, 2 viven en situación de pobreza, 4 en hogares con alto costo de la vivienda, 4 en hogares con empleos inseguros, y 3 en hogares con inseguridad alimentaria. Por otro lado, entre niñas y niños migrantes existe una mayor proporción que vive en familias sin redes de apoyo para sus cuidados: 24% versus 17% de los chilenos. A pesar de lo anterior, no se observan diferencias entre niñas y niños chilenos y nacidos fuera de Chile en los indicadores que ellos mismos reportan como sintomatología depresiva y maltrato. Por otro lado, niñas y niños migrantes presentan menor tasa de malnutrición por exceso. En términos de entorno, tampoco se observan diferencias significativas entre estos grupos. Es necesario seguir ahondando en el impacto que tienen estas diferencias en condiciones materiales y las desigualdades que generan en otros aspectos, como los aprendizajes, acceso a oportunidades y bienestar subjetivo.
El bienestar de las niñas y niños durante la primera infancia depende en gran medida de los cuidados que les otorgan sus padres y su entorno inmediato. Un buen comienzo en la vida está estrechamente relacionado al bienestar físico y emocional que pueden alcanzar las personas a futuro. A partir de los datos analizados, se observa que en Chile actualmente existe una alta vulnerabilidad en la primera infancia y han empeorado las condiciones en que nacen niñas y niños: la proporción de niñas y niños con bajo peso al nacer ha aumentado, como también el porcentaje de nacimientos prematuros. La proporción de niñas y niños que nacen en familias con madres migrantes y de pueblos originarios -grupos que presentan en general mayor vulnerabilidad económica y social- también ha crecido. Por otro lado, en prekínder y kínder 1 de cada 5 niñas y niños presenta malnutrición por exceso (21%). Finalmente, en este grupo se ven los porcentajes más altos de pobreza por ingresos y hacinamiento. Las sala cunas y jardines infantiles proveen oportunidades de aprendizaje temprano, y, cuando entregan cuidados de calidad (estables, sensibles y responsivos), son un gran catalizador para la equidad social. No obstante, en Chile tras la pandemia se ha reducido la cobertura de educación parvularia. Se requiere un esfuerzo urgente por fortalecer los cuidados y experiencias de aprendizaje temprano en esta etapa tan clave para el desarrollo.
Desigualdades territoriales: El bienestar de las niñas y niños se distribuye de manera desigual a nivel territorial. Aunque no se puede identificar una macrozona y/o región con las peores cifras absolutas, sí hay diferencias significativas en algunos indicadores. En la zona norte del país, el nivel de pobreza no disminuyó entre 2017 y 2022. En esta macrozona está la única región donde la pobreza infantil aumentó (Tarapacá) y las otras cuatro regiones (Arica y Parinacota, Antofagasta, Atacama y Coquimbo) las cifras de pobreza se mantuvieron por encima del promedio nacional.
Por otro lado, la Macrozona Norte tiene peores resultados en las pruebas Simce de Lenguaje y Matemáticas que el promedio nacional. La región con mayor porcentaje de niñas y niños sin competencias mínimas de Matemáticas y Lenguaje es Tarapacá. Además, la crisis del sistema educativo en la región de Atacama se ve reflejado en una alta proporción de estudiantes con inasistencia crónica en 2023 (28%). Además, la Macrozona Norte presenta tasas más altas de denuncias de violencia intrafamiliar, y las regiones de Tarapacá y Antofagasta tienen las cifras más altas de niñas y niños viviendo en familias sin apoyos para los cuidados (23-24%).
En la Macrozona Centro, compuesta por Valparaíso, O’Higgins, Maule y Ñuble, se observan otras dificultades. Valparaíso, por ejemplo, es una de las regiones con mayor porcentaje de niñas y niños sin competencias mínimas en lectura (31%) y en matemáticas (42%). Por otro lado, en O’Higgins se observan las mayores tasas de inseguridad alimentaria (26%) y porcentaje de niñas y niños con bajo peso al nacer (10,8%). Ñuble y Maule tienen las mayores tasas de pobreza infantil (14% y 19%), niñas y niños viviendo en hogares con empleos inestables (40% y 38%) y viviendo en familias monoparentales nucleares (23% y 24%) que el promedio nacional. La malnutrición por exceso afecta a 1 de cada 4 niñas y niños de O’Higgins, Maule y Ñuble. A pesar de esto, las regiones tienen mayores coberturas de educación parvularia y mejores condiciones en el entorno.
La región Metropolitana tiene una mayor prevalencia de consumo de alcohol, adolescentes con sintomatología depresiva y niñas y niños viviendo en barrios con violencia crítica. No obstante, se observan menores tasas de pobreza infantil. La Macrozona Sur, compuesta por Biobío, La Araucanía, Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes y la Antártica Chile tiene las mayores tasas de malnutrición por exceso, aunque menores porcentajes de niñas y niños viviendo en inseguridad alimentaria. En esta macrozona las condiciones de los entornos también son mejores, salvo, paradójicamente, por el acceso a áreas verdes.
Finalmente, en la Macrozona Sur se encuentra la región de La Araucanía, que tiene características particulares: es la segunda región con mayor porcentaje de pobreza infantil, empleo inseguro y tasas de violencia intrafamiliar.
Desigualdades socioeconómicas. Las condiciones socioeconómicas marcan el acceso al bienestar. En cuanto a los indicadores de salud, se observa que el porcentaje de recién nacidos vivos con bajo peso y prematuros ha aumentado en los hospitales públicos entre 2017 y 2023. Por otro lado, entre niñas y niños de establecimientos públicos y subvencionados hay mayores tasas de obesidad y malestar psicológico expresado en sintomatología depresiva que entre los de establecimientos privados. En cuanto a aprendizajes, la brecha en la adquisición de competencias medidas por el Simce entre establecimientos públicos y subvencionados y aquellos privados es enorme. El acceso a los cuidados y la estructura familiar también están marcados por el nivel socioeconómico, así como el acceso a entornos de calidad y a condiciones materiales estables. De no abordar esta brecha, estaremos reproduciendo la desigualdad histórica presente en nuestro país.
El bienestar en la niñez es la piedra angular sobre la que se construye el futuro de nuestra sociedad, pero además es fundamental para que niñas y niños tengan una infancia feliz, sana y satisfactoria. Lo que ocurre durante la niñez tiene un impacto profundo y duradero. La evidencia científica es cada vez más contundente respecto de cómo los entornos, relaciones y experiencias en la niñez moldean las capacidades y oportunidades en la vida adulta.
El presente informe muestra que, en Chile, el bienestar de las niñas y niños ha sufrido un deterioro desde 2017, evidenciado en indicadores de salud, aprendizajes y condiciones de cuidados. A pesar de algunos avances en la reducción de la pobreza, persisten problemas significativos como la inseguridad alimentaria y la falta de acceso a una vivienda asequible. Además, las desigualdades de género, socioeconómicas y territoriales contribuyen a la inequidad en el acceso a oportunidades y recursos desde la infancia.
Este análisis destaca la importancia de abordar de manera integral las dimensiones del bienestar infantil —salud, aprendizajes, cuidados, condiciones materiales y entorno— para construir una sociedad más equitativa y próspera. A pesar de los esfuerzos realizados, el presente informe tiene algunas limitaciones. La más importante: no aborda el bienestar subjetivo en la niñez. El desafío de Observatorio Niñez es seguir avanzando en la sistematización de datos que permitan recoger de modo más íntegro las experiencias de niñas y niños y sus voces. Por otro lado, existen dimensiones, como los cuidados y los entornos, que no se capturan en toda su complejidad. Esto se debe, en parte, debido a la falta de datos más detallados y sistemáticos en estas dimensiones. A través de este informe llamamos también a las agencias públicas a medir de manera más integral y sistemática estos aspectos, junto con hacer una medición de la pobreza infantil multidimensional.