El visible derrumbe institucional frente a la ola de recién llegados al país, y la violencia creciente de la policía contra la ciudadanía hacen urgente plantearse una reflexión de base, que incluso vaya más allá del marco nacional y constitucional que hoy inicia su debate en Chile.
Se requiere urgentemente una pauta de inmigración humana, solidaria y responsable, generosa y clara, que atienda a la crisis de emigración planetaria en desarrollo. Pauta que recuerde que somos muchos de nosotros también hijos de emigrantes y no sólo de los terribles conquistadores que casi exterminaron a muchos pueblos originarios en América.
Que ese problema debe ser encarado a nivel global y en relación con otras dificultades, pero asumiendo inmediatas respuestas y compromisos a nivel nacional, haya o no respuestas de un mundo egoísta, irresponsable y en derrumbe. Atrevernos a definir pautas, alejadas de esas declaraciones floridas que no significan nada o muy poco pues no corresponden a fuerzas ni compromisos reales. Que establezca criterios transparentes y proporcionados, que sirvan para la integración y el mutuo respeto de grupos y comunidades, que sirvan al enriquecimiento cultural y que no permitan el chovinismo el supremacismo y el racismo. El actual Gobierno en Chile, que se encuentra en caída libre, estimula odios y acentúa diferencias dependencias y divisiones, como si ya no los hubiera por el propio curso de la crisis, olvidando que este país debe incluso su independencia al ejército de San Martín compuesto mayoritariamente por gente del otro lado de la cordillera, incluyendo miles de miembros del pueblo mapuche.
Hoy no se puede vivir de espaldas a un mundo cada vez más integrado y con problemas sistémicos. Con temas fundamentales que no se pueden resolver muchos de ellos a nivel nacional. Que esta crisis perfecta, crisis terminal del sistema que rige a nivel planetario solo tiene salidas si creamos puentes solidarios pero capaces de responder a nuestras peculiaridades colectivas. No basta el ingenuo y demagógico “si vas para Chile” del demagogo de Cúcuta que después no tiene política ni programa de recepción de los que llegan, payaso que se proclama defensor de los derechos humanos en tanto asesina y deja ciegos o tuertos a cientos de muchachos que exigen el fin de su real dictadura legal pero ilegítima. Requerimos buscar en el fondo de nuestro corazón y posibilidades los límites de una política que sirva en esta transición y responda a esta crisis, para evitar que esos sufrimientos locales aumentados por los que vienen solicitando ayuda, sirvan de pasto seco a el neo fascismo larvado de las capas medias, de ese patriotismo desorientado que no responde contra los imperios pero sí contra los más débiles, de ese realismo chato que sólo ve el hoy y no el ayer ni el mañana.
Lo que se viene en todos los planos en Chile, América Latina y el mundo es muy grave, acentuado por la pugna de las hegemonías y por la crisis ambiental que ya ha destruido la mitad de la biomasa del planeta y que sigue empujando a una suerte de suicidio colectivo. A darle un alto a esos procesos, a construir seriamente una perspectiva integrada, a exigir ya una respuesta responsable y generosa de todos y cada uno de nosotros en todos esos planos. La tarea es hoy, sino cuando ? Cada uno a hacer lo que pueda y le corresponda, no sólo en un plano individual y/o aislado, sino en el plano de la humanidad toda. La crisis perfecta ha llegado para quedarse y sólo la capearemos en conjunto.