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Inteligencia y universidades, el refuerzo necesario por la paz total

Fuentes: Rebelión

Las expresiones contra la búsqueda de la paz, unas difamatorias, otras orientadas a confundir, desinformar o tergiversar, entran en la órbita de la naturaleza política de las cosas y son equiparables a hacer apología a la guerra y las violencias, hay quienes usan sus inmunidades para volverlas impunidades, patentes de abuso y acoso que entorpece la realización de la dignidad humana. Hay funcionarios de alto nivel del estado descalificando políticamente la construcción de paz, en evidente abuso de poder, violando así el derecho humano colectivo a disfrutarla. Sus voces son de alto impacto negativo para la justicia y la reconciliación.

A manera de ejemplo tres eventos cruzados provocaron desestabilización y afectación de la percepción y la confianza. En breve lapso previo al inicio de conversaciones con el ELN se juntaron “como sí” estuvieran coordinados, el comunicado de prensa emitido desde tribunas por el mismo fiscal general de un “supuesto” atentado del ELN hacia él mismo (no hubo prueba alguna); la espectacularidad del inicio de un proceso penal con detención del hijo del presidente por “presuntos delitos” económicos y la velada vinculación del nombre del presidente y; la llamada a indagación a los comandantes militares por haberse negado a reprimir con violencia a campesinos amotinados (acción acatada bajo la orden de acabar con la doctrina del enemigo interno)  

En el marco de crear condiciones y acciones conducentes a la construcción de paz total confluyen el informe y recomendaciones de la comisión de la verdad (de las que entre otros son legatarias las universidades del SUE, para implementar su conocimiento); el plan de desarrollo y; la política de paz total, que hacen parte de las reformas institucionales por las que la sociedad colombiana votó en la elección del gobierno popular. Les corresponde entonces a las universidades en calidad de guardianas de la inteligencia colectiva, por ser escenarios de la argumentación, del pensamiento crítico, la afirmación de la lógica y del respeto la vida humana y del planeta, promover y convocar a otros sectores de la población y del estado a la reflexión por la necesidad de articular esfuerzos, compromisos y colaboración para superar obstáculos y respaldar la paz y la reconciliación.  

La inteligencia de la sociedad de manera sistemática, ha venido siendo atacada desde trincheras de odio, conducidas a las redes sociales por bodegas criminales y personajes “políticos” quienes usando su “investidura” de congresistas (de muy bajo o nulo nivel de formación, educación y cultura) utilizan su investidura y aprobioso salario para difamar, insultar, injuriar, engañar e irrespetar, por lo que son apetecidos para convertir en “chivas” sus ofensas e indignidad de su actuar, que son claramente hechos constitutivos de faltas a la ética y responsabilidad social por su investidura parlamentaria. A las universidades corresponde llamar a mantener la movilización de las ideas e impedir que la sociedad sea degradada en sus avances civilizatorios y prospere el regreso de la vida guida solamente por emociones, pasiones y acertijos libreteados, que la conducen a la oscuridad de la caverna y la inquisición y tienden a prepararla para la llegada al poder de los prototipos Bucarán, Rodolfo o Milei.  

La paz es un artefacto cultural consensuado por la humanidad y las universidades, son su principal herramienta de movilización, son territorios de paz en sí mismas y no hay ciencia ni ciudadanía que no provengan de la paz, si esta falla, la vida misma como el universal más común, entra en riesgo, se pone en peligro. Las universidades han estudiado siempre y de manera acumulativa la paz y la guerra, saben mejor que nadie de las anomalías mentales que nos ha producido y saben de las carencias, limitaciones materiales, exclusiones, discriminaciones y sometimientos que incuba. La pérdida del sentido de ser humanos solo se recupera en paz. De ahí la legitimidad de las universidades para acompañar la política de construcción de paz, de llamar a los actores de la guerra a no pararse de las mesas de negociación y darle confianza a la ciudadanía. Las universidades llaman también a la sociedad entera a hacer la paz, y ellas mismas siempre han ratificado su compromiso para acompañar sus agendas como instituciones y actores, participa de los procesos con visión global y territorial, y se esfuerza en enaltecer cada logro y facilitar sus capacidades y herramientas intelectuales para convertirla la paz en realidad material, simbólica y objeto de resignificación de la vida y la cultura.  

Las universidades y con ellas toda la inteligencia está en contra la guerra, intelectuales, artistas, docentes, estudiantes, jóvenes, escritores, artesanos, están contra la guerra, aunque sus voces públicas no se retrasmitan ni se escuchen o su tono sea demasiado débil, frente al instrumental de los poderosos. La inteligencia está contra el retorno a las pasiones que no dejan espacio para la razón, esta contra la asonada, la injusticia y la justicia por mano propia, contra el estigma y la persecución, contra el genocidio y la fuerza bruta. La inteligencia está contra la inmunidad usada como vía de impunidad. La paz es un sentimiento de humanidad y tiene más amigos y reclamantes que enemigos. “Amigo de la humanidad, es quien supera las ambivalencias emotivas y escoge la vía del universalismo; el enemigo de la humanidad está solo a favor de una parte y niega la posibilidad de existencia del otro” (Freud). La paz esta del lado del todo común, de la vida como riqueza central.      

Las 34 universidades públicas colombianas, agrupadas en el Sistema Universitario Estatal (SUE), de manera reiterada han reconocido la necesidad y urgencia de consolidar la Paz Total, la Paz completa, la paz, a secas, como valor y derecho humano. La constitución política de 1991, positivó este derecho humano convirtiéndolo a fundamental de tal manera que aparte de registro ético indispensable para la condición humana y la convivencia libre de violencias, la vuelve de obligatorio cumplimiento reclamada como deber y como derecho. Este hecho material, exige de todas las autoridades y poderes del estado y de todos los responsables directivos, administrativos y profesionales, en instituciones públicas y entidades, sean civiles o militares, la máxima dedicación y esfuerzo laboral y ciudadano para alcanzarla. Oponerse a construirla, obstaculizarla de manera oprobiosa, entra en la esfera del delito, más allá cualquier investidura o inmunidad.  

P.D. A Danilo Rueda, gratitud nacional, lo dió todo por esta nación, su vida, sueños, anhelos, experiencias, conocimientos y talante respetuoso y respetable en el complejo camino hacia la paz total. Sin embargo, siempre habrá lugar para entender que darlo todo a veces no es suficiente.  

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.