El gobierno nacional se apresta a vender su participación en Isagén, una de las principales empresas del sector energético del país. El 57 por ciento de la compañía que es manejado por el Ministerio de Hacienda pasaría a particulares, en concreto a multinacionales foráneas, lo que se traduce en la privatización y extranjerización de una […]
El gobierno nacional se apresta a vender su participación en Isagén, una de las principales empresas del sector energético del país. El 57 por ciento de la compañía que es manejado por el Ministerio de Hacienda pasaría a particulares, en concreto a multinacionales foráneas, lo que se traduce en la privatización y extranjerización de una de las principales compañías colombianas.
El gobierno del presidente Juan Manuel Santos argumenta que el propósito de privatizar Isagén es la de invertir recursos en obras «estratégicas» del sector vial, lo que resulta paradójico cuando la generación de energía es de hecho un asunto estratégico, en especial en momentos en que el país tiene dificultades en el abastecimiento de energía por cuenta de la sequía.
Diversos sectores sociales y políticos han expresado su oposición a la medida, incluyendo al Centro Democrático, cuyo líder, el expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez, inició el proceso de privatización de Isagén, que en el 2007 vendió un 19% de la compañía.
La mayoría de senadores, organizaciones sociales y algunos expertos han manifestado el despropósito de privatizar Isagén. Además de ser una empresa sólida y sostenible, anualmente le deja más de 500 mil millones de pesos a la Nación. Es decir, en una década se obtendría lo que va a recibir el gobierno por su venta. Matar a la gallina de los huevos de oro.
Con la privatización de Isagén, el gobierno espera recaudar 5,5 billones de pesos para capitalizar el Fondo de Desarrollo de Infraestructura con el objetivo de construir carreteras de cuarta generación. Un objetivo que puede financiarse con otras fuentes, como la emisión de bonos de deuda o emitir acciones de los proyectos a construir.
Además de la inviabilidad de esta iniciativa consiste en socavar la soberanía nacional. La energía es un sector estratégico que no puede entregarse al interés privado, mucho menos extranjero. Su privatización podría generar un alza de tarifas en momentos en que los sectores populares afrontan un escenario de precarización, con el incremento de tarifas y una inminente reforma tributaria.
Y se dejaría al país en una situación de dependencia de las empresas multinacionales. Por estas razones no se entiende la insistencia del gobierno en feriar Isagén, cuya venta ha enfrentado acciones jurídicas y debates de todos los sectores que desde el 2013 se han opuesto a esta inconveniente medida. Otra gallina de huevos de oro que se mata.
Fuente original: http://marchapatriotica.org/